Ciencia
Gwyenne Shotwell, la tercera pasajera
Es la directora de Operaciones de SpaceX y la responsable de que la primera misión privada a la Estación Espacial Internacional tenga éxito
Gwyenne Shotwell es una de las mujeres más poderosas de Estados Unidos y una de las líderes, de acuerdo con «Forbes», a nivel mundial, en el sector de tecnología. Esto, en un área dominada por hombres, es mucho decir. Pero lo hizo a fuerza de no darse nunca por vencida. Esta ingeniera, especializada en Matemáticas aplicadas y Física, tenía más de una década de experiencia en Gestión de Proyectos Espaciales en Aerospace Corporation cuando entró en SpaceX, en 2002. Traía consigo la experiencia de ser jefa de programa satelital y de haber realizado un análisis de la política espacial para la futura inversión de la NASA en el transporte espacial. Fue ella quien construyó el manifiesto de la familia de las naves Falcon con casi 50 lanzamientos.
Durante su carrera en SpaceX también desempeñó el cargo de Presidente del Comité Técnico de Sistemas Espaciales de AIAA (Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica) y en 2013 fue elegida miembro honorable del AIAA. Finalmente, es también miembro del Consejo de Agenda Global del Foro Económico Mundial sobre Seguridad Espacial. Un currículum envidiable para quien se trata de tú a tú con la NASA y tiene el sueño de enviar a los primeros seres humanos a Marte.
«Cuando entré en SpaceX –confesaba Shotwell en una reciente entrevista a «Space News»–, me dijeron que el objetivo era llevar una tripulación a Marte. En aquel momento me pareció algo tan lejano como imposible. Pero ahora, casi 20 años después, no solo es factible, sino que también estamos cada vez más cerca de conseguirlo. Nuestro objetivo, al menos en el calendario, es que esto ocurra en 2024. Para ello no solo estamos pensando en el viaje. Tendremos que cavar túneles para la gente que viva allí, lugares para que se alojen. Quiero que la exploración espacial sea como la que vemos en los programas de televisión, ‘‘Battlestar Galactica’’, ‘‘Star Wars’’. Creo que ese realmente debería ser el objetivo final».
Para la última misión de Dragon Crew, la primera misión privada con tripulación estadounidense a la ISS, el equipo liderado por Shotwell realizó cerca de 30 test reales sobre el funcionamiento del paracaídas, el sistema de seguridad de la nave. Y todo con el objetivo de priorizar la salud de los tripulantes. «En este tipo de procesos, a tan largo plazo, el equipo humano es fundamental –explica Shotwell–. Por ello, durante los años que llevamos trabajando en él me he dedicado a que todo el equipo conozca personalmente a Bob Behnken y Doug Hurley (los tripulantes de la nave). Quería que los vieran no solo como astronautas, pilotos de prueba, consejeros..., sino que también descubrieran su parte humana, que los conozcan en su faceta de maridos y padres. Eso ha creado un vínculo muy fuerte, que trasciende lo profesional».
Shotwell no solo sabe de la importancia de formar equipos de trabajo adecuados, también debió enfrentarse a una situación inesperada para la que no existían precedentes: la pandemia de la COVID-19. Si ya es difícil trabajar en una misión de este calibre en condiciones normales, hacerlo con una espada de Damocles sobre la cabeza como esta, complica aún más.
El desafío de la pandemia
«El desafío de trabajar en tiempo de pandemia fue enorme –confesaba Shotwell–. A todo el equipo se les hace test diarios, utilizan mascarillas, mantienen una distancia de seguridad y los espacios de trabajo, si ya están impolutos por los requerimientos técnicos, se limpian y desinfectan aún más a menudo. La mitad de los ingenieros trabajan desde casa y los que no pueden, sea porque los necesitamos aquí o porque no tienen el equipo adecuado, lo hacen en condiciones de máxima seguridad de trabajo para que nada les suceda».
Finalmente, si hay algo que caracteriza a Shotwell, más allá de su currículum, es su franqueza. Es raro que algún responsable de programas espaciales hable de los fallos de los mismos. Y a lo largo de las decenas de misiones (86 exitosas desde 2010), también se han producido errores. «En términos políticos no es habitual hablar de los fallos en las agencias espaciales –concluye–. Se intenta minimizarlos, pero aprendemos de ellos. Al forzar los límites de nuestros equipos y sistemas vemos qué son capaces de dar, y aprendemos».
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