Estudio

Una investigación de la Sábana Santa demuestra que los cristianos tenían razón sobre el entierro de Jesús

Según las costumbres funerarias judías, los cuerpos no podían ser lavados antes de su enterramiento

Sábana Santa
Sábana Santa La Razón

El Santo Sudario de Turín, que muestra la imagen de un hombre con marcas y traumas físicos propios de una crucifixión, es una de las reliquias cristianas más polémicas del mundo. La controversia sobre su fecha y las marcas que presenta ha llevado a hacer innumerables investigaciones sobre la Sábana Santa que, para los cristianos, envolvió el cuerpo de Jesucristo tras su muerte ha más de 2.000 años.

Frente a la teoría de que este lienzo de lino de 4,42 metros de largo por 1,13 metros de ancho fue utilizado para amortajar a Jesús, se encuentra la de que fue elaborado como obra de arte durante la época medieval.

La datación por radiocarbono realizada en un estudio de 1989 sobre el Santo Sudario de Turín lo fechó entre 1260 y 1390, lo que coincide con la teoría medieval. Posteriormente, en 2005, un equipo liderado por Raymond Rogers argumentó que la muestra analizada mediante la datación por radiocarbono provenía de una zona que había sido reparada y, por lo tanto, era más reciente que la tela original.

La última polémica ha surgido tras un reciente análisis realizado mediante modelado tridimensional que plantea que esta tela no habría cubierto un cuerpo humano real, sino que habría sido moldeada sobre una figura en bajorrelieve, probablemente como parte de una representación artística medieval.

Otro estudio, llevado a cabo en 1998, determinó que el cuerpo de Jesús fue lavado antes de su entierro. Ese informe asegura que la gran mayoría de las manchas de sangre en el Santo Sudario correspondían a sangre post mortem que había supurado de heridas debido al lavado del cuerpo.

Ahora, una investigación llevada a cabo por Kelly Kearse, inmunóloga de la Universidad Johns Hopkins, demuestra no sólo que la Síndone cubrió un cuerpo humano sino que ese cadáver presentaba unas características que coinciden con la forma de enterrar en la época de Jesús y con las Escrituras.

Enterramiento sin lavar el cuerpo

Según las costumbres funerarias judías, los cuerpos no podían ser lavados antes de su enterramiento y, además, la Biblia dice que el cuerpo de Jesús estaba únicamente envuelto en especias.

A través de fotografía ultravioleta, Kearse analizó muestras de sangre humana en condiciones post mortem, como coagulación reducida y acidez elevada, y cómo se transfiere a la tela.

Así, su investigación, publicado en la SciencePG, ha establecido la presencia en la Sábana Santa de componentes sanguíneos auténticos proveniente de heridas y han demostrado la existencia de numerosos bordes de suero, lo que indica la transferencia al sudario de sangre fresca y en estado gelatinoso, o seca y que se volvió a rehumedecer en el ambiente húmedo de una tumba en una gruta.

Y es que estos halos o bordes de suero sólo se forman si la sangre comenzó a coagularse antes de tocar la tela, lo que demuestra que la sangre provenía directamente de heridas frescas y sin lavar.

En el caso de que las heridas hubieran sido lavadas, la inhibición de la coagulación impide la formación de bordes de suero en las manchas de sangre, observación incompatible con lo obtenido en la Sábana Santa. Además, la sangre "lavada" se seca pero rara vez coagula, lo que imposibilita esa transferencia. Sin embargo, la emisión directa de sangre de las heridas hacen posible la transferencia incluso horas después del fallecimiento.

Por todo ello, los datos publicados ahora indican que es improbable que el mecanismo principal de transferencia de sangre implicara el lavado del cuerpo y la posterior emisión post mortem de las heridas.