Ecosistema

La ciencia confirma una muy buena noticia: la capa de ozono está cerca de recuperarse

Hay buenas noticias para el planeta: la capa de ozono se recupera a un ritmo constante gracias al éxito de los acuerdos internacionales, con un agujero que este 2024 es notablemente más pequeño que en años anteriores

Recreación de la capa de ozono
Recreación de la capa de ozonoArchivo

Hacia mediados de este siglo, la capa de ozono podría estar completamente recuperada. Es un escenario que la comunidad científica internacional ya proyecta con fechas concretas, una hoja de ruta para la sanación del planeta que sitúa el hito principal en 2040. En esa fecha, se espera que la mayor parte de la ozonosfera logre volver a los niveles de 1980. Sin embargo, la recuperación será más lenta en las zonas polares, las más castigadas históricamente: el Ártico no alcanzaría ese mismo estado hasta 2045, mientras que la Antártida, donde el agujero ha sido siempre más persistente y de mayor envergadura, tendría que esperar hasta el año 2066. Este lento proceso de recuperación es vital para un ecosistema único, donde se ha observado que incluso los pingüinos están modificando la Antártida con su actividad biológica.

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Este logro monumental no es fruto del azar. Es el resultado directo de una cooperación global que sentó sus bases en la década de los ochenta, cuando la amenaza se cernía sobre todo el planeta. Acuerdos pioneros como el Convenio de Viena y, de forma decisiva, el Protocolo de Montreal de 1987, demostraron que la acción coordinada era posible y, sobre todo, eficaz. Se trata de un esfuerzo diplomático sin precedentes que ha conseguido revertir un daño medioambiental de escala planetaria. Este escudo protector es fundamental para la vida, mientras la ciencia sigue desvelando los secretos de nuestra estrella, como demuestran las imágenes más cercanas al Sol jamás capturadas.

De hecho, el éxito del Protocolo de Montreal reside en su asombrosa capacidad para haber eliminado más del 99 % de las sustancias químicas responsables del deterioro, tal y como han publicado en New Atlas. Compuestos como los clorofluorocarbonos (CFC), que antes eran omnipresentes en productos tan cotidianos como los aerosoles o los sistemas de refrigeración, fueron prácticamente erradicados gracias al compromiso de las naciones firmantes. Su retirada fue la que permitió que la atmósfera iniciara su lento, pero firme, proceso de regeneración.

El presente de un escudo en plena recuperación

Y las pruebas de esta regeneración son tangibles hoy en día. Los datos más recientes confirman que la tendencia positiva se mantiene, revelando que el agujero de ozono registrado en 2024 es más pequeño que en años anteriores. En concreto, su tamaño es inferior al observado durante el periodo comprendido entre 2020 y 2023, lo que supone una prueba irrefutable de que las medidas adoptadas hace décadas siguen dando sus frutos.

Asimismo, la batalla por proteger la atmósfera no se ha detenido con la prohibición de los CFC. La agenda medioambiental ha evolucionado, y ahora los esfuerzos se centran en los hidrofluorocarbonos (HFC) a través de la Enmienda de Kigali, aprobada en 2016. Aunque estos compuestos no dañan directamente la capa de ozono, son potentes gases de efecto invernadero. Su eliminación gradual no solo consolida la protección ya lograda, sino que, según las estimaciones de los expertos, podría evitar hasta medio grado Celsius de calentamiento global para finales de siglo.