Espacio
Hallazgo histórico de la NASA: encuentran moléculas esenciales para el origen de vida en el asteroide Bennu
Las primeras investigaciones exhaustivas sobre las muestras traídas revelan un conjunto de compuestos que alimenta las teorías sobre cómo surgieron los ingredientes de la vida en el Sistema Solar primitivo
Desde que la cápsula con material del asteroide Bennu aterrizó en Utah en septiembre de 2023, científicos de todo el mundo han seguido con expectación cada nuevo análisis. El objetivo de la misión OSIRIS-REx, la primera de la NASA que logra traer a la Tierra fragmentos perfectamente conservados de un asteroide cercano; era responder preguntas fundamentales: cómo se formaron los primeros cuerpos rocosos, de qué modo se distribuyeron los compuestos orgánicos por el espacio y qué papel jugaron estos materiales en el surgimiento de la vida. Los últimos resultados, compartidas esta semana por la NASA, apuntan a un escenario aún más rico y diverso del que anticipaban los investigadores.
Azúcares biológicos que apuntan al “mundo del ARN”
Una de las revelaciones más impactantes procede del equipo dirigido por Yoshihiro Furukawa, de la Universidad de Tohoku. En las muestras, analizadas en condiciones de máxima pureza para evitar contaminaciones terrestres, se han identificado azúcares esenciales para la biología, entre ellos ribosa, un azúcar de cinco carbonos fundamental para el ARN, y glucosa, el compuesto del que obtienen energía la mayoría de las formas de vida actuales.
Aunque no se trata de evidencia de organismos vivos, sí constituye una confirmación de que los “bloques” necesarios para construir moléculas complejas estaban ya presentes en el entorno en el que se formó el Sistema Solar. La combinación de ribosa, nucleobases, aminoácidos y ácidos carboxílicos, todos detectados previamente en Bennu, refuerza la idea de que los primeros procesos prebióticos pudieron ocurrir en superficies heladas como la de su asteroide progenitor.
Un detalle significativo es la ausencia de desoxirribosa, el azúcar del ADN. Si Bennu es representativo de otros cuerpos primitivos, la ribosa podría haber sido más abundante que su “prima” desoxirribosa en los entornos preplanetarios, lo que encaja con la hipótesis del “mundo del ARN”: un periodo en el que esta molécula habría desempeñado simultáneamente el papel de almacenar información y catalizar reacciones químicas.
Incluso hay quien asegura que estos hallazgos que alimentan la teoría de la panspermia que sostiene que la vida en la Tierra no se originó en el planeta de manera endógena, sino que esta ocurrió en el espacio exterior en forma de microorganismos que fueron llegando a través de meteoritos.
Una sustancia gomosa inédita en rocas espaciales
El segundo hallazgo destacado llega del trabajo liderado por Scott Sandford (NASA Ames) y Zack Gainsforth (Universidad de California, Berkeley). Su equipo describe una sustancia polimérica flexible, rica en nitrógeno y oxígeno, que nunca antes se había encontrado en un material extraterrestre. El compuesto, comparado por los investigadores con una especie de “chicle espacial”, podría haberse formado por la polimerización de carbamatos en los inicios del asteroide progenitor de Bennu.
El material, hoy endurecido, pero en su origen maleable, sugiere que los procesos químicos que se dieron en los cuerpos primitivos eran más complejos de lo asumido. Este tipo de polímeros, capaces de reaccionar con otras moléculas y aumentar su complejidad, podría haber contribuido a generar un caldo químico fértil antes de que el asteroide se calentase y pasara por fases acuosas. Su observación, lograda gracias a técnicas de microscopía avanzadísimas, añade una pieza inesperada al rompecabezas de cómo se ensamblaron los compuestos que precedieron a la vida.
Aún más sorprendente es el análisis liderado por Ann Nguyen en el Centro Espacial Johnson. En las rocas transportadas por OSIRIS-REx, los investigadores han encontrado una cantidad excepcional de polvo presolar, restos de estrellas que explotaron antes incluso de la formación del Sol. Las muestras contienen hasta seis veces más granos de supernova que cualquier meteorito o astromaterial estudiado hasta la fecha.
Esta abundancia indica que el cuerpo primigenio de Bennu se formó en una región del disco protoplanetario muy rica en material interestelar antiguo. Pese a la alteración acuosa que sufrió el asteroide en algún momento de su historia, se han conservado “bolsillos” de material sin procesar, que permiten estudiar directamente fragmentos de estrellas anteriores al propio Sistema Solar.
Los tres estudios conforman un retrato sorprendente: Bennu no es solo un vestigio del pasado, sino un archivo químico extremadamente diverso, donde conviven ingredientes primitivos, materiales complejos y restos estelares anteriores a la existencia del Sol. Con cada nueva publicación, el asteroide confirma su valor como cápsula del tiempo y refuerza la idea de que los componentes fundamentales para iniciar la vida pudieron estar ampliamente distribuidos en nuestro vecindario cósmico.