Astrogeología

¿Queda aún actividad volcánica en Mercurio?

El planeta más cercano a nuestra estrella del sistema solar tuvo un pasado muy volcánico.

El planeta Mercurio, fotografiado por la sonda MESSENGER.
El planeta Mercurio, fotografiado por la sonda MESSENGER.NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Carnegie

A una distancia media del Sol de sólo 68 millones de kilómetros, Mercurio está casi tres veces más cerca de nuestra estrella que la Tierra. Además, este planeta rota tan despacio sobre su propio eje que un ciclo de día y noche dura 88 días terrestres. Eso significa que la superficie de Mercurio se ve bombardeada por la intensa radiación solar durante 44 días terrestres y pasa otros 44 sumida en la oscuridad más absoluta. Como resultado, las rocas que descansan sobre este planeta achicharrado alcanzan temperaturas de hasta 430ºC durante el día (suficiente como para fundir el plomo) y se enfrían hasta los -180ºC por la noche, cuando irradian todo su calor al espacio.

Cuando la sonda Mariner 10 sobrevoló este planeta en 1974, una de las cosas que más llamó la atención de las imágenes que envió de vuelta a la Tierra fue la presencia de parches con una tonalidad rojiza entre el terreno principalmente oscuro. El diámetro de estas zonas teñidas de rojo, bautizadas como fáculas, oscilaba entre las decenas y los cientos de kilómetros. La existencia de grandes agujeros en el centro de estas estructuras y el hecho de que el material rojizo cubriera los accidentes geográficos que las rodeaban sólo dejaba una explicación posible: se trataba de lugares donde habían tenido lugar erupciones volcánicas.

Aunque la actividad geológica de Mercurio cesó casi por completo hace unos 3 500 millones de años, algunas de estas fáculas se podrían haberse formado hace menos de 280 millones de años. Unas estructuras muy jóvenes, en términos geológicos.

Cráteres de impacto y volcánicos

Los autores de un nuevo estudio han rastreado las imágenes en alta definición de la superficie de Mercurio tomadas por la sonda MESSENGER y han identificado casi 400 cráteres volcánicos en el planeta más cercano al Sol. Estas estructuras se pueden distinguir con facilidad de los cráteres de impacto que cubren el terreno de Mercurio porque no suelen presentar una forma circular y tampoco cuentan con un borde elevado. Curiosamente, debido a la baja gravedad de este planeta y su ausencia de atmósfera, el material rojizo expulsado por estas erupciones violentas cayó a grandes distancias del punto de erupción. Como resultado, estos cráteres no están rodeados de montones de escombros apilados, como ocurre en la Tierra o en Marte, sino que se presentan como simples agujeros grandes e irregulares en medio de un terreno rojizo.

En el estudio en cuestión también se ha notado que el 70% de los cráteres volcánicos de Mercurio son compuestos, lo que significa que fueron excavados por una serie de erupciones, en lugar de una individual. Esto sugiere que los puntos de la superficie de este planeta en los que apareció actividad volcánica la sostuvieron durante un tiempo prolongado.

Un volcán compuesto requiere una fuente subterránea de gases que, al acumularse bajo la corteza, incrementen suficiente la presión como para provocar nuevas erupciones de manera periódica. El único flujo piroclástico de Mercurio del que se ha podido medir la composición contiene poco carbono y azufre, lo que indica que los silicatos fundidos que ascendieron desde el manto del planeta reaccionaron químicamente con estos elementos, produciendo monóxido de carbono y dióxido de azufre que habrían escapado en forma de gas. Pero, ¿qué detuvo toda esa actividad volcánica que estaba teniendo lugar en Mercurio?

Mundo que se contrae

Igual que el resto de los planetas, Mercurio comenzó su existencia como una gran bola de magma que se mantenía fundida gracias a la energía liberada tanto por los impactos que lo formaron como por la desintegración de ciertos isótopos radiactivos. Con el tiempo, la temperatura de esa gran bola de magma empezó a bajar y no sólo desarrolló una corteza rocosa sólida cada vez más gruesa sobre su superficie, sino que, además, el planeta entero se empezó a contraer.

Al contraerse, la corteza rígida de Mercurio empezó a desarrollar grietas y a desplomarse sobre sí misma, sellando el material fundido del interior e impidiendo que el magma pudiese ascender hasta la superficie. Si a esto sumamos que la mayor parte del material del interior de Mercurio se ha acabado solidificando, las probabilidades de que alguna masa de magma logre escapar hasta la superficie no ha hecho más que disminuir hasta la actualidad.

Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que la mayor parte de la actividad volcánica de Mercurio cesase hace unos 3 500 millones de años y que las erupciones más recientes que se han identificado tienden a encontrase en el fondo de cráteres de impacto. Dicho de otra manera: aunque Mercurio probablemente ya no tiene actividad volcánica propia, las colisiones de asteroides son capaces de crear puntos débiles y grietas en su corteza por donde el magma que aún queda en el interior pueda ascender hasta la superficie.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque la temperatura de Mercurio sea tan alta, algunos cráteres polares de este planeta contienen depósitos de hielo. Abordamos este tema en este otro artículo.

REFERENCIAS (MLA):

  • D. L. Pegg et al. “Explosive vent sites on Mercury: Commonplace multiple eruptions and their implications”. Icarus, volumen 365 (2021).