Espacio

No era un meteorito: La luz que cruzó la noche este fin de semana era algo diferente

El visitante de este sábado fue un superbólido, un meteoro con más de 100 veces el brillo de la luna

Superbólido de la noche del sábado 18 de mayo
Superbólido de la noche del sábado 18 de mayoEuropa Press

Un meteorito ha cruzado la península. O al menos eso se deduce de los miles de comentarios que han llenado las redes sociales este fin de semana, pero es un error. Es cierto que la noche del sábado al domingo, el cielo fue atravesado por una bola brillante y que, el espectáculo, atrajo la atención de infinidad de teléfonos en Portugal, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Madrid y Galicia. Los vídeos se viralizaron y no hay trampa ni cartón, esos fotogramas son un testigo riguroso de lo acontecido. Sin embargo, ni fue un meteorito ni cruzó la península. Porque una cosa es lo que vimos (una estela reluciente recorriendo buena parte del cielo nocturno) y otra lo que seamos capaces de deducir.

Reconstruyamos los hechos: A partir de los testimonios recogidos, podemos decir que nuestro visitante empezó a brillar a las 22:46 y que, en ese momento, volaba a unos 45 kilómetros por segundo, que convertido en kilómetros por hora serían 162.000. Para hacernos una idea, eso cubriría la distancia en línea recta entre Cáceres y Oporto en apenas 6 segundos. Esos primeros avistamientos tuvieron lugar cerca de Cáceres y, durante los siguientes segundos, su trayectoria tomó rumbo noroeste, casi hasta llegar a Oporto. Con eso podemos reconstruir su viaje sobre la superficie de un globo terráqueo, pero nos falta conocer la altitud, que empezó a 122 kilómetros de altura, y rápidamente descendió hasta los 54 kilómetros. Con esta información… ¿de qué se puede tratar?

Principales sospechosos

Cuando hablamos de objetos brillantes que cruzan la noche, recurrimos a un vergonzoso cajón de sastre donde mezclamos meteoro, meteorito, cometa, estrella fugaz, asteroide… En realidad, son objetos diferentes así que, para identificar a nuestro visitante nocturno debemos empezar aclarando todo esto. Por ejemplo, un asteroide es un objeto rocoso que se asemeja a una estrella en movimiento cuando se ve desde la Tierra con un telescopio. Los asteroides varían en tamaño desde unas pocas decenas de metros hasta casi mil kilómetros. La mayoría de los asteroides orbitan al Sol en un anillo entre Marte y Júpiter conocido como el cinturón de asteroides.

Por otro lado, un cometa es un objeto compuesto principalmente de hielo y polvo que exhibe una cabellera o coma y dos colas cuando se acerca al Sol. Los cometas son más brillantes y vistosos que los asteroides desde la Tierra. Se originan principalmente en la nube de Oort y el cinturón de Kuiper, mucho más allá de Plutón.

A partir de estos dos objetos, pueden formarse otros menores, como los meteoroides que son fragmentos de asteroides o cometas que se han partido en dos o más trozos. Por lo tanto, los meteoroides son muy variados debido a sus diferentes orígenes. Si uno de estos meteoroides entra en la atmósfera de la Tierra y comienza a brillar debido al rozamiento y la compresión del aire, se le llama meteoro y, finalmente, un meteorito es un meteoro que ha sobrevivido a la ablación térmica en la atmósfera de la Tierra y ha aterrizado en la superficie de la Tierra. Debido a su variado origen, los meteoritos pueden ser principalmente rocosos, metálicos o mixtos, y su composición es muy variada. Y ahora que conocemos las posibilidades, podemos identificar a nuestro sospechoso.

Un bólido

Para ser precisos, lo que vimos la madrugada entre el sábado y el domingo fue un bólido, que es un meteoro especialmente brillante. De hecho, por su aspecto, debía tratarse de un meteoro pequeño, de no más de 30 centímetros que, posiblemente, terminó por consumirse antes de alcanzar el suelo. Si esto es cierto, en ningún caso se convirtió en meteorito. Es más, en este caso y, aunque no está confirmado, es probable que el meteoro fuera un fragmento de un cometa. Ahora bien… ¿por qué brillan así los bólidos?

Cuando un objeto que viaja por el espacio entra en nuestra atmósfera, empieza a calentarse. Esto se debe en parte al rozamiento con el aire, pero, sobre todo, a cómo se comprime este en la parte frontal del objeto a medida que avanza. El aumento de temperatura hace que se inicie una combustión, produce luz, y en ocasiones es tan intensa que el meteoro se fractura y el brillo aumenta. En este caso, su brillo ha sido tan intenso que superaba en más de 100 veces a la Luna y, de hecho, pasa a formar parte de una categoría conocida como “superbólidos”.

Y, aunque los meteoros son tremendamente frecuentes, los bólidos lo son un poco menos y, los superbólidos, todavía menos. De hecho, son relativamente raros y no podemos estimar cuándo volveremos a ver uno atravesando la noche. Solo podemos conformarnos con el espectáculo que ya hemos vivido y esperar que, en algún momento, se repita con otro meteoro.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Los superbólidos son poco frecuentes, pero sumamente interesantes para la ciencia. Por un lado, su brillo nos proporciona información interesante sobre estos objetos, fragmentos antiquísimos, tan viejos como nuestro propio sistema solar. Por otro lado, son tan brillantes que podemos verlos incluso desde el espacio, y eso significa que, si podemos ver los superbólidos de la Tierra desde fuera, podemos ver desde la Tierra los superbólidos que ocurren en otros planetas, como, por ejemplo, en Júpiter.

REFERENCIAS (MLA):

  • Carroll, Bradley W, and Dale A Ostlie. An Introduction To Modern Astrophysics. Pearson/Addison Wesley, 2009.