Objeto interestelar

El enigmático objeto interestelar 3I/ATLAS está cambiando de color

Un enigmático objeto interestelar que se aproxima al Sol desconcierta a los científicos: su color ha cambiado a verde y su extraña órbita y composición lo convierten en un cometa único en su especie

Cometa
Retrato del nuevo visitante, el 3I/AtlasASA/ ESA/HubbleASA/ ESA/Hubble

La comunidad científica lo tiene claro: es un cometa. Pero su comportamiento, tan extraño como fascinante, está obligando a los astrónomos a replantearse lo que creían saber sobre estos viajeros helados. Se trata de 3I/ATLAS, un objeto que ha llegado a nuestro vecindario cósmico desde el espacio interestelar y cuya aproximación al Sol se ha convertido en un espectáculo imprevisto que mantiene en vilo a los observatorios de todo el mundo.

De hecho, su transformación física en las últimas semanas ha sido radical. A medida que se acerca a nuestra estrella, el cometa ha desplegado una fisonomía mucho más definida. Los telescopios han captado cómo ha desarrollado una cola más larga y una "coma" —esa neblina de gas y polvo que envuelve su núcleo— mucho más pronunciada, una evolución que delata una intensa actividad en su interior. Este tipo de actividad gaseosa es clave para entender la dinámica de los cuerpos celestes, un campo en el que recientemente se han detectado enigmáticas emisiones de gas provenientes de una galaxia cercana.

Sin embargo, el cambio más desconcertante ha sido, sin duda, el cromático. La atmósfera que rodea al núcleo del cometa ha mutado de un tono rojizo a un intenso color verde esmeralda, una transformación que ha desatado un torbellino de teorías, tal y como han publicado en Futurism, sobre las causas de este fenómeno tan pocas veces observado en un visitante de otro sistema estelar.

Dos teorías para un misterio cósmico

Para dar una explicación a este viraje cromático, los expertos barajan actualmente dos hipótesis principales. La primera de ellas apunta a un aumento en la producción de cianuro y níquel en la coma del objeto, elementos que, al interactuar con la intensa radiación solar, podrían ser los responsables de emitir esa particular luz verdosa que ahora lo caracteriza. Este fenómeno subraya cómo la interacción con nuestra estrella puede provocar transformaciones inesperadas, máxime cuando todavía se descubren fenómenos como una misteriosa barrera en el Sol que desafía a los físicos.

Por otro lado, la segunda teoría, propuesta por el propio equipo del proyecto ATLAS que lo descubrió, sugiere que el color podría deberse a la formación de brillantes granos de hielo en su atmósfera. Estos fragmentos helados actuarían como pequeños espejos, reflejando la luz del Sol de una manera muy específica. Asimismo, la extrañeza del cometa no termina ahí, pues presenta una composición química atípica, con un 87 % de dióxido de carbono, algo muy poco habitual en los cometas de nuestro propio sistema solar.

Esta acumulación de rarezas, sumada a una órbita insólita que lo llevará cerca de Marte, Júpiter y Venus, ha alimentado, como es lógico, las especulaciones sobre un posible origen artificial. No obstante, y a pesar de su desconcertante comportamiento, toda la evidencia científica recabada hasta la fecha apunta a un origen natural. Se trata, en definitiva, de un cometa único, cuyo estudio promete desvelar nuevos secretos sobre los enigmáticos cuerpos que viajan entre las estrellas.