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Paleoantropología

Descubren dónde estuvieron nuestros antepasados durante 25.000 misteriosos años

Un reciente estudio genético y paleoecológico sugiere que los antepasados de todos los Homo sapiens no africanos vivieron 25.000 años en la meseta iraní antes de repartirse por el mundo

Meseta Persa, el lugar más probable donde vivieron los ancestros de todos los no africanos actuales durante los 20.000 años que siguieron a su migración fuera de África. Un período durante el cual también mezclaron sus genes con los de los neandertales. Leonardo Vallini, et al.Eurekalert

Hay una laguna de 25.000 años en nuestra historia como Homo sapiens y, hasta ahora, no sabíamos cómo llenarla. Los primeros individuos de nuestra especie vivieron hace 300.000 años. No parece mucho cuando lo decimos así. ¿Qué son 300.000 años comparados con los 4.500 millones que tiene la Tierra? ¿En qué se quedan frente a los 61 millones de años que duró el Jurásico? Somos un pestañeo en el tiempo, uno tímido y casi imperceptible, pero sigue habiendo muchas dudas sobre ese instante casi microscópico que duró 25.000 años nada más salimos de África, hace 70.000 años.

Sabemos mucho sobre nuestra historia como Homo sapiens , por supuesto, y, de hecho, cada vez sabemos más, pero mentiríamos si dijéramos que no hay grandes lagunas en nuestra biografía como especie. Por ejemplo: ¿A dónde fuimos al abandonar áfrica? ¿Dónde estuvimos durante los 25 años siguientes? Aquella población no fue una más, eran los antepasados comunes de todos los humanos no africanos de la actualidad: europeos, asiáticos, americanos y oceánicos. Es más, aquellas comunidades “perdidas” podrían ser las que más hibridaron con los neandertales antes de que empezaran a desaparecer. Y ahora, tras todos estos años, tenemos una buena pista de dónde estábamos.

Genética iraní

El estudio ha sido publicado en Nature Communications y es el resultado de una colaboración entre expertos de un gran número de instituciones y universidades. Entre ellos se encuentra la Universidad de Padua, en colaboración con la Universidad de Bolonia (Departamento de Patrimonio Cultural), la Universidad Griffith de Brisbane, el Instituto Max Planck de Jena y la Universidad de Turín. Tras varios años de investigación y empleando los últimos métodos disponibles, parecen haber llegado a una conclusión con fundamento tanto genético como paleoecológico: esos 25.000 años los pasamos en la meseta iraní. ¿Pero qué significa esto?

En prime lugar, el argumento genético se basa en la comparación del material genético de los actuales pobladores de la meseta iraní con los restos que tenemos de sus antepasados más remotos. La similitud entre ambos y la comparación con otras poblaciones permite concluir que, los habitantes modernos y antiguos de la meseta iraní son los que conservan trazas genéticas más parecidas a los primeros euroasiáticos. A este análisis genético se suma un gran cuidado para controlar los factores de confusión que podrían alterar los resultados, por eso han tenido en cuenta las muchas migraciones que ha habido desde entonces en este lugar del mundo.

Más que un ADN

Estas pruebas son muy valiosas, sin embargo, no tienen la contundencia suficiente como para cambiar el consenso paleoantropológico por sí solas. Hace falta algo más y ese algo ha sido el análisis paleoecológico. Tras estudiar las características ecológicas de esta región hace 75.000 años y analizar su hidrología, su flora y otros aspectos relevantes para la habitabilidad, los expertos han concluido que la meseta iraní era adecuada para la ocupación humana. Es más, esta zona habría sido capaz de albergar poblaciones de sapiens más grandes que en otras regiones cercanas.

Ahora, la meseta iraní o meseta persa, se encuentra repartida entre unos cuántos países de oriente medio. Concretamente: Afganistán, Azerbaiyán, Irán, Pakistán, Turkmenistán. Podríamos decir que, si bien Sudáfrica fue la cuna de la humanidad como miembros del género Homo, la meseta iraní ha sido la cuna del 87% de la población actual. Una cuna lejana, separada por más de 70.000 años durante los cuales no hemos dejado de expandirnos, ya sea geográfica o tecnológicamente.

Es más, por lo que sabemos de los neandertales, tiene sentido pensar que en esta meseta hubo un importante intercambio genético entre las dos especies. Porque es cierto, ya conocíamos en cierto modo las dinámicas que llevaron a la colonización más amplia de Eurasia y sabemos que ocurrieron a través de oleadas separadas en el tiempo. Ahora, en cambio, conocemos el epílogo de esa saga expansionista y, al fin, tenemos pistas sólidas de dónde se localizaba ese “centro” neurálgico a partir del que empezamos a ramificarnos y conquistar los continentes.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Los neandertales no estaban menos evolucionados que nosotros, ni mucho menos. Sabemos que tenían cultura y tal vez hasta expresiones artísticas. Que nosotros prevaleciéramos pudo deberse a muchos otros motivos, algunos más azarosos que causales. Cuando pensamos en la dinámica de poblaciones de nuestros antepasados debemos tener en cuenta este tipo de contingencias de algún modo, porque acaban siendo relevantes para comprender nuestro pasado.

REFERENCIAS (MLA):

  • Leonardo Vallini, Carlo Zampieri, Mohamed Javad Shoaee, Eugenio Bortolini, Giulia Marciani, Serena Aneli, Telmo Pievani, Stefano Benazzi, Alberto Barausse, Massimo Mezzavilla, Michael D. Petraglia, Luca Pagani, The Persian Plateau served as Hub for Homo sapiens after the main Out of Africa dispersal, Nature Communications, 2024 [https://www.nature.com/articles/s41467-024-46161-7]
  • Leonardo Vallini, Giulia Marciani, Serena Aneli, Eugenio Bortolini, Stefano Benazzi, Telmo Pievani, Luca Pagani. Genetics and Material Culture Support Repeated Expansions into Paleolithic Eurasia from a Population Hub Out of Africa, Genome Biology and Evolution, Volume 14, Issue 4, April 2022, evac045, https://doi.org/10.1093/gbe/evac045
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