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Astronomía

Adiós al cinturón de asteroides: un equipo de astrónomos confirma un cambio cósmico inevitable

Aquel planeta que nunca llegó a nacer entre Marte y Júpiter se desintegra sin descanso, en un lento pero continuo escape de rocas que no solo explica el violento pasado de la Tierra, sino que también ayuda a predecir futuros impactos

Cinturón de asteroides larazon

Entender el origen de los asteroides que se aproximan a la Tierra es una de las tareas más importantes para la defensa planetaria. La capacidad de predecir sus trayectorias y evaluar con precisión la amenaza que suponen depende directamente de conocer su procedencia. Y la principal cantera de estas rocas espaciales no es otra que el cinturón de asteroides, ese enorme anillo de escombros situado entre las órbitas de Marte y Júpiter. La vigilancia de nuestro entorno es tan compleja que a veces revela sorpresas, como el reciente hallazgo de una cuasiluna que llevaba una década escoltando a la Tierra sin que nadie se percatara.

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Sin embargo, esta región no es una fuente estática, sino un sistema en constante desintegración. El gigante gaseoso actúa como una catapulta cósmica, desestabilizando con su gravedad las órbitas de los asteroides más pequeños. Debido a esta incesante influencia gravitacional, un goteo constante de material es expulsado del cinturón y enviado en un viaje errático por el interior del sistema solar.

De hecho, el propio cinturón no es más que el vestigio de un proyecto planetario truncado. La masa total de todos sus objetos apenas equivale al 3% de la de nuestra Luna, lo que da una idea de la cantidad de material que se ha perdido a lo largo de eones. Son, en esencia, los restos de un planeta fallido que nunca llegó a aglutinarse por culpa de Júpiter. Esta desintegración paulatina ha sido confirmada por modelos que excluyen los grandes cuerpos estables, como Ceres o Vesta, tal y como han publicado en Science Alert.

Un bombardeo cósmico que se atenúa con el tiempo

Por otro lado, este fenómeno fue mucho más violento en el pasado remoto del sistema solar. Los estudios astronómicos sugieren que hace unos 3.500 millones de años, el cinturón de asteroides pudo haber sido hasta un 50% más masivo que en la actualidad. Esto provocaba un bombardeo mucho más intenso sobre los planetas interiores, con una tasa de fuga de material que duplicaba la que se observa hoy en día.

En consecuencia, el material que escapa en nuestros días sigue un doble destino. La mayor parte, cerca del 80%, acaba pulverizada por colisiones, convirtiéndose en un fino polvo que puebla el espacio. El 20% restante, no obstante, sobrevive en forma de meteoroides y asteroides que pueden potencialmente cruzar la órbita terrestre, alimentando así el inventario de objetos cuyo seguimiento resulta crucial para nuestra seguridad.