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Ciencia

El descubrimiento que obliga a reescribir la física: un agujero negro crece a un ritmo teóricamente imposible

Un agujero negro supermasivo, el objeto en rayos X más brillante del universo primitivo, crece a un ritmo que la ciencia creía imposible y su hallazgo podría resolver el misterio de la rápida formación de estos gigantes cósmicos

Agujero negro masivo Shutterstock

Las bases de la cosmología moderna se tambalean. Un descubrimiento en los confines del universo primitivo está poniendo en jaque lo que los científicos creían saber sobre la infancia del cosmos, un hallazgo que obliga a revisar los modelos actuales sobre la formación de las primeras galaxias. La confirmación de que los agujeros negros pueden crecer a un ritmo mucho más rápido de lo que se pensaba tiene consecuencias directas en la comprensión de cómo evolucionó todo lo que nos rodea. Este tipo de hallazgos son precisamente los que impulsan a los científicos en su búsqueda por descubrir nuevas leyes de la física que expliquen estas aparentes contradicciones.

El responsable de este revuelo científico es un agujero negro supermasivo oculto en el corazón del cuásar RACS J0320-35. Este gigante, observado en una época remota, apenas 920 millones de años después del Big Bang, no es un objeto cualquiera. Los datos recopilados han revelado que se trata de el objeto más brillante en rayos X detectado en los primeros mil millones de años de historia del universo, una fuente de energía descomunal que ha permitido su estudio a pesar de la enorme distancia.

De hecho, lo que hace extraordinario a este coloso es su voraz apetito, que desafía los límites teóricos de la física. Este agujero negro devora materia a una velocidad 2,4 veces superior al conocido como límite de Eddington, el umbral que hasta ahora se consideraba la barrera infranqueable para el crecimiento de estos monstruos cósmicos, una anomalía que detalla el medio ScienceAlert. Es, en esencia, un crecimiento a un ritmo teóricamente imposible.

La clave para desentrañar un antiguo misterio cósmico

Para llegar a esta asombrosa conclusión, los astrónomos se han basado en un minucioso análisis de los datos obtenidos por el Observatorio de Rayos X Chandra, de la agencia espacial estadounidense NASA. El estudio del espectro de luz que emite el cuásar ha sido determinante, pues sus características encajan a la perfección con los modelos que describen precisamente este tipo de acreción desbocada. En estos escenarios, la presión de la radiación no es suficiente para frenar la ingesta de materia.

Asimismo, este mecanismo de crecimiento acelerado, conocido como acreción de super-Eddington, podría ser la respuesta a uno de los grandes enigmas de la cosmología moderna: ¿cómo alcanzaron los primeros agujeros negros un tamaño tan colosal en tan poco tiempo? La existencia de este fenómeno explicaría la presencia de estos gigantes en el amanecer del universo mucho antes de lo que predecían las teorías convencionales, resolviendo una pieza fundamental del puzle cósmico. Este avance se suma a la continua exploración de otros misterios del cosmos, como el estudio de algún enigmático objeto interestelar que también ha captado la atención de los astrónomos.

Por último, la validación de estos resultados ha llegado con su difusión en la comunidad científica. El estudio que detalla este comportamiento extraordinario ha sido publicado en la prestigiosa revista especializada The Astrophysical Journal Letters, un paso que no solo confirma la robustez de las observaciones, sino que también abre una nueva ventana para que otros equipos puedan seguir explorando la infancia más temprana y desconocida de nuestro universo.