
Envejecimiento
Un estudio detecta evidencia de que el envejecimiento es contagioso
Los efectos se observaron tanto en ratones como en humanos, señalan los autores.

El título del estudio, publicado en Metabolism, ya llama la atención: La propagación de fenotipos senescentes por HMGB1 extracelular depende de su estado redox. Aunque también, hay que admitirlo, es algo confuso. Lo interesante es cómo comienza: “La senescencia celular se propaga sistémicamente a través de la circulación sanguínea” o, lo que es lo mismo, el envejecimiento celular va en nuestra sangre.
Con el tiempo, el envejecimiento nos afecta a todos, pero nuevas evidencias sugieren que, en aspectos clave, podría ser una enfermedad contagiosa. El estudio, realizado por científicos de Corea del Sur y de la Universidad de Berkeley en Estados Unidos, descubrió, analizando células humanas y de ratones, que inyectar la proteína mensajera de ADN HMGB1 de una persona mayor puede provocar procesos muy similares al envejecimiento.
Aunque normalmente reside en los núcleos celulares y “organiza” el ADN, la HMGB1 se libera cuando la célula que la alberga comienza a envejecer o a sufrir estrés, lo que provoca que la célula deje de dividirse y comience a deteriorarse en un proceso conocido como senescencia.
Una vez fuera de su hábitat natural, la proteína actúa de forma muy diferente y puede cambiar de forma según la cantidad de oxígeno a la que esté expuesta; cuando carece de oxígeno, la HMGB1 se considera "reducida".
Los autores, liderados por Christopher D. Wiley, descubrieron que, cuando la proteína se reduce, parece actuar como una especie de mensajero del envejecimiento, provocando que las células a las que se une envejezcan y se vuelvan senescentes.
La forma oxidada de HMGB1, por otro lado, no parece tener el mismo efecto: cuando otras células se expusieron a la proteína oxidada, se mantuvieron sanas y se dividieron como debían, explica el estudio.
Al probar este efecto primero en células humanas de riñón, pulmón, músculo y piel, los investigadores descubrieron que, al exponerse a la forma reducida de HMGB1, las células sanas comenzaron a mostrar signos de envejecimiento, como senescencia y liberación de moléculas inflamatorias. Sin embargo, cuando las células sanas se expusieron a la proteína oxidada, continuaron dividiéndose con normalidad y mantuvieron su salud; este efecto se observó en todos los tipos celulares.
El estudio señala que también se observaron efectos similares en experimentos con ratones. Al inyectar pequeñas dosis de HMGB1 reducida a ratones jóvenes y sanos, comenzaron a mostrar signos de envejecimiento prematuro en tan solo una semana, incluyendo senescencia e inflamación asociadas con el envejecimiento.
Y al examinar muestras de sangre de adultos humanos de entre 70 y 80 años, los investigadores encontraron niveles mucho más altos de HMGB1 reducida en comparación con personas de 40 años, y el mismo efecto se observó también en ratones de laboratorio de edad avanzada.
“Este estudio revela que las señales de envejecimiento no se limitan a células individuales, sino que pueden transmitirse sistémicamente a través de la sangre", explicó Ok Hee Jeon, coautor del estudio, en un comunicado.
En otras palabras, esta investigación no solo tiene implicaciones para los tratamientos antienvejecimiento en el futuro, sino que también ofrece una nueva perspectiva sobre cómo el envejecimiento parece "moverse" por el cuerpo, pasando de célula en célula para absorber su energía vital como si fueran vampiros microscópicos. Es un trabajo inicial, pero ofrece una visión fascinante de los mecanismos que nos llevan a todos a sucumbir al paso del tiempo.
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