Paleontología

Descubren el fósil de un delfín gigante en el Amazonas

Tenía el tamaño de un tiburón azul y sería el delfín de agua dulce más grande conocido hasta la fecha.

Paleontología
Representación artística de Penabista Yacuruna, el delfín de agua dulce de mayor tamaño.Jaime BranJaime Bran

Existen actualmente dos tipos de delfines de agua dulce, los que se encuentran en la región amazónica y los asiáticos. Ahora un equipo de científicos, liderados por Aldo Benites-Palomino de la Universidad de Zúrich, no solo habría descubierto el más grande hasta la fecha, también el eslabón que une las especies de los dos continentes.

Bautizado Pebanista yacuruna en honor a un pueblo acuático mítico que se cree habitaba la cuenca del Amazonas, este delfín medía entre 3 y 3,5 metros y habitó la región unos 16 millones de años atrás. Sorprendentemente, sus parientes vivos más cercanos se pueden encontrar en los delfines de río del sur de Asia. Los resultados se han publicado en Science Advaces.

Los delfines de río se encuentran entre los cetáceos modernos más raros y la mayoría de las especies existentes se encuentran en peligro crítico de extinción. Sin embargo, a pesar de su apariencia similar, estos animales no están directamente relacionados, sino que representan los supervivientes tardíos de diferentes grupos de cetáceos que alguna vez habitaron nuestro planeta.

El equipo de Benites-Palomino ha determinado que este cetáceo pertenece a los Platanistoidea, un grupo de delfines que eran comunes en los océanos del mundo hace entre 24 y 16 millones de años. Los investigadores creen que sus ancestros originalmente marinos invadieron los ecosistemas de agua dulce ricos en presas de la proto-Amazonia y se adaptaron a este nuevo entorno.

“Hace dieciséis millones de años, la Amazonia peruana tenía un aspecto muy diferente de lo que es hoy – explica Benites-Palomino -. Gran parte de la llanura amazónica estaba cubierta por un gran sistema de lagos y pantanos llamado Pebas. Este paisaje incluía ecosistemas acuáticos, semiacuáticos y terrestres (pantanos, llanuras aluviales, etc.) y se extendía por lo que hoy es Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Brasil”.

Cuando el sistema Pebas comenzó a dar paso a la Amazonia moderna hace unos 10 millones de años, nuevos hábitats provocaron la desaparición de las presas de la región, lo que llevó al delfín gigante a la extinción. Esto abrió un nicho ecológico que fue explotado por parientes de los actuales delfines del río Amazonas, que también se enfrentaban a la extinción en los océanos debido al surgimiento de nuevos cetáceos, como los delfines oceánicos modernos. Así, los hallazgos arrojan luz sobre la historia evolutiva de los delfines de agua dulce.

“Descubrimos que su tamaño no es el único aspecto destacable - añade Benites-Palomino -. Con este registro fósil desenterrado en el Amazonas, esperábamos encontrar parientes cercanos del delfín vivo del río Amazonas, pero, en cambio, los primos más cercanos de Pebanista son los delfines de río del sur de Asia, del género Platanista”.

Tanto los pebanistas como los platanistas comparten crestas faciales altamente desarrolladas, que son las estructuras óseas especializadas asociadas con la ecolocalización: la capacidad de “ver” emitiendo sonidos de alta frecuencia y escuchando sus ecos, de los que dependen en gran medida para cazar.

“Para los delfines de río, la ecolocalización o biosonar es aún más crítica, ya que las aguas que habitan son extremadamente turbias, lo que impide su visión – añade Gabriel Aguirre-Fernández, coautor del estudio -. El hocico alargado y con muchos dientes sugiere que Pebanista se alimentaba de peces, como lo hacen hoy otras especies de delfines de río.

La selva amazónica es una de las regiones más duras para el trabajo de campo paleontológico. Solo se puede acceder a los fósiles durante la estación seca, cuando los niveles de los ríos son lo suficientemente bajos como para exponer las antiguas rocas que contienen fósiles. Si estos fósiles no se recogen a tiempo, cuando el nivel del agua aumente, los arrastrará y se perderán para siempre. Ejemplo de ello es que la expedición para encontrar este fósil, el más peculiar de las decenas que encontraron, debió atravesar más de 300 kilómetros del río Napo.