Magia

Caes en este truco de magia por culpa de tus pulgares oponibles

Un estudio de la Universidad de Cambridge muestra la importancia de la fisionomía a la hora de realizar interacciones entre especies distintas

Tití común comiéndose una galleta
Tití común comiéndose una galleta ClaudenilPixabay

Anticipar las acciones de otro miembro de la especie es una habilidad muy útil para los animales sociales como los humanos. Gracias a esta anticipación podemos coordinar nuestras acciones; algunas sencillas como un choque de manos, u otras más complicadas como bailar un tango. De estas anticipaciones que realizamos prácticamente al instante se aprovechan los magos y prestidigitadores para sorprender a su público. Sus engaños, tretas y trucos se valen de movimientos y de situaciones en las que el público forma en su mente un desenlace, pero, en un giro de guion final, el resultado que parecía obvio no ocurre, si no que sucede algo inesperado y, por tanto, sorprendente.

Haciendo ciencia con la magia

Es cuanto menos curioso que en un artículo de una sección de ciencia se hable sobre magia, pero la razón es que esta práctica es un enfoque bastante novedoso para comprender cómo los animales se relacionan con el mundo que les rodea. Realizar trucos de magia a perros, gatos e incluso a primates no humanos permite ahondar en los recorridos de los que se vale su cerebro para procesar la información que les llega. Y esto es precisamente la premisa de experimentación del Dr. Elías García-Pelegrín, del Laboratorio de Cognición Comparativa de la Universidad de Cambridge. En un artículo publicado en la revista Current Biology, el Dr. Gracía-Pelegrín ha comparado las reacciones de diferentes primates a un truco denominado “French Drop” o Caída francesa.

El French Drop es uno de los primeros movimientos que se enseñan cuando se quiere aprender el arte de la prestidigitación. Consiste en imitar la transferencia de objetos de mano a mano mediante un engaño que simula el agarre de dicho objeto. Este agarre se realiza de forma parcialmente oculta a la vista, por lo que el mago puede dejar caer dicho objeto en la palma de su mano. Así, cuando el espectador piensa que el objeto de encuentra en la mano que lo ha agarrado, realmente no es así, si no que se encuentra reposando en la mano en la que se encontraba inicialmente. La clave para que funcione este movimiento está en el pulgar, que es el encargado de agarrar -o no- el objeto.

No hay truco sin pulgar

Las especies elegidas para el experimento fueron diferentes platirrinos fisionómicamente distintos entre ellos: el tití común (Callithrix jacchus), el mono ardilla de Humboldt (Saimiri cassiquiarensis) y el capuchino de pecho amarillo (Sapajus xanthosternos). Tras realizar los trucos de magia a las diferentes especies observaron un patrón muy curioso. Los capuchinos, y los monos ardilla que tienen, respectivamente, pulgares total y parcialmente oponibles, reaccionan como los humanos ante un truco que implica el uso del pulgar como agente causal. Es decir, que también se esperarían que la moneda hubiese cambiado de mano durante el truco y se sorprenden cuando no es así. Sin embargo, esta reacción no ocurre con los titíes, cuyos pulgares no son oponibles.

En este experimento se tuvieron diversos parámetros en cuenta para que los resultados pudiesen ser lo más robustos posibles. Por ello, se escogieron primates de zoológicos en los que el contacto con los humanos fuese mínimo. De esta forma, se puede descartar que los monos hayan aprendido cómo funciona la biomecánica de la mano humana observándola, si no que únicamente tengan como referencia sus propias manos y las de otros miembros de su especie. Esto no fue posible en el caso de los titíes, ya que eran animales de un centro de investigación, pero aún así, estos monos no “caían en el truco”.

Creando magia para monos

Posteriormente, para descartar que se tratase de que realmente los primates no fuesen capaces de esperar el resultado, crearon una versión de la Caída Francesa que no requiriese del pulgar. La variante utiliza un “agarre de potencia”, que pueden realizar todos los platirrinos, y esta versión adaptada del truco sí que pudo engañar a las tres especies de monos, independientemente de la anatomía de sus manos. Por tanto, la investigación muestra la fuerte interacción entre la propia capacidad física de realizar una acción y las predicciones que se pueden hacer del resultado de la acción en otros individuos de distinta especie.

Todavía queda mucha investigación al respecto para comprender qué mecanismos neuronales son los responsables de estas conductas y cómo afectan a las relaciones sociales. Sin embargo, investigaciones como esta ofrecen pruebas robustas de que las capacidades de un observador influyen en cómo se relaciona con su entorno y en cómo es capaz de predecir los movimientos de otros animales presentes en su medio.

QUE NO TE LA CUELEN:

Los monos ardilla tienen pulgares parcialmente oponibles y no pueden realizar un agarre de precisión con este. Sin embargo, los investigadores creen que sí que son capaces de entender que dicho agarre se puede realizar porque sí que pueden replicar el movimiento para agarrar objetos mayores.

REFERENCIAS (MLA):

Clayton, N. Manual action expectation and biomechanical ability in three species of New World monkey. Current Biology https://doi.org/10.17863/CAM.95030