
Ciencia
Cinco inventores que encontraron la muerte utilizando sus propias creaciones
Pese al avance que supusieron en sus respectivos ámbitos, estas creaciones costaron la vida a sus inventores

A lo largo de la historia, los inventores han desafiado los límites de la ciencia, la ingeniería y la creatividad. Sus ideas han transformado la vida humana en múltiples aspectos, pero a menudo esas innovaciones conllevaban riesgos significativos. Para algunos de estos visionarios, el precio de la innovación fue su propia vida, ya que murieron como consecuencia directa de probar sus inventos o confiar en ellos. Aquí exploramos cinco casos emblemáticos que ilustran cómo el afán de cambiar el mundo puede tener consecuencias trágicas.
1. Robert Cocking y la primera tragedia del paracaidismo
En 1834, el artista británico Robert Cocking intentó mejorar los diseños existentes de paracaídas. Inspirado por los avances del célebre inventor francés Jean-Pierre Blanchard, quien había realizado el primer salto con un paracaídas moderno, Cocking dedicó años a desarrollar un modelo que, en teoría, sería más seguro y eficiente.
El 24 de julio de ese año, se elevó sobre el cielo londinense colgado del globo aerostático Royal Nassau, llevando consigo su invento. Desde una altura de aproximadamente 1.500 metros, y ante la mirada expectante de una multitud, se soltó del globo. Al principio, todo parecía ir bien, pero su diseño, demasiado pesado, falló bajo la presión. La tela se rasgó, el paracaídas colapsó y Cocking murió al impactar contra el suelo.
Aunque su muerte fue un golpe para el desarrollo del paracaidismo, su sacrificio llevó a mejoras posteriores en el diseño de estos dispositivos, inspirando a futuros inventores a perfeccionar la tecnología.

2. Franz Reichelt y el salto desde la Torre Eiffel
Décadas después, en 1912, el sastre e inventor austríaco Franz Reichelt intentó revolucionar también la seguridad aérea con un traje-paracaídas diseñado para pilotos. Su innovación buscaba ser una solución portátil que permitiera a los aviadores escapar de sus aviones en caso de emergencia.
Reichelt realizó pruebas con maniquíes que arrojaba desde la ventana de su edificio en París, pero los resultados no eran concluyentes. Decidido a demostrar la eficacia de su diseño, obtuvo permiso para realizar una prueba en vivo desde la Torre Eiffel. Convocó a periodistas y fotógrafos el 4 de febrero de 1912, creando una gran expectativa.
Ese día, sorprendió a todos al anunciar que él mismo sería quien saltaría con el traje. A pesar de las advertencias de las autoridades y la oposición de sus amigos, Reichelt se lanzó desde el primer piso de la torre, a más de 50 metros de altura. El paracaídas no se desplegó correctamente y el sastre murió al instante. Este evento quedó registrado en fotografías y filmaciones que hoy son testimonios de su trágico final.
3. Henry Winstanley y el desafío del faro en alta mar
El inventor británico Henry Winstanley, conocido por sus ingeniosos artilugios mecánicos, encontró su destino en el primer faro construido en alta mar. En la década de 1690, tras perder dos barcos en las peligrosas rocas de Eddystone, frente a la costa sudoeste de Inglaterra, decidió construir un faro que ayudara a prevenir naufragios en la zona.
Winstanley diseñó y supervisó la construcción de esta torre sobre un terreno sumamente desafiante, enfrentando escepticismo por parte de las autoridades y de sus contemporáneos. En 1698, el faro de 27 metros de altura fue encendido, marcando un hito en la ingeniería marítima. Sin embargo, su estructura no soportaba los embates de las olas más violentas, por lo que en 1699 Winstanley reforzó su diseño, elevándolo a 40 metros.

Confiado en la robustez de su obra, declaró que pasaría una noche en el faro durante la peor tormenta que pudiera azotar la región. En noviembre de 1703, una tormenta histórica, con vientos de hasta 190 km/h, golpeó las Islas Británicas. Winstanley cumplió su promesa, pero el faro no resistió. Esa noche, la estructura fue destruida y su creador pereció con ella. Sin embargo, durante los cinco años que estuvo operativo, el faro evitó numerosos naufragios, sentando las bases para futuras construcciones en alta mar.
4. Georg Wilhelm Richmann y la electricidad mortal
El físico ruso de origen alemán Georg Wilhelm Richmann fue uno de los primeros en explorar los fenómenos eléctricos en el siglo XVIII. En 1752, inspirado por los experimentos de Benjamin Franklin sobre los rayos, decidió medir la fuerza de la electricidad atmosférica utilizando un electrómetro que había diseñado.
Para ello, instaló una varilla de hierro conectada a su instrumento en el techo de su casa. El 6 de agosto de 1753, durante una tormenta, Richmann regresó apresuradamente a su laboratorio para observar el comportamiento de su aparato. Mientras realizaba el experimento, una bola de relámpago surgió de la varilla y lo golpeó directamente en la cabeza. El impacto lo mató al instante.
Este evento, presenciado por un grabador que estaba documentando el experimento, marcó la primera muerte registrada durante una investigación eléctrica. Richmann, aunque perdió la vida, contribuyó a expandir el conocimiento sobre los peligros y propiedades de la electricidad.
5. William Bullock y la imprenta que le costó la vida
El inventor estadounidense William Bullock revolucionó la impresión en la década de 1860 al crear la prensa rotativa de bobina, un dispositivo que permitió imprimir a una velocidad sin precedentes. Su máquina, diseñada para alimentar rollos de papel automáticamente, fue clave en el auge de la prensa escrita.

En 1867, mientras instalaba una de sus prensas para el periódico Philadelphia Public Ledger, una correa se salió del mecanismo. En lugar de detener la máquina, Bullock intentó solucionarlo rápidamente con una patada, pero su pierna quedó atrapada en los engranajes. El accidente resultó en una grave lesión que derivó en gangrena. Durante la operación para amputar su pierna, Bullock falleció.
A pesar de su trágico final, su invención transformó la industria de la impresión, estableciendo los cimientos para la producción masiva de periódicos.
El precio de la innovación
Estos casos ilustran cómo el ímpetu por transformar el mundo a menudo implica asumir riesgos extraordinarios. Aunque estas tragedias resultaron en pérdidas humanas irreparables, también llevaron a avances significativos que beneficiaron a generaciones futuras. Estos inventores no solo dejaron un legado de innovación, sino también una lección sobre los peligros y las recompensas de desafiar lo desconocido.
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