Arqueología

Así movieron una piedra de 150 toneladas los arquitectos de los dólmenes de Antequera

Unos 6000 años atrás los responsables de las construcciones megalíticas más antiguas de Iberia demostraron su creatividad y conocimiento al desplazar grandes pesos.

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Interior del dolmen de Menga con las piedras encastradas para sostener la estructuraiStockiStock

Un equipo científico liderado por José Antonio Lozano, geólogo del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), ha publicado en Science Advances un análisis que muestra las técnicas de ingeniería y arquitectura empleadas hace casi 6.000 años en la construcción del dolmen de Menga, uno de los túmulos funerarios megalíticos más antiguos de Iberia.

Estamos en el Sitio de los Dólmenes de Antequera (Málaga), una estructura incluida en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2016 en gran parte debido a que es uno de los primeros ejemplos en el que los responsables unieron con conocimiento de causa, arquitectura y paisaje.

El equipo de Martínez Sevilla analizó los dólmenes de Menga, cuya piedra angular pesa 150 toneladas, desde todos los ángulos, también estudiaron la polaridad estratigráfica de cada elemento estructural y en la profundidad de los cimientos. Los resultados obtenidos demuestran la capacidad de las sociedades neolíticas para desarrollar soluciones innovadoras basadas en un conocimiento científico.

Gracias a este conocimiento, los antiguos arquitectos fueron capaces de resolver problemas de estabilidad a través del diseño soterrado del monumento, la colocación de pilares o la realización de cortes en cada piedra, con ángulos predeterminados, para conseguir el apoyo imprescindible para la estructura. Los autores también destacan el uso del principio de arco de descarga, lo cual marca un avance innovador en la ingeniería arquitectónica temprana.

“Este trabajo revela la existencia de conocimientos científicos de una brillantez inventiva extraordinaria entre las comunidades neolíticas en el sur de la península ibérica que construyeron esta magna edificación hace aproximadamente entre 5800 y 5600 años - señala Lozano en un comunicado -. A partir de conocimientos de ingeniería, geología, geometría y astronomía, estos grandes arquitectos anónimos se atrevieron a diseñar y construir no solo uno de los primeros monumentos de ingeniería de la humanidad elaborados con piedras titánicas, algunas de ellas con un peso de 150 toneladas, sino un edificio de una gran estabilidad y una solidez que continúa asombrándose casi seis mil años después de su construcción”.

El estudio ha llevado casi diez años de trabajo multidisciplinar y en él han colaborado especialistas en arquitectura, geología, arqueología, paleontoología y hasta miembros del Centro Oceanográfico de las Islas Canarias. El trabajo muestra que los habitantes de la región antequerana dispusieron no solo de los conocimientos de una ciencia temprana, sino también de la mano de obra y la capacidad logística para llevar a buen término la construcción de un edificio para el que en aquel momento no existía. ni experiencia previa ni referente alguno en la península ibérica.

“Ante todo, es importante destacar que esta hazaña sin precedentes nació del conocimiento empírico y la experiencia científica, con ingeniería avanzada, lo cual indica lo evolucionado de las capacidades intelectuales, prácticas y técnicas de las sociedades neolíticas – concluye Lozano -. Ello sugiere la gran precocidad de los desarrollos técnicos y científicos existentes en el Neolítico europeo, muy anteriores a los desplegados entre las primeras sociedades del Próximo Oriente y Egipto. Valga dice, por ejemplo, que la famosa pirámide escalonada de Zoser, la más antigua de Egipto, es 1.000 años posterior al dolmen de Menga y los niveles más antiguos de Stonehege”.