
Satélite
Han encontrado un meteorito sorprendente: podría explicar muchas cosas
Un meteorito descubierto en África abre una ventana sin precedentes a la historia volcánica de la Luna

El año 2023 marcó un antes y un después para el estudio de nuestro satélite. El hallazgo de un meteorito de unos 2.350 millones de años en África ha aportado nuevos datos sobre la evolución volcánica de la Luna, cubriendo un vacío de miles de millones de años en la comprensión de su desarrollo.
Este cuerpo celeste, bautizado oficialmente como Noroeste de África 16286, representa el meteorito lunar basáltico más joven jamás encontrado en la Tierra hasta la fecha. Su composición geoquímica es particular, lo que lo distingue de otras muestras lunares obtenidas en misiones espaciales anteriores. También lo distinguen de otros restos lunares que alcanzan nuestro planeta procedentes de la Luna.
La evidencia química sugiere que esta roca se formó a partir de un flujo de lava que se solidificó tras emerger de las profundidades lunares. Su antigüedad es especialmente importante, ya que ofrece una perspectiva de la actividad volcánica que hasta ahora se desconocía en el registro geológico lunar.
Un puzle cósmico que se completa
Este hallazgo es notablemente relevante porque cubre una laguna de casi mil millones de años en la cronología de la actividad volcánica lunar, tal y como recoge el medio Science Alert. El meteorito actúa como un puente entre las muestras más antiguas, recogidas por las misiones Apolo, Luna y Chang'e 6, y los materiales mucho más jóvenes traídos por la misión china Chang'e 5.
Su edad resulta crucial porque demuestra que la actividad volcánica en la Luna se mantuvo durante un periodo considerablemente más extenso de lo que indicaban las muestras lunares obtenidas con anterioridad. La roca proporciona, por primera vez, pruebas de que la Luna conservó procesos internos de generación de calor, los cuales impulsaron la actividad volcánica a lo largo de diversas fases diferenciadas en su historia.
El meteorito, con un peso de 311 gramos, pertenece a una clase de basalto volcánico lunar conocida como basalto olivino-fírico. Este tipo de roca se caracteriza por contener cristales relativamente grandes del mineral olivino, lo que ya da pistas sobre su origen y formación.
Claves químicas y un viaje inesperado
La composición química de este meteorito ofrece una historia intrigante. Presenta niveles moderados de titanio, altas concentraciones de potasio y una inusual proporción de uranio a plomo. Este perfil constituye una huella geoquímica única que lo diferencia de otros hallazgos.
Estas pistas químicas sugieren que la roca proviene de las profundidades del interior lunar, donde los procesos de generación de calor, posiblemente derivados de la desintegración de elementos radiactivos a lo largo de periodos prolongados, continuaron impulsando la actividad volcánica miles de millones de años después de la formación de la Luna.
A diferencia de las muestras obtenidas mediante costosas misiones espaciales, que se limitan a sitios de aterrizaje específicos, los meteoritos presentan una ventaja diferente. "Los meteoritos lunares pueden ser eyectados por cráteres de impacto que ocurren en cualquier parte de la superficie lunar. Hay cierta fortuna en torno a esta muestra; simplemente cayó a la Tierra y desvela secretos sobre la geología lunar sin el gasto masivo de una misión espacial", explicó el doctor Joshua Snape, investigador de la Universidad de Mánchester.
Como la mayoría de los meteoritos de origen lunar, su viaje hasta la Tierra no fue precisamente tranquilo. Sus cavidades y vetas vítreas fundidas indican que sufrió un impacto considerable por un asteroide o meteorito en la superficie lunar antes de ser expulsado al espacio y finalmente caer. Este evento de impacto dificulta la datación de la roca, aunque los investigadores estiman su edad con un margen de 80 millones.
Mientras los investigadores prosiguen con el análisis de este notable meteorito, el hallazgo nos recuerda que, en ocasiones, los descubrimientos científicos más importantes no proceden de misiones espaciales de alto coste, sino de rocas que sencillamente caen del cielo, portando los secretos de mundos más allá del nuestro.
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