
Astronomía
La NASA está más cerca de detectar el planeta X
Se trata de uno de los mayores y más longevos misterios de la astronomía.

La idea del Planeta X surgió de los intentos de explicar las discrepancias en las órbitas de Urano y Neptuno a finales del siglo XIX y principios del XX. Inicialmente, se creía que era un planeta hipotético que perturbaba estas órbitas. Si bien el descubrimiento de Plutón en 1930 se vinculó inicialmente a esta búsqueda, posteriormente se descubrió que era demasiado pequeño para explicar las anomalías orbitales. Así, este enigmático planeta X (bautizado con ese nombre por ser una incógnita y, al mismo tiempo, el hipotético décimo cuerpo planetario del sistema solar), se mantuvo en la oscuridad.
Ahora, un equipo de científicos ha adoptado un enfoque completamente diferente para esta historia de detectives cósmicos: en lugar de buscar la luz solar reflejada, buscan la propia señal térmica del planeta.
La historia comienza con un enigma en el sistema solar exterior. Los científicos observaron que pequeños cuerpos helados llamados Objetos del Cinturón de Kuiper, que orbitan mucho más allá de Neptuno, parecen estar agrupados de formas inusuales. Sus órbitas están alineadas en patrones que no deberían existir por pura casualidad. ¿La explicación principal y más tentadora? El planeta X está guiando gravitacionalmente a estos objetos distantes hacia sus extrañas órbitas.
Para conseguir esta influencia gravitatoria, el Planeta X sería un verdadero gigante, con una masa de aproximadamente 5 a 10 veces la de la Tierra, orbitando entre 400 y 800 veces más lejos del Sol que nuestro planeta. A una distancia tan enorme, sería increíblemente tenue y casi imposible de detectar con telescopios tradicionales que se basan en la detección de la luz solar reflejada.
Aquí es donde el nuevo estudio, publicado en Arxiv, se acerca desde una óptica diferente al enigma. Y cuando decimos óptica, es en sentido literal. Liderado por Amos Chen, de la Universidad Nacional Tsing Hua, el equipo se dio cuenta de que buscar la señal térmica de este gigante podría ser mucho más eficaz que buscar su luz reflejada. Esto se debe a que, al duplicar la distancia al Sol, la luz reflejada se vuelve 16 veces más tenue (siguiendo lo que los científicos denominan una relación inversa de la cuarta potencia). Pero la radiación térmica, el calor que todos los objetos emiten naturalmente, solo se vuelve 4 veces más tenue al duplicar la distancia.
Los investigadores recurrieron a datos de AKARI, un telescopio espacial que la agencia japonesa coordina con la NASA y que es el responsable del estudio más sensible de todo el cielo en luz infrarroja lejana, el rango de longitud de onda perfecto para detectar la señal térmica de un planeta frío y distante. A diferencia de los telescopios terrestres, que se ven obstaculizados por la atmósfera terrestre, AKARI pudo detectar el tenue resplandor térmico que debería emitir el Planeta X.
Los autores centraron su búsqueda en una región específica del cielo donde, según las simulaciones por ordenador, era más probable encontrarlo, basándose en los patrones orbitales de los objetos del Cinturón de Kuiper. Se enfrentaron entonces a la difícil tarea de distinguir un planeta de movimiento lento de las innumerables estrellas, galaxias y escombros cósmicos que pueblan esta región.
Sin embargo, encontraron una solución bastante elegante: el Planeta X debería parecer estacionario durante un solo día, pero mostrar un movimiento detectable durante meses. Al comparar las observaciones de AKARI tomadas en diferentes momentos, pudieron identificar objetos con este tipo específico de movimiento, filtrando al mismo tiempo los rayos cósmicos, las galaxias de fondo y otras señales falsas.
Tras este meticuloso análisis, los investigadores identificaron dos candidatos. Ambos objetos aparecen en la ubicación prevista y emiten la cantidad de luz infrarroja que la teoría sugiere que debería producir el Planeta X. Si bien esto no constituye una prueba definitiva, representa la pista más prometedora en la búsqueda del gigante oculto de nuestro sistema solar.
Estos descubrimientos marcan un hito importante, pero el viaje no ha terminado. Los candidatos requieren observaciones de seguimiento con telescopios más potentes para confirmar si realmente se mueven de forma consistente con el Planeta X o si son impostores, quizás galaxias de fondo u otros objetos astronómicos.
De confirmarse, el descubrimiento revolucionaría nuestra comprensión de la formación y evolución de nuestro sistema solar. También demostraría el poder de pensar creativamente en las búsquedas astronómicas: a veces, la mejor manera de encontrar algo no es mirarlo directamente, sino detectar su calor.
✕
Accede a tu cuenta para comentar