Evolución
Este es el gusano que alimenta a sus crías con leche
Pone huevos, pero alimenta a sus crías con una sustancia similar a la leche, rica en grasas.
Dentro de la zoología, uno de los casos más extraños es el del ornitorrinco, un marsupial endémico de Oceanía que pone huevos y resulta ser mamífero. Ahora, a este experimento de la evolución, se suma el de la culebrita tapiera (Siphonops annulatus), una especie de anfibio que habita en regiones tropicales de América del Sur y alimenta a sus crías con una especie de leche rica en lípidos.
De acuerdo con un reciente estudio publicado en Science, este animal muestra comportamientos no observados previamente y ofrecen nuevos conocimientos sobre el cuidado y la comunicación de los progenitores de la especie. Entre los vertebrados, la yema embrionaria suele ser la única inversión nutricional que las madres ofrecen para alimentar a sus crías. Sin embargo, algunas especies han desarrollado conductas de cuidado parental que implican la producción y el suministro de alimentos especializados, como la producción de leche rica en lípidos en los mamíferos.
Alimentar a sus crías con leche se consideró durante mucho tiempo como un rasgo exclusivo de los mamíferos. Sin embargo, se ha documentado que varias especies no mamíferas, incluidas ciertas arañas, producen nutrientes para alimentar a la descendencia de una manera que, funcionalmente, es muy similar a la leche de los mamíferos.
En este estudio, liderado por Pedro Mailho-Fontana, se describe un comportamiento de aprovisionamiento de “leche” no observado previamente en una especie de anfibio que pone huevos. Mientras estudiaba las conductas de alimentación de los S. annulatus, Mailho-Fontana observó que la descendencia también consumía un material secretado por la cloaca de la madre. Según los hallazgos, S. annulatus produce un recurso rico en lípidos y carbohidratos en las glándulas dentro de las paredes del oviducto (a las que los autores se refieren como leche) y alimenta a las crías con él varias veces durante el día y aparentemente en respuesta al contacto físico y señales sonoras de la descendencia.
Hasta la fecha no se conoce que este tipo de comunicación entre madres e hijos exista en ningún otro anfibio. Este aprovisionamiento se produjo durante aproximadamente dos meses después de la eclosión y contribuyó al rápido crecimiento de las crías. “El estudio del equipo de Mailho-Fontana abre nuevas áreas de investigación para esta especie y para la biología de los anfibios en general – concluye la zoóloga de la Universidad de Berkeley, Marvalee Wake, en un artículo relacionado en Perspective -. También proporciona un enfoque ampliado para investigar la evolución de modos derivados de reproducción en el sentido más amplio y comprender mejor aspectos clave de la biología evolutiva".
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