
Espacio
La NASA se plantea subir hasta siete veces la probabilidad de un peligroso impacto en la Tierra de este asteroide
Un asteroide recientemente descubierto, con un tamaño modesto pero riesgo inusualmente alto, ha hecho que las agencias espaciales consideren escenarios catastróficos y medidas de defensa sin precedentes

Todavía no habíamos dejado de hablar de 3I/ATLAS y sus posibles consecuencias sobre la Tierra, cuando ha aparecido un nuevo asteroide que puede poner en peligro al mundo. Durante los últimos meses, el nombre 2024 YR4 ha pasado de ser una simple entrada en la base de datos de objetos cercanos a la Tierra a convertirse en una de las mayores preocupaciones del programa de defensa planetaria de la NASA.
El motivo: las nuevas mediciones orbitales del asteroide, obtenidas con telescopios de seguimiento y una próxima misión de sobrevuelo, podrían incrementar hasta siete veces la probabilidad de un impacto en 2032. Aunque se trata de un escenario que afectaría primero a la Luna, los científicos alertan de que un choque de esa magnitud liberaría millones de toneladas de escombros hacia la órbita terrestre, amenazando los satélites que sostienen gran parte de nuestra vida tecnológica.
Una aguja cósmica enhebrada a ciegas
El 27 de diciembre de 2024, los telescopios automáticos de rastreo de objetos cercanos a la Tierra detectaron un cuerpo de unos 350 metros de diámetro moviéndose a casi 90.000 kilómetros por hora. Hasta ahí, nada fuera de lo habitual: cada año se descubren cientos de asteroides de este tipo. Pero las primeras proyecciones orbitales mostraron algo poco común: una trayectoria que lo llevaría peligrosamente cerca de la Luna en 2032.
La probabilidad actual de impacto lunar ronda el 4,3 %, según cálculos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. Sin embargo, la agencia ha reconocido que estas cifras podrían cambiar “de manera significativa” cuando se realicen nuevas observaciones de precisión. Y es ahí donde surge la paradoja: el sobrevuelo de una sonda para medir mejor su órbita podría alterar, mínimamente, su rumbo. Ese ínfimo empujón gravitacional bastaría para que 2024 YR4 atraviese lo que los astrónomos llaman un “ojo de cerradura gravitacional”, una zona crítica del espacio donde la atracción combinada de la Tierra y la Luna podría redirigirlo hacia una colisión directa.
“Estamos enhebrando una aguja cósmica a ciegas; el más mínimo error de cálculo puede convertir una misión de reconocimiento en el primer empujón de una ficha de dominó”, advierte el investigador Alistair Dodds, del JPL, en declaraciones recogidas por Space.com.
Una roca pequeña con un poder descomunal
Aunque su tamaño es modesto comparado con los gigantes que cruzan el sistema solar, 2024 YR4 podría generar un impacto devastador si chocara con la superficie lunar. Los cálculos del Instituto SETI estiman que una colisión de esa magnitud liberaría cien millones de toneladas de escombros, proyectándolos al espacio a gran velocidad. Esa nube, compuesta por fragmentos de roca y polvo de silicato, podría invadir la órbita terrestre baja y poner en riesgo miles de satélites operativos.
El impacto sobre la vida en la Tierra no sería físico, sino tecnológico. La pérdida de satélites afectaría las comunicaciones, la navegación aérea y marítima, los pronósticos meteorológicos e incluso las transacciones financieras. "Si la perdiéramos, retrocederíamos décadas de progreso”, aseguran algunos expertos.
Ante este panorama, la NASA y la Agencia Espacial Europea estudian posibles misiones de deflexión. La más inmediata sería un impactador cinético, similar a la exitosa misión DART de 2022, que desvió un asteroide al chocar deliberadamente contra él. Otra opción, más precisa pero lenta, es el tractor gravitacional: situar una nave de gran masa cerca del asteroide para que su atracción modifique gradualmente la trayectoria.
Ambas alternativas exigen tiempo y coordinación internacional. El margen ideal para actuar, según un informe del Planetary Defense Coordination Office, se cerraría antes de 2029. Después de esa fecha, la energía necesaria para cambiar el rumbo del asteroide sería demasiado alta.
A día de hoy, la NASA ha rebajado el riesgo de impacto directo con la Tierra a menos del 0,001 %, según su último informe de seguimiento publicado en abril de 2025. Pero el caso de 2024 YR4 ha servido como recordatorio de que incluso una “piedra” de pocos cientos de metros puede poner a prueba la coordinación global y la fragilidad de nuestro sistema tecnológico.
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