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Arañas mortales en España, ¿hay que preocuparse?

“En los últimos años, el miedo ha aumentado en el sur de Europa, ya que las muertes atribuidas a una araña en particular han sido ampliamente publicitadas”, señala un experto.

Aaraña
Este verano se han registrado dos muertes por la picadura de la Reclusa mediterráneaPixabayPixabay

En la lista de los lugares más peligrosos por su fauna, Europa no figuraría entre los tres primeros, sin duda. Sobre todo, si pensamos en animales venenosos. Asia, Oceanía, África y América están por encima en este ranking. Pero ahora se ha registrado una amenaza: la araña reclusa mediterránea.

“Las muertes atribuidas a una araña en particular han sido ampliamente publicitadas – explica Rick Visser, profesor de la Universidad de Málaga en el área de Fisiología Animal -. El último caso conocido ocurrió este mismo verano en la ciudad italiana de Bari, donde un hombre de 23 años murió tras una presunta picadura de una araña reclusa mediterránea, también conocida como reclusa parda o araña de las esquinas. Apenas un mes antes, un policía de 52 años murió en Palermo por la misma causa”.

En la región mediterránea solo hay dos especies de arañas cuyas picaduras se consideran un problema médico: la viuda negra europea (Latrodectus tredecimguttatus) y la reclusa mediterránea (Loxosceles rufescens). La primera tiene la peor reputación, pero la realidad es que no hay casos documentados de muertes causadas por la picadura de su variante europea y encontrarse con ella es muy raro.

“Otra cosa es la araña reclusa, que suele tener una pequeña mancha oscura en forma de violín en el cefalotórax – añade Visser -. Aunque se encuentra en estado salvaje, hoy en día prácticamente se la puede considerar una especie sinantrópica, es decir, que suele vivir muy cerca del ser humano, sobre todo en el interior de casas, garajes o lugares de trabajo. Suele encontrar escondites oscuros y polvorientos, como detrás o debajo de grandes muebles, donde puede pasar desapercibida durante largos periodos de tiempo”.

A diferencia del veneno de las viudas negras, el veneno de las arañas de la familia de los sicáridos, a la que pertenece la reclusa mediterránea, tiene una acción necrótica, es decir, provoca la muerte del tejido corporal. Entre las muchas proteínas que se encuentran en su veneno se encuentran las enzimas fosfolipasas, que degradan las membranas celulares y rompen los vasos sanguíneos. Los dos efectos combinados suelen provocar una reacción localizada en el lugar de la picadura que incluye hinchazón, enrojecimiento y picor durante unas semanas.

En un pequeño porcentaje de casos, la zona central de la picadura puede desarrollar una lesión necrótica, donde el tejido muere y finalmente se cae antes de curarse al cabo de unas semanas.

Esto no suele tener consecuencias importantes a menos que la picadura se produzca en zonas especialmente sensibles como la cara. Sin embargo, en algunos casos raros, la necrosis causada por una picadura de araña reclusa puede alcanzar el músculo subyacente y causar el síndrome de shock tóxico, que incluye síntomas como fiebre, dolor muscular y articular, hemólisis aguda (destrucción de células sanguíneas), insuficiencia renal, shock y, finalmente, la muerte.

“Afortunadamente, la picadura de esta araña es muy rara – confirma Visser - y los datos oficiales y fiables sobre casos de mordeduras son muy escasos. Incluso cuando se produce una reacción clínica más grave, el paciente rara vez es capaz de ver, y mucho menos atrapar, al animal que le ha mordido, lo que significa que la mayoría de los diagnósticos no pueden verificarse por completo”.

Por ejemplo, un estudio realizado por expertos de la Universidad de las Islas Baleares, publicado este año, analizó cuatro casos recientes de presuntas picaduras de araña reclusa, y otros doce documentados en España entre 2005 y 2021. ¿El resultado? Ninguna muerte humana se ha atribuido a una picadura de araña reclusa en España.

Sin embargo, en un período de 23 años, se registraron en Europa 1.691 muertes atribuidas a picaduras de avispas, avispones y abejas. Esto es un ejemplo de que quizás deberíamos temer más a estos que a las arañas… por más que la literatura y el cine nos lleven al terreno de la aracnofobia.