Epidemias
Las palmeras también tienen su “coronavirus”
El picudo rojo se sigue expandiendo por España y mata a cada vez más palmeras españolas. Entender cómo invade cada palmera y cómo se extiende de unas a otras es clave para combatir la plaga.
El desolador paisaje de palmeras secas es tristemente habitual en Andalucía, Canarias, Extremadura, Murcia… Son víctimas del picudo rojo, un escarabajo que llegó a España en 1994 y desde entonces no hace más que invadir palmeras hasta matarlas. Han pasado casi 30 años y la epidemia sigue sin controlarse. ¿Por qué somos incapaces de frenarla?
Originario de Asia, el picudo rojo (también conocido como Rhynchophorus ferrugineus) se extendió por África y entró en España a través del Mediterráneo. La explosión inmobiliaria de entonces generó una gran demanda de árboles para decorar jardines y urbanizaciones, y eso hizo que se importaran palmeras en cantidades masivas. Con las palmeras (y los escasos controles fitosanitarios) llegaron los picudos rojos, que rápidamente camparon a sus anchas, invadiendo los ejemplares que encontraban a su paso.
Difícil de controlar
A lo largo de los años, se han ido investigando maneras de poner freno a esta plaga. Algunas son muy sencillas: el picudo rojo prefiere poner sus huevos en los tejidos blandos de la palmera. Por eso, evitar que el tronco de la palmera sufra grietas contribuye a reducir la infestación. Por supuesto, transportar hojas o fibras de palmeras procedentes de zonas infestadas hacia zonas no infestadas no es nada indicado, ya que el escarabajo o sus larvas pueden viajar con ellas.
Pero el método de control principal es el insecticida. Para aumentar su eficacia, se practican agujeros en el tronco de las palmeras y se inyecta el insecticida para que penetre en el árbol. Otra opción es inundar la base de las palmeras con un hongo que causa una enfermedad al escarabajo plaga y acaba por eliminarlo. Las especies más utilizadas son el Metarhizium anisopliae o el Beauveria bassiana. También se utilizan trampas de feromonas, aunque estas sirven más bien para monitorizar la presencia del picudo rojo que para eliminarlo. Otra técnica puntera de detección consiste en analizar los sonidos que se producen dentro del árbol. Se inserta un micrófono en el tronco y, mediante el procesamiento digital de señales y la inteligencia artificial, se averigua si los sonidos presentes están generados por el picudo rojo.
La casa de sus sueños
El principal problema es que este escarabajo está muy adaptado a la vida en las palmeras, de ahí que sea difícil eliminarlo. Suele infestar palmeras jóvenes, de menos de 20 años. El picudo rojo adulto puede causar algo de daño cuando se alimenta de la palmera, pero la clave de la mortalidad está en las larvas. Cada picudo rojo hembra aprovecha la corona de la palmera, la base de las hojas más jóvenes o las grietas abiertas que encuentre para depositar cientos de huevos. A continuación, segrega una sustancia alrededor de los huevos que se vuelve dura y los protege. Cada huevo produce una larva blanca que, gracias a su potente mandíbula, escarba por los tejidos interiores de la palmera y se alimenta vorazmente de sus fibras.
Una vez comprometido el interior de la palmera, la larva sale del árbol y se encierra en una cápsula que construye a base de fibras de palmera. Se coloca en la base del árbol y espera 30 días a desarrollar la metamorfosis que la convertirá en el escarabajo de color rojizo. De adulto, el picudo rojo es capaz de recorrer grandes distancias al vuelo para infestar nuevas palmeras.
Aunque en España (y no solo) no es bien recibido, en Vietnam el picudo rojo es una exquisitez. Las larvas se comen vivas con salsa de pescado, o bien tostadas o al vapor con arroz glutinoso y ensalada. Pero su capacidad de arruinar cosechas es bien conocida, por eso en varias regiones está prohibido cultivar estas larvas.
Y bien, ¿por qué elige a las palmeras como víctimas? Lo cierto es que este escarabajo también puede alimentarse de plátano, caña de azúcar, calabaza, manzana… Pero en estas plantas, el desarrollo del escarabajo es más lento y la cantidad de huevos es menor. La palmera es la anfitriona más favorable, ya que en ella el picudo rojo consigue acelerar su ciclo vital y asegurarse una gran descendencia para colonizar nuevos ejemplares.
Llegamos tarde
El problema no sería tan grave si los daños no fueran tan devastadores. Pero la infestación de larvas hace que las hojas de las palmeras amarilleen y se marchiten. Primero cae la corona, y el daño vascular acaba con las hojas de más abajo. Puede pasar incluso que lleguen hongos o bacterias oportunistas y causen infecciones secundarias sobre los tejidos dañados, acelerando el deterioro.
Pero, cuando se observan todos estos síntomas, es tarde para actuar. Los síntomas del picudo rojo solo llegan al exterior del árbol pasados varios meses, cuando la palmera está demasiado dañada para recuperarse. Para cuando llega el tratamiento, no hay nada que hacer.
Hasta hoy, el único freno para esta plaga es pulverizar un insecticida de tres o cuatro veces al año para proteger a las palmeras. El coste es elevado y cuesta convencer a las personas e instituciones responsables de estos árboles para que los apliquen, por eso el picudo rojo sigue invadiendo las palmeras españolas. En ocasiones como esta, tenemos el suficiente conocimiento científico para combatir la plaga, pero los factores sociales se interponen en el camino e impiden que se resuelva el problema. ¿Qué más podemos hacer? Solo queda incentivar el uso de los tratamientos, o seguir investigando para encontrar maneras más asequibles de acabar con el picudo rojo.
QUE NO TE LA CUELEN:
- No todos los síntomas de la infestación por picudo rojo aparecen pasados varios meses. El primer signo que deja el escarabajo en las palmeras es una pequeña herida que segrega un líquido marrón y viscoso. Pasados unos días, el líquido puede gotear por el tronco y secarse. Pero para detectar estos síntomas es necesario hacer una inspección muy cuidadosa de la palmera.
REFERENCIAS (MLA):
- FAO. 2020. Red Palm Weevil: Guidelines on management practices. Rome. https://doi. org/10.4060/ca7703en
- Salama, H. S. et al. “Ecological And Biological Studies on the Red Palm Weevil Rhynchophorus Ferrugineus (Olivier)”. Archives Of Phytopathology And Plant Protection, vol 42, no. 4, 2009, pp. 392-399. Informa UK Limited, https://doi.org/10.1080/03235400601121521.
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