Feromonas
La contaminación vuelve a las moscas menos atractivas sexualmente
Un estudio concluye que la contaminación del aire reduce los niveles de feromonas en nueve especies de mosca y constata cómo amenaza el apareamiento
Que la contaminación impida que las moscas se apareen podría parecer una buena noticia. Al fin y al cabo, su zumbido intermitente, las cosquillas que nos provocan al posarse sobre cualquier parte del cuerpo o, peor aún, los patógenos que pueden transportar a la comida que tanto les atrae son elementos con los que seguramente preferiríamos no lidiar.
Sin embargo, además de zumbar y molestar, las moscas juegan un papel clave en el control de plagas, descomponen la vegetación o los excrementos al pudrirse y polinizan las flores, entre otras funciones. Sin ellas, se perdería el equilibrio en las interacciones ecológicas de todo el planeta, y las consecuencias serían palpables para todos los organismos, incluidos los seres humanos.
Por estos motivos, los resultados de un estudio publicado ayer en Nature Communicationsno son nada alentadores. El trabajo constata que la contaminación del aire interfiere con el apareamiento de las moscas, en concreto las moscas de la fruta o Drosophila melanogaster.
Comunicación por feromonas
En investigaciones anteriores, el equipo científico ya había constatado que la contaminación por ozono y óxido de nitrógeno degrada el olor de las flores e interfiere con su polinización por parte de insectos como las polillas. La comunicación sexual de las moscas, así como de muchos otros insectos, se establece principalmente a través de las feromonas, que tienen un componente químico (un enlace doble carbono-carbono) especialmente sensible al ozono.
Por ello, el equipo científico se planteó si la contaminación del aire también podía afectar a la habilidad de los insectos para encontrar pareja. En la mosca de la fruta, las feromonas que emiten los machos atraen a las hembras y repelen a otros machos. Además, durante la cópula, estas feromonas se transmiten de machos a hembras, de manera que una hembra recién copulada no es atractiva para otros machos hasta pasadas unas horas.
Para averiguar si el ozono era capaz de alterar este proceso, el equipo expuso a un grupo de moscas macho a una concentración ligeramente elevada de ozono, y midió las feromonas que emitían. Los resultados eran claros: dos horas de ozono reducían de manera significativa los niveles de feromonas en comparación con un grupo de control en el que las moscas solo estaban expuestas al aire del ambiente.
Machos que atraen a machos
Además, el equipo constató que la reducción en las feromonas afectaba a la atracción entre machos y hembras: las hembras no se veían tan atraídas por los machos del grupo expuesto a ozono. Pero, además, la reducción en el nivel de feromonas provocaba que los machos ya no se repelieran entre sí, y los machos del grupo expuesto a ozono se habían convertido en un objetivo sexual más para otros machos.
Estos mismos resultados se aplican a otras ocho especies de mosca Drosophila que también basan su cortejo sexual en las feromonas, según concluye el mismo estudio. Sin embargo, la especie D. suzukii, carente de feromonas y que se guía por estímulos visuales, no se vio afectada por los niveles de ozono.
Las moscas y sus feromonas han evolucionado a lo largo de millones de años, mientras que la concentración de contaminantes en el aire ha aumentado drásticamente en cuestión de décadas. Por ello es muy improbable, según el equipo investigador, que estos insectos sean capaces de adaptarse a una reducción en las feromonas como la que revela este estudio. Si así fuera, las poblaciones de moscas podrían disminuir de manera significativa, y así alterar el equilibrio ecológico de sus ecosistemas.
Más allá de las moscas
Ahora, el equipo se ha propuesto estudiar el efecto del ozono en otras especies de insectos. Las feromonas de la mayoría de especies de insectos tienen las mismas características químicas que las de las moscas, por eso es esperable que el comportamiento alterado de las moscas se refleje también en otros insectos.
En algunos de ellos, como las hormigas, las abejas o las avispas, la comunicación química va más allá del apareamiento, y utilizan las feromonas para identificar a los miembros de su colonia. Las próximas investigaciones irán orientadas a averiguar si la contaminación afecta a la estructura social de las hormigas cuando regresan de buscar alimento o a la de las abejas en sus colmenas. El estudio proporciona una explicación más de por qué las poblaciones de insectos están en declive a nivel mundial, que complementa al uso de insecticidas y la eliminación de los hábitats.
Además, el equipo investigador mantiene que los efectos de este comportamiento alterado podrían ser devastadores para el entorno y para el clima. La contaminación ambiental podría afectar también a la reproducción de los insectos polinizadores, como las abejas o las mariposas, un dato especialmente preocupante dado que el 80 % de nuestras cosechas se basan en la polinización de los insectos para prosperar. Bill Hansson, director del Instituto Max Planck de Ecología Química, concluye: “La única solución a este dilema es reducir inmediatamente los contaminantes de la atmósfera”.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Ha habido muchos intentos de demostrar que las feromonas también juegan un papel en humanos, y numerosas marcas venden perfumes que, supuestamente, favorecen la atracción sexual. Sin embargo, la evidencia científica disponible es, cuanto menos, dudosa. Los estudios que han expuesto a participantes a sustancias candidatas a ser feromonas (como la androstadienona, presente en el semen y el sudor de los hombres, o el estratetraenol, presente en la orina de las mujeres) no han encontrado diferencias significativas en la atracción sexual.
REFERENCIAS (MLA):
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