Amenaza

Confirmado por la ESA: la megatormenta solar que podría destruir la vida en la Tierra

La Agencia Espacial Europea ha simulado la tormenta solar perfecta, un cataclismo que freiría satélites y redes eléctricas en horas, un evento que no es una posibilidad sino una certeza estadística para la que no estamos preparados,

Las tormentas solares son cada vez más amenazantes para la Tierra. La NASA quiere prepararse con un "gemelo digital" del Sol
Las tormentas solares son cada vez más amenazantes para la Tierra. La NASA quiere prepararse con un "gemelo digital" del Sol

Imaginen un mundo a oscuras. No durante unas horas, sino potencialmente durante años. El colapso de la red eléctrica es una de las consecuencias más graves que se desprenden de una reciente simulación de la Agencia Espacial Europea (ESA) sobre los efectos de una gran tormenta solar. El estudio advierte que los transformadores, piezas clave de la red, se quemarían en cadena, provocando apagones que durarían años. La logística para sustituir cada unidad es tan compleja que el reemplazo podría demorarse hasta dos años por pieza.

De hecho, este apagón masivo vendría acompañado del fin de internet tal y como lo conocemos. La misma tormenta que freiría las redes eléctricas se llevaría por delante la infraestructura de la red mundial. El golpe afectaría a los repetidores que amplifican la señal en los cables submarinos de fibra óptica, que no son otra cosa que la verdadera columna vertebral de la red mundial, dejando a continentes enteros incomunicados.

Asimismo, la causa directa de este desastre en tierra firme sería una gigantesca nube de plasma expulsada por el Sol, un fenómeno conocido como eyección de masa coronal. Esta enorme masa de materia solar, que tardaría horas en llegar, induciría corrientes eléctricas de una potencia descomunal en la corteza terrestre, un golpe de gracia devastador. Pero este no sería el primer ni el único impacto de la tormenta.

Un asalto solar en tres fases consecutivas

Antes de que esa nube de plasma llegue a nuestro planeta, una primera oleada de radiación solar habría hecho ya su trabajo. Llegaría en apenas ocho minutos tras la explosión en el Sol, inutilizando al instante las comunicaciones por radio y todos los sistemas de navegación por satélite, como el GPS. En un abrir y cerrar de ojos, la capacidad de geolocalización y de comunicación a larga distancia del planeta quedaría anulada.

A continuación, pocos minutos después de este primer impacto, una segunda oleada de partículas de alta energía chocaría directamente contra la magnetosfera terrestre. Su objetivo serían los miles de satélites que orbitan la Tierra, provocando daños irreparables en sus componentes electrónicos y destruyendo una parte fundamental de nuestra tecnología espacial. Este escenario se basa en el histórico evento Carrington de 1859, el patrón que los científicos usan para calibrar los peores efectos posibles. Esta vulnerabilidad no solo proviene de amenazas cósmicas, sino también de la creciente tensión geopolítica en órbita, donde se desarrollan nuevas capacidades que podrían iniciar una guerra invisible en el espacio.

En este sentido, y ante una amenaza de semejante envergadura, la ESA ya está trabajando en una posible solución. Se trata de la misión Vigil, cuyo lanzamiento está previsto para 2031. El objetivo de esta sonda es establecer un sistema de alerta temprana que orbite el Sol y nos avise de la llegada de estas tormentas con la suficiente antelación como para poder tomar medidas de protección en la Tierra. Un primer paso en un desafío para el que el mundo, a día de hoy, no parece estar preparado.