Tecnología del deporte
¿Qué tienen que ver la NASA, las emisiones de carbono y Kilian Jornet?
El denominador común son unas zapatillas que mantienen las prestaciones durante unos 400 km más de lo habitual. Algo que reduce las emisiones de la industria hasta un tercio.
La vida útil exacta de una zapatilla de running depende de varios factores, incluido el tipo de carrera, el terreno que recorre, nuestro tipo de pisada, el peso que tengamos y los cuidados que le demos. El problema es que la fabricación de este tipo de calzado contribuye con un 1,4% a las emisiones de gases en parte, debido a que cada año se fabrican 20.000 millones de zapatillas, porque no duran tanto como podrían. Para reducir esta cifra, Kilian Jornet, uno de los mayores exponentes del atletismo de larga distancia, ha desarrollado un calzado capaz de aumentar, en un 50%, su vida útil. Vamos por pasos.
Un estudio publicado en Footwear Science señala que las zapatillas para correr de alta calidad aún mantienen una buena estabilidad funcional y amortiguación después de 1000 km. Para llegar a esta conclusión analizaron, a lo largo de 18 años, entre 1991 y 2009, nueve pruebas de zapatillas para correr en un total de 156 modelos. Utilizando un protocolo de prueba idéntico, se combinaron una prueba de material, una biomecánica y una de campo para una evaluación integral de las propiedades del calzado. El problema, reconocen los autores, es que “la estabilidad de las zapatillas para correr mejoró continuamente y se mantuvo constante hasta 2009”. A partir de ese año se crearon diferentes modelos con materiales que no siempre duran tanto, un ejemplo son las Adizero Adios Pro Evo 1, que aparentemente solo durarían unos 50 kilómetros, principalmente debido a que su objetivo es batir récords.
Uno de los aspectos más importantes en lo que a durabilidad respecta es la amortiguación, más precisamente la entresuela. De su vida útil dependerá la durabilidad del calzado. Un estudio realizado por la Escuela de Ciencias del Ejercicio y la Nutrición de la Universidad Deakin, afirma que la espuma EVA de la entresuela (el material más utilizado en la industria) rompe todos los lazos débiles en los primeros 25 kilómetros. A partir de ahí, es material sólido, comprimiéndose sobre material sólido, sin burbujas de aire.
Aquí es cuando comienza la historia de las zapatillas Kjerag de NNormal, las mismas con las que Jornet ganó varias ultramaratones acumulando con un mismo calzado más de 1.300 km. Parte de esto se debe a que la entresuela EExpure que llevan estas zapatillas, está formada por una espuma EVA supercrítica que se expande desde una forma más pequeña con gases para crear vacíos resistentes que también reducen el peso.
Esta tecnología utiliza una combinación de alta presión y temperatura para crear una espuma liviana, duradera y altamente resistente al desgaste. ¿Cuánto más resistente? De acuerdo con un estudio como mínimo un 20% más manteniendo sus prestaciones y con un 30% más rebote que generaciones anteriores.
Pero no basta con tener una entresuela mejor. También hay que tener una suela mejor. El modelo Kjerag cuenta con unas suelas desarrolladas por Vibram, las Megagrip Litebase. Pesan casi un tercio menos que la generación previa, son un 50% más delgadas, pero tienen la misma resistencia a la abrasión. Esto reduce notablemente las emisiones de fabricación mientras mantiene las prestaciones de durabilidad. La pregunta lógica a esta altura es cómo sabemos que tienen una esperanza de vida tan prolongada. Lógicamente, Kilian Jornet tiene una técnica de carrera que ayuda mucho, pero ¿y el resto de los mortales?
Para responder a esto se realizó un análisis entre más de 500 corredores. Los resultados mostraron que casi dos de cada tres de ellos corrieron más de 1000 kilómetros con este calzado antes de notar que su rendimiento descendía. Pero un 35% del total hizo más de 1.200 kilómetros y un 16% pasó de los 1.400 kilómetros recorridos.
La durabilidad no solo se basa en la suela y la entresuela, también en los materiales que componen el cuerpo del calzado. Allí se ha usado tejido con hilos de poliamida y Kevlar (material antibalas) recubiertos individualmente. Al ser tratados de forma individual se gana mucha más resistencia a la abrasión que si se hiciera en el conjunto final. Este proceso consumo entre un 50 y un 95 % menos de agua que otros métodos. Así, su esperanza de vida contribuye a que la usemos más tiempo y tengan una huella de carbono mucho más baja. El calzado habitual emite poco más de 14 kg de CO2, las Kjerag casi un tercio: 5,5 kg.
Obviamente, falta la NASA en esta ecuación. Aquí es cuando entra el análisis que realiza la doctora Brianna Rita Pagán, del Centro Goddard de Ciencias de la Tierra de la NASA “Observamos cómo se acumula el carbono en el zapato con el tiempo y el uso, no solo en el momento de su fabricación – señala Pagán sobre las Kjerag -. Esto nos ayuda a determinar qué zapatillas son mejores para el planeta, teniendo en cuenta su durabilidad y longevidad. Esto también puede motivar a las empresas a diseñar zapatos que sean mejores para nuestro planeta a largo plazo”.
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