Ciencia
¿Funciona de verdad la “regla de los tres segundos” con la comida? La ciencia tiene una respuesta
Un gesto tan cotidiano como recoger del suelo un trozo de pan o fruta sigue generando debate. La bioquímica Teresa Arnandis ha puesto a prueba una de las creencias más persistentes sobre higiene alimentaria
Todos lo hemos hecho alguna vez: se cae una trozo de comida, miramos a los lados y, si pasa menos de tres segundos, la rescatamos del suelo con la conciencia tranquila. La llamada “regla de los tres segundos” promete que la rapidez actúa como escudo frente a los gérmenes, pero… ¿tiene algún fundamento real?
Teresa Arnandis, bioquímica y divulgadora científica conocida en redes como @ladyscienceofficial, ha decidido comprobarlo en su laboratorio. En un vídeo que acumula miles de visualizaciones, la investigadora reproduce el experimento clásico para poner a prueba esta creencia y demuestra que la contaminación ocurre de forma inmediata, sin importar la velocidad del rescate.
El experimento que desmonta la "regla de los tres segundos"
“Vamos a comprobar si la regla de los tres segundos es un mito o tiene algo de realidad”, explica Teresa al inicio del vídeo. Para ello, utiliza dos muestras del mismo alimento: una que deja caer al suelo y otra que mantiene limpia. Ambas se colocan sobre sendas placas Petri con agar, el medio de cultivo habitual para bacterias, y se incuban a 37 ºC, la temperatura corporal humana.
El resultado no deja margen de duda. “Podemos observar que el que ha caído forma gran cantidad de colonias bacterianas, mientras que el que no ha caído apenas contiene contaminación”, detalla la bioquímica, mostrando las imágenes comparativas. La diferencia visual entre las placas revela lo que los estudios microbiológicos llevan años confirmando: el contacto con una superficie contaminada basta para que los microorganismos se transfieran de inmediato al alimento.
“Ahora ya sabes que lo que cae al suelo no se come”, concluye la bioquímica, desmintiendo con evidencia empírica una regla que, aunque popular, carece de base científica.
Qué dice la ciencia más allá del experimento
El experimento de Arnandis no es un caso aislado. En 2016, un equipo de la Universidad Rutgers (EE. UU.) publicó en el Journal of Applied Microbiology una investigación que analizó distintos tipos de alimentos y superficies, desde baldosas hasta moquetas, para medir la transferencia bacteriana. Su hallazgo fue rotundo: el 99 % de la contaminación ocurre en el instante del contacto, independientemente de si el alimento se recoge al segundo o al minuto.
El tipo de suelo o la humedad del entorno sí influyen en la cantidad de bacterias que pasan al alimento, pero no eliminan el riesgo. Según el estudio, las superficies más lisas (como el acero o el azulejo) transfieren menos microorganismos que las rugosas, pero la diferencia nunca llega a suponer seguridad real.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recuerdan además que algunas bacterias comunes en el entorno doméstico, como Salmonella o Listeria monocytogenes, pueden sobrevivir días o incluso semanas en superficies. Por tanto, un suelo aparentemente limpio puede albergar patógenos invisibles capaces de causar intoxicaciones alimentarias.
El Food Standards Agency británico insiste en que la contaminación cruzada es una de las principales vías de transmisión de enfermedades gastrointestinales y que ningún tiempo de exposición al suelo puede considerarse “seguro”.
La llamada “regla de los tres segundos” es, en realidad, una muestra de cómo la mente humana tiende a justificar sus actos cotidianos con argumentos convenientes. Nos hace sentir mejor pensar que la rapidez equivale a limpieza. Sin embargo, como recuerda Arnandis, las bacterias no entienden de relojes.
Así que la próxima vez que algo se te caiga al suelo, la ciencia ya tiene la respuesta: no importa si pasa un segundo o diez, el riesgo está servido. Y aunque sea una galleta recién horneada, la mejor decisión sigue siendo dejarla ahí.