Los mamuts pertenecen ya a nuestro imaginario colectivo. No nos cuesta demasiado imaginar sus corpachones peludos deambulando por una Tierra algo más joven. Sin embargo, la mayor parte de la información que creemos tener no viene de artículos científico o exposiciones. El mamut, con todo su simbolismo, ha sido secuestrado por la ficción y así es como ha llegado a nuestro imaginario colectivo, pervertido por el entretenimiento. Si somos estrictos tendremos que aclarar que, entre los mamuts de ficción, encontramos principalmente mamuts lanudos (Mammuthus primigenius), pero que ni el resto de los mamuts eran así ni los propios lanudos eran exactamente como nos muestra la industria del entretenimiento.

Así que, para poner remedio a todo esto, el CaixaForum de Madrid inaugura una exposición dedicada, enteramente, al más carismático de los mamíferos prehistóricos. Aparte de toda la información que aporta la exposición, esta cuenta con un atractivo más… material. Un esqueleto fosilizado de mamut lanudo. La estrella de la colección. Un gigante de otro tiempo cuyos huesos se han resistido a ser olvidados. Sus huesos se yerguen, orgullosos, como si los milenios no hubieran pasado por ellos y, desde las alturas, vigila la exposición. Pero… ¿qué sabemos sobre él?

Desde Rusia con amor

El ejemplar que exhibe el Caixaforum mide unos 3,5 metros de alto y 6 de largo. Eso es algo más alto que un elefante africano moderno, aunque prácticamente igual de alto. Y es que, aunque pueda parecer un verdadero coloso, muchos parientes del mamut lanudo excedían con creces estas dimensiones. Estos animales pertenecían a un orden de mamíferos conocido como proboscídeos, el cual cuenta con más de 200 especies conocidas de las cuales solo sobreviven tres, el elefante africano de selva, el africano de sabana y el asiático (siendo este último el pariente más cercano al mamut lanudo). Para hacernos una idea, si los proboscidios surgieron hace 60 millones de años, los mamuts lanudos solo aparecieron hace 5 millones y salieron de África hace 3,5 millones para extinguirse, más o menos, en el 2000 a.C.

Las últimas poblaciones sobrevivieron a duras penas en el Ártico ruso y, de hecho, de rusia es de donde viene este ejemplar, aunque algo más hacia el suroeste. Concretamente de la región de Tiumén, donde murió hace ya 40.000 o 50.000 años. Los huesos se han conservado durante este tiempo, en gran medida, por las bajas temperaturas de la zona, pero siempre hay otros factores que juegan su papel, como la acidez del terreno. Esa ha sido una de las claves por las que conocemos tanto sobre los mamuts lanudos, la gran cantidad de ejemplares que vivieron en climas como el descrito. Por otro lado, el tamaño de los cadáveres hace relativamente fácil que se conserven más o menos completos. Cuando hablamos de animales pequeños, es cierto que son mucho más frecuentes, pero también pueden ser devorados con más facilidad y sus huesos triturados convirtiéndolos en amasijos difíciles de recomponer.

La mejor defensa es un par de colmillos

Aparte de todas estas peculiaridades, la exposición del Cosmocaixa se centra en detalles acerca de los dientes de estos proboscídeos. Sus dos colmillos, especialmente grandes en el caso de los mamuts lanudos, se conocen como “defensas”. A diferencia de los primeros proboscídeos, cuyos colmillos estaban formados por una dura capa de esmalte alrededor de la dentina (el marfil) más dura y resistente, en los mamuts ya estaban completamente formados de dentina. Esta, depositada por capas a lo largo de los años de vida del animal, permite sacar conclusiones sobre su dieta, su velocidad de crecimiento, el clima e incluso sus embarazos. Como si fueran los anillos de un árbol, las defensas de un mamut lanudo son una suerte de biografía que la ciencia puede descifrar.

La clave está en analizar los isótopos que se encuentran en las distintas capas de esa dentina. Un isótopo es una de las formas en que se puede presentar un elemento químico en función de la cantidad de neutrones que haya en su núcleo. Por ejemplo, el hidrógeno tiene un protón en su núcleo y un electrón orbitándolo, pero cuenta con dos isópotos, uno con un neutrón acompañando al solitario protón y otro con dos neutrones junto al protón. La presencia de unos isótopos u otros de algunos elementos revela su origen y, por lo tanto, detalles importantes sobre el contexto en que se incorporó al material estudiado.

El marfil es, por lo tanto, otro de los puntos clave por los que conocemos tan bien a estas grandes bestias y, junto a él, está el pelo, que se ha conservado en algunos ejemplares enterrados en permafrost: masas de hielo que no se funden en ningún momento del año, como si fueran una perfecta cámara frigorífica. Poco a poco y gracias a la ciencia iremos descubriendo los verdaderos detalles de estos mamíferos prehistóricos, pero, que el público conozca esos detalles depende, en última instancia, de iniciativas como la de Cosmocaixa.

QUE NO TE LA CUELEN:

• Los mamuts no eran exclusivos de las regiones más frías, aunque normalmente solemos imaginar al mamut lanudo (Mammuthus primigenius) para representar a todo un género variadísimo de proboscídeos llamado Mammuthus y a quienes solemos conocer como mamuts.
• Los mamuts pasaron por varias oleadas de extinción a partir del último máximo glacial. La desaparición de sus praderas les afectó en varios golpes y aunque la enorme mayoría desapareció hace 12.000 años, algunos sobrevivieron hasta hace 4.300 en la isla Wrangel.

REFEFENCIAS (MLA):

• Pérez-Crespo, Víctor Adrián et al. “Geographic Variation Of Diet And Habitat Of The Mexican Populations Of Columbian Mammoth (Mammuthus Columbi)”. Quaternary International, 276-277, 2012, pp. 8-16. Elsevier BV, doi:10.1016/j.quaint.2012.03.014. Accessed 8 June 2020.
• Exposición | CaixaForum Madrid (no date). Available at: https://caixaforum.org/es/madrid/p/print3d_a87247586 (Accessed: April 27, 2023).