Peligro biótico

Llevaba 40.000 años congelado, pero estaba vivo y puede suponer una amenaza para la Humanidad

Ocultos en el permafrost de Alaska durante 40.000 años, unos microbios han vuelto a la vida por el deshielo y ahora amenazan con acelerar el cambio climático en un ciclo de consecuencias imprevisibles

El permafrost siberiano escondía un gusano que puede tener la clave de los misterios de la genética
El permafrost siberiano escondía un gusano que puede tener la clave de los misterios de la genéticaDifoosion

El deshielo que sufre el Ártico está activando una peligrosa reacción en cadena con consecuencias que se extienden a todo el planeta. A medida que el suelo permanentemente helado, conocido como permafrost, pierde su consistencia, se liberan a la atmósfera potentes gases de efecto invernadero que estaban atrapados en su interior. Este proceso, a su vez, acelera el calentamiento global, creando un círculo vicioso que alimenta su propia capacidad de destrucción. Esta complejidad se observa en otros ámbitos, donde incluso los esfuerzos por mejorar la calidad del aire pueden tener efectos inesperados, como se ha visto en el caso de China y su impacto paradójico en el cambio climático.

De hecho, los responsables directos de este fenómeno son ejércitos de microorganismos que han permanecido en un estado de letargo durante milenios, concretamente cerca de los 40.000 años. Una reciente investigación llevada a cabo en un laboratorio de Alaska ha puesto cara a esta amenaza invisible al conseguir reactivar una forma de vida que llevaba nada menos que 40.000 años congelada, demostrando que el peligro no es una hipótesis, sino una realidad tangible. Este tipo de descubrimientos no son aislados, ya que los científicos también exploran la posibilidad de resucitar una especie extinta hace 9.000 años gracias a su excepcional estado de conservación en el hielo.

Para llegar a esta conclusión, los científicos analizaron muestras extraídas de un túnel de investigación perforado a más de cien metros de profundidad. Una vez en el laboratorio, según informa el medio ScienceAlert, observaron que los microbios, al despertar, comenzaban a consumir la materia orgánica de su entorno, expulsando dióxido de carbono y metano. Este hallazgo confirma el mecanismo exacto del peligro que se esconde bajo el hielo ártico. Además de la liberación de gases, los científicos también alertan de otras consecuencias visibles, pues en algunas regiones los ríos se están volviendo naranjas debido a la oxidación de minerales liberados por el deshielo.

El despertar paulatino de una amenaza milenaria

Sin embargo, el estudio desveló un matiz crucial: la reacción no es ni mucho menos inmediata. Aunque los microorganismos revivieron, su crecimiento inicial fue extremadamente lento. No fue hasta transcurridos seis meses cuando su actividad metabólica se disparó, alcanzando su pleno rendimiento y comenzando la emisión masiva de gases. Existe, por tanto, un notable periodo de latencia.

Por este motivo, el verdadero riesgo no reside tanto en los picos de calor puntuales, sino en la duración de las estaciones cálidas. Los veranos en el Ártico, cada vez más largos y templados, proporcionan la ventana de tiempo idónea para que estos organismos ancestrales completen su despertar. Se trata de una bomba de relojería climática cuyo temporizador depende directamente de la persistencia de unas condiciones favorables en la región.