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Astronomía

El James Webb confirma lo imposible: un planeta errante con una violenta atmósfera de arena ardiente

El telescopio James Webb desvela los secretos de un planeta errante: un mundo con auroras, nubes de arena y tormentas colosales a más de 1.500 grados, observado con una precisión sin precedentes

Recreación de la NASA del exoplaneta YZ Ceti b que sirve para ilustrar la noticia pero no tiene relación visual con el tratado La Razón

El telescopio espacial James Webb ha vuelto a ofrecer una visión fascinante del universo, esta vez centrada en un objeto cósmico tan misterioso como extremo. Los astrónomos han detectado por primera vez un complejo sistema de auroras, nubes y potentes tormentas en un planeta errante, un mundo solitario que vaga sin una estrella anfitriona por la inmensidad del espacio. Bautizado como SIMP-0136, este cuerpo celeste presenta una atmósfera extraordinariamente violenta, donde las temperaturas pueden superar los 1.500 grados Celsius.

De hecho, los datos recabados por el potente observatorio espacial revelan una actividad auroral de una intensidad notable. Este espectáculo de luces, análogo al que tiñe los cielos polares de la Tierra y, de forma mucho más espectacular, los de Júpiter, está calentando las capas superiores de la atmósfera del planeta. Este proceso contribuye de manera directa a sus temperaturas extremas, un hallazgo que plantea nuevas preguntas sobre la dinámica interna de estos mundos aislados.

Asimismo, el análisis minucioso de las variaciones térmicas en la superficie del planeta sugiere la presencia de tormentas de una escala colosal. Los científicos creen que estos fenómenos meteorológicos podrían ser similares a la icónica Gran Mancha Roja de Júpiter, un vórtice anticiclónico que lleva activo desde hace siglos, tal y como informa SciTechDaily. Curiosamente, y en contra de lo que cabría esperar en un mundo con un clima tan turbulento, la investigación también ha desvelado que la cobertura de nubes de SIMP-0136 es sorprendentemente constante y estable.

La composición de un mundo a la deriva

Por otro lado, el estudio no solo ha identificado la existencia de estas nubes, sino que también ha permitido determinar su composición. Están formadas por diminutos granos de silicato, un material mineral muy similar a la arena de nuestras playas. Esta composición explica en parte la estabilidad de la capa nubosa y ofrece pistas cruciales sobre los procesos de formación de estos planetas que, al no tener una estrella cercana, evolucionan de maneras muy distintas a los de nuestro propio sistema solar. Este tipo de hallazgos amplía nuestro entendimiento sobre la formación de mundos, un campo donde también se ha encontrado un planeta que rompe todos los moldes por su sorprendente origen.

En este sentido, la investigación, liderada por un equipo internacional de astrónomos del Trinity College Dublin, establece un nuevo hito en la ciencia planetaria. Se trata de algunas de las mediciones más precisas jamás obtenidas de la atmósfera de un objeto de masa planetaria fuera de nuestro sistema solar. Estudiar un cuerpo tan oscuro y aislado ha sido un desafío técnico que solo la sensibilidad del telescopio Webb ha podido superar con éxito. Este observatorio no deja de ampliar las fronteras del conocimiento, como demuestra también el reciente hallazgo de cientos de misteriosos objetos estelares que desafían las teorías actuales.

Finalmente, este descubrimiento no solo arroja luz sobre la compleja meteorología de los planetas que viajan a la deriva, sino que también abre la puerta a comprender mejor la diversidad de mundos que pueblan nuestra galaxia. Cada hallazgo en estos cuerpos celestes solitarios nos recuerda que el universo está lleno de fenómenos inesperados, muchos de los cuales apenas empezamos a vislumbrar gracias a las nuevas herramientas de observación.