Astronomía

Una explosión a años luz podría borrar la vida del planeta

Incluso a una distancia de hasta 36 años luz tendría suficiente energía para vaporizar nuestra atmósfera, dejándonos expuestos a temperaturas criogénicas, radiación ultravioleta abrasadora y una falta total de oxígeno.

Kilonova/Nasa
Representación artística de una kilonovaNASANASA

El final del planeta puede tener diferentes “rostros”, desde un asteroide, una guerra nuclear o el propio cambio climático. Y ahora se agrega una nueva amenaza: una kilonova. Este evento suele ser el resultado de una colisión entre dos estrellas de neutrones dentro de un sistema binario, o cuando una estrella de neutrones y un agujero negro se fusionan. Estas colisiones liberan cantidades de radiación electromagnética que derriten el cerebro en forma de explosiones de rayos gamma. Incluso si estuvieran a decenas de años luz de distancia, dos estrellas de neutrones en colisión podrían crear una explosión lo suficientemente poderosa como para acabar con la vida en la Tierra.

Al menos eso es lo que afirma un estudio reciente publicado en The Astrophysical Journal, en el que un equipo de científicos concluyó que una kilonova podría representar una gran amenaza para planetas similares a la Tierra, incluso a grandes distancias interestelares. La buena noticia es que, hasta donde sabemos, no hay ningún par de estrellas de neutrones que amenacen con fusionarse cerca de la Tierra (la más cercana se encuentra a más de 100 años luz), lo que significa que estamos a salvo de kilonovas devastadoras.

Los autores, liderados por Haille Perkins, basaron su investigación en una kilonova denominada GW170817, que fue detectada en 2017 por los observatorios de ondas gravitacionales LIGO y Virgo, y se cree que fue provocada por un par binario de estrellas de neutrones que se fusionaron a unos 130 millones de años luz de la Tierra.

Mediante simulaciones por ordenador, el equipo intentó estimar la distancia mínima a la que un evento de este tipo aún podría ser seguro y descubrieron que una kilonova a unos 16 años luz de la Tierra podría generar suficiente resplandor de rayos X para ionizar nuestra atmósfera. Incluso a distancias de hasta 36 años luz de distancia, la devastadora onda de choque podría interactuar con partículas para crear suficientes rayos cósmicos para vaporizar nuestra atmósfera, dejándonos expuestos a temperaturas criogénicas, radiación ultravioleta abrasadora y una falta total de oxígeno. En pocas palabras, probablemente sería el fin de la vida en la Tierra.

“La distancia específica de seguridad y el componente más peligroso son inciertos, ya que muchos de los efectos dependen de propiedades como el ángulo de visión del evento, la energía de la explosión, la masa de material expulsado y más – concluye Perkins -. Con la combinación de parámetros que seleccionamos, parece que los rayos cósmicos serán los más amenazadores. Actualmente, solo tenemos una detección confirmada de una kilonova procedente de una fusión de estrellas de neutrones binarias, por lo que cualquier observación adicional limitará las incógnitas".