Un descubrimiento oculto durante milenios bajo la Antártida cambia lo que sabemos sobre el planeta

En las profundidades del continente antártico, un equipo internacional de científicos ha llevado a cabo una excavación sin precedentes que podría cambiar lo que sabemos sobre el deshielo polar y sus consecuencias globales.

La misión llevada a cabo en la Corriente de Hielo Kamb, al oeste de la Antártida, implicó atravesar casi 500 metros de hielo sólido, en uno de los entornos más extremos del planeta.

Un ecosistema oculto y activo

El objetivo era estudiar lo que se oculta bajo la plataforma de Hielo Ross, una estructura colosal que actúa como un muro natural, frenando el desplazamiento del hielo continental hacia el mar.

Pero lo que encontraron superó todas las expectativas y abrió nuevas líneas de investigación sobre los procesos ocultos que están afectando al clima global.

Durante décadas, los científicos han sospechado que, bajo la gruesa capa de hielo antártico, podrían existir sistemas dinámicos de agua. Sin embargo, hasta ahora no se había logrado registrar directamente algo de tal magnitud y profundidad.

Los primeros pasos en la investigación

Las perforaciones permitieron instalar una cámara que descendió al fondo del pozo, y se reveló un entorno completamente ajeno a lo que se conoce en la superficie. Lo que apareció ante los investigadores no se reveló de inmediato.

Las primeras imágenes mostraban un espacio amplio, oscuro, con corrientes lentas, sin señales claras al principio.

A medida que se analizaban los datos recogidos, empezaron a surgir patrones que hicieron que siguiese la investigación.

El gran descubrimiento bajo la Antártida

El sistema bajo la plataforma no estaba congelado ni inerte, sino que había un cauce activo, alimentado por lagos subglaciales que periódicamente descargan su contenido.

Ese flujo erosiona desde abajo la base de la plataforma, debilitándola y facilitando el deslizamiento del hielo hacia el océano, lo que acelera el aumento del nivel del mar.

Los científicos examinaron detenidamente las grabaciones y descubrieron que no solo había agua, sino vida. A más de 400 kilómetros del mar abierto, bajo más de un kilómetro de hielo, pequeños organismos parecidos a crustáceos se movían en la oscuridad.

Y lo que parecía un simple fenómeno geológico acabo en un hallazgo de un río subglacial gigantesco, con un ecosistema oculto que ha sobrevivido durante milenios, completamente aislado del exterior.