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Por primera vez se descubre agua en la superficie soleada de la Luna

LA NASA anuncia el descubrimiento de grandes cantidades de H2O que podrían servir para suministrar a las futuras misiones humanas al satélite

Quienes tengan previsto visitar la Luna en las próximas décadas, están de enhorabuena. La NASA ha anunciado que su vida en el satélite puede ser algo más fácil.

Dos investigaciones científicas han puesto a medio mundo mirando a la Luna en las últimas horas. Según científicos involucrados en el proyecto SOFIA (Stratospheric Observatory for Infrader Astronomy) y de la Universidad de Colorado en Boulder, puede que nuestro satélite conserve grandes cantidades de agua en su seno, quizás mucha más de la que hasta ahora se había pensado.

El anuncio ha sido realizado en paralelo por la NASA y por la revista Nature Astronomy, donde los autores de ambas investigaciones han publicado los resultados largamente esperados.

El primero de los descubrimientos ha sido posible gracias al análisis de los datos obtenidos por el telescopio SOFIA. Se trata de un avión Boeing 747 en el que se ha montado un telescopio de 2,5 metros dedicado al rastreo de imágenes de infrarrojo procedentes de objetos del Sistema Solar. El avión vuela a cerca de 13.000 metros de altura escudriñando el cosmos más cercano.

Los datos de infrarrojo recientemente obtenidos (pertenecientes a longitudes de onda de 6 nanómetros) desvelan la señal espectral inconfundible de H2O en grandes cantidades.

Investigaciones previas habían sugerido signos de hidratación de la superficie de la Luna, sobre todo alrededor del polo Sur. Pero la mayoría de estos estudios anteriores se basan en observaciones realizadas en longitudes de onda de 3 nanómetros. En ese espectro es muy difícil discriminar entre H2O y algún componente del llamado grupo hidróxilo (formas de agua ligadas a minerales, que no se encuentran en estado libre).

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La huella ahora detectada parece responder a cantidades de agua que no están compartidas con otros hidróxilos. Las señales proceden en latitudes muy al sur y en abundancias de entre 100 y 400 partes por millón. Los autores del descubrimiento sugieren que este líquido elemento podría estar encerrado en cristales o entre las partículas sólidas de la superficie lunar, lo que ha permitido que permanezca protegido de las inclemencias del ambiente.

De hecho, llaman la atención que podría haber agua abundante en la superficie soleada y que podría estar a disposición de futuras misiones espaciales.

En paralelo, la revista Nature Atronomy ha anunciado también otro gran hallazgo relacionado con el mismo objetivo, al agua lunar. Paul Hayne y sus colegas de la Universidad de Colorado han examinado la distribución de las áreas de penumbra permanente en la Luna (las llamadas trampas frías) donde se cree que el agua podría quedar capturada y permanecer casi intacta de manera permanente. Los expertos han podido identificar un amplio abanico de posibles trampas de este tipo que pueden llegar a tener menos de un centímetro de diámetro. Esas pequeñas cápsulas llenas de agua podrían ser mucho más abundantes en la Luna de lo que hasta ahora se pensaba.

Si pudiésemos estar sentados en el polo Sur de la Luna veríamos millones de pequeñas sombras a nuestro alrededor. Son minúsculas cavidades a las que nunca llegan los rayos del Sol. En su interior es muy probable que exista agua congelada.

Esas grietas están dispuestas de tal modo que durante miles de millones de años no han recibido el calor de la luz solar. Utilizando imágenes obtenidas mediante el Lunar Reconnaissance Orbiter de la NASA, se ha dibujaro el mapa más detallado de estas microsombras. En total podría haber cerca de 40.000 kilómetros cuadrados de suelo en penumbra candidatas a albergar agua helada. “Si estamos en lo cierto, el agua puede ser un bien más accesible de lo que creíamos allí arriba”, ha declarado el propio Hayne.

Pero ¿cómo es posible que un elemento tan volátil como el agua permanezca durante millones de años encerrado en un lugar tan inhóspito como la Luna?

En algunos accidentes geográficos de nuestro satélite las circunstancias son realmente extremas. Es el caso del Cráter Shakleton, de casi 30 kilómetros de diámetro y varios kilómetros de profundidad. Allí, debido a la posición relativa de la Luna respecto al Sol nunca llega luz directa de manera que las temperaturas rondan los 180 grados bajo cero.

Por inhóspitas que parezcan estas condiciones, ahora se han convertido en potenciales aliadas de la vida humana. La ciencia siempre ha imaginado que estas trampas heladas podrían contener suficiente agua como para ser empleada por futuras misiones tripuladas. No necesariamente para el consumo. Pero si somos capaces de explotar las cantidades de hielo rocoso existentes y convertir el agua en sus componentes (hidrógeno y oxígeno) tendríamos una fuente de energía y de soporte vital de primera calidad para los astronautas del futuro.

El agua lunar, como ocurrió con la de la Tierra, seguramente llegó a su destino encerrada en los minerales de millones de asteroides o meteoros que impactaron en el suelo. Ahora, podría suponer un inesperado aldabonazo para las futuras misiones tripuladas a la Luna.

La NASA tiene pensado volver a enviar seres humanos a nuestro satélite pronto. El programa Artemis de la agencia cuenta con enviar a una mujer por primera vez a la Luna en 2024. De momento, podría enviarse la primera fase del proyecto, la nave no tripulada Artemis I en noviembre de 2021. Un año después se pretende lanzar una nave tripulada que orbite el satélite y sobrevuele su polo Sur pero no aterrice. En 2024 la humanidad volverá a poner allí el pie por primera vez desde 1972.

Quizás para entonces, se haya confirmado que, al menos, agua no les va a faltar.