Neurociencias

Descubren una nueva forma en la que aprende nuestro cerebro

El avance permitiría crear nuevas estrategias para tratar enfermedades como el Parkinson, pero también se puede usar para romper con malos hábitos.

Cerebro
Estas son las dos zonas implicadas en el aprendizaje en nuestro cerebroHernando Martinez VergaraHernando Martinez Vergara

En lo que respecta a cómo aprende nuestro cerebro, se sabía que las señales de dopamina en el cerebro generan errores de predicción de recompensa (RPE), que nos indican si un resultado real es mejor o peor de lo esperado. Ahora, un nuevo estudio, publicado en Nature, señala que junto al mecanismo RPE, existe una señal paralela de dopamina, llamada error de predicción de la acción (APE), que actualiza la frecuencia con la que se realiza una acción. Estas dos señales de aprendizaje ofrecen dos modos diferentes de aprender a elegir: la opción más valiosa o la más frecuente.

El hallazgo ha sido realizado por neurocientíficos del Centro Sainsbury Wellcome (SWC) del University College de Londres (UCL) y, básicamente, han descubierto que el cerebro utiliza un sistema dual para aprender mediante ensayo y error. Esta es la primera vez que se identifica un segundo sistema de aprendizaje, lo que podría ayudar a explicar cómo se forman los hábitos y proporcionar una base científica para nuevas estrategias que aborden afecciones relacionadas con el aprendizaje habitual, como las adicciones y las compulsiones. El estudio, realizado en ratones, también podría tener implicaciones para el desarrollo de terapias para el párkinson.

“En esencia, hemos encontrado un mecanismo que creemos que es responsable de los hábitos – explica Marcus Stephenson-Jones, líder del estudio, en un comunicado -. Una vez que se desarrolla una preferencia por una determinada acción, se puede obviar el sistema basado en valores y confiar únicamente en la política predeterminada de lo que se ha hecho en el pasado. Esto podría permitir liberar recursos cognitivos para tomar decisiones basadas en valores sobre otras cosas”.

El sistema de aprendizaje recién descubierto proporciona una forma mucho más sencilla de almacenar información que tener que comparar directamente el valor de las diferentes opciones. Esto podría liberar al cerebro para realizar múltiples tareas. Por ejemplo, una vez que haya aprendido a conducir, también podrá mantener una conversación con alguien durante el viaje. Mientras que su sistema neuronal realiza todas las tareas repetitivas para conducir el coche, su sistema basado en valores puede decidir de qué hablar.

“Imagina ir a tu restaurante local – añade Stephenson-Jones -. La primera vez, puedes tomarte tu tiempo para elegir un bocata y, dependiendo del que elijas, puede que te guste o no. Pero si vuelves en muchas ocasiones, ya no pierdes tiempo preguntándote cuál elegir, en cambio, te decides por el que más te gusta por defecto. Creemos que es la señal de dopamina APE en el cerebro la que permite almacenar esta política predeterminada”.

Estos hallazgos dan una pista de por qué es tan difícil romper con los malos hábitos y por qué sustituir una acción por otra puede ser la mejor estrategia. Si se sustituye una acción con la suficiente constancia, como masticar chicle de nicotina en lugar de fumar, el sistema APE podría tomar el control y formar un nuevo hábito que se sume al anterior.

“Ahora que sabemos que este segundo sistema de aprendizaje existe en el cerebro, contamos con una base científica para desarrollar nuevas estrategias para romper con los malos hábitos – concluye el estudio -. Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre adicciones y compulsiones se han centrado en el núcleo accumbens. Nuestra investigación ha abierto un nuevo camino para buscar posibles dianas terapéuticas en el cerebro”.