Cultura

Espacio

Tormentas solares: la amenaza de nuestro siglo

Una nueva forma de interpretar los datos captados por satélites ayudará a las agencias espaciales a prevenir los estragos ocasionados por las tormentas solares

Ilustración de una erupción solar, NASA's Goddard Space Flight Center
Ilustración de una erupción solar, NASA's Goddard Space Flight CenterGenna Dubersteinhttps://commons.wikimedia.org/wiki/File:Nap-fler.jpg

Nuestro astro rey se aproxima a un nuevo máximo solar”. Dicho así parece una profecía de Nostradamus, pero se trata de un hecho fáctico. El Sol, al igual que ocurre con muchos otros elementos de la naturaleza, también experimenta una evolución cíclica. Se conocen como máximos solares aquellos períodos regulares de mayor actividad para el astro, en los cuales la aparición de manchas solares aumenta y las emisiones de radiación se comportan de forma más extrema.

Los astrónomos estiman que el próximo máximo solar sucederá en breve, entre el 2025 y el 2026. Pero ¿sabemos qué implicaciones tiene este fenómeno para nuestras vidas? El aumento en la actividad solar está relacionado con la aparición más frecuente de tormentas solares. Dependiendo de la intensidad que alcancen, las consecuencias pueden ir desde una interrupción breve en las emisiones de los satélites hasta pérdidas millonarias en telecomunicaciones. Además, puede llegar a suponer un gran riesgo para la salud de los astronautas en órbita. Es por ello por lo que cada vez se le presta más atención a la meteorología espacial.

A menudo, comprender la información sobre los sucesos que ocurren más allá de nuestra atmósfera puede conllevar semanas de análisis. Sin embargo, cuando hablamos de fenómenos como las tormentas solares, contar con un resultado rápido, para poder actuar en consecuencia, es crucial. Es por ello que un equipo de astrónomos de la Universidad de Reading estudió un nuevo método analizar los datos procedentes de los satélites a tiempo real. Éste sería capaz de pronosticar tormentas solares en cuestión de pocas horas.

Gracias a ello, las agencias especializadas en meteorología espacial podrían predecir rápidamente estos cambios abruptos en el comportamiento del Sol, evitando así grandes pérdidas económicas.

Tu vida no corre peligro, la de tu teléfono sí

Durante esta última década, los astrónomos no han perdido de vista al astro central de nuestro sistema solar. Con el aumento de su actividad, las tormentas solares ocurren cada vez con más frecuencia, afectando a los satélites en órbita. En las primeras semanas del mes de mayo, se registraron dos llamaradas procedentes de nuestra estrella, acompañadas de vientos solares. Por suerte, dicho fenómeno solo afectó de forma momentánea a algunas emisiones de radio particulares. Con todo, la formación de manchas solares, puntos en los que se generan estas llamaradas, no cesa, preocupando a los expertos.

Afortunadamente, la vida en la Tierra no corre peligro. Las tormentas solares, o tormentas geomagnéticas, se dan cuando una estrella emite una gran cantidad de partículas cargadas y radiación electromagnética al espacio. En alcanzar la atmósfera terrestre, estas pueden interferir en el campo magnético, afectando seriamente al funcionamiento de los satélites en órbita.

Sin embargo, gracias a la atmósfera, que hace de escudo protector, estas radiaciones no llegan a las capas más profundas, donde se encuentra la vida. Es por ello que las tormentas solares sólo tienen efecto en su superficie, lugar donde ocurren las comunicaciones de radio y donde se alojan la mayor parte de los satélites.

Menos preciso, pero más rápido

Las tormentas solares amenazan nuestra forma de vida, centrada en la tecnología. Éstas pueden causar fallos en las redes eléctricas, dañar los satélites, como los sistemas de GPS, e incluso hacer enfermar a los astronautas.

Se estima que, entre Europa y Estados Unidos, las pérdidas económicas debido a tormentas solares alcanzan los 2,1 billones de dólares en lo que va de siglo. Una cifra para nada despreciable, teniendo en cuenta que nuestro día a día depende cada vez más de las telecomunicaciones.

Actualmente, existen planes de emergencia para reducir al máximo los efectos causados por estos fenómenos. No obstante, los datos recopilados desde el espacio requieren de un proceso de análisis profundo, lo cual puede demorar los resultados hasta dos semanas: tiempo vital si queremos activar los protocolos de actuación frente a los vientos solares.

Conscientes de esta necesidad, un grupo de expertos de la Universidad de Reading, en Inglaterra, ha encontrado una forma de analizar los datos recogidos por satélites para obtener, en un lapso de pocas horas, un pronóstico de las corrientes solares.

Para obtener resultados más rápidos, el equipo de investigación utilizó los datos obtenidos por los satélites en tiempo real. Éstos, al no ser procesados, son menos precisos. Por otra parte, la ventaja que presentan es que los resultados pueden estar disponibles en un par de horas. El equipo asegura que las predicciones obtenidas utilizando estos datos son fiables, permitiéndonos, en un futuro próximo, actuar de forma más rápida ante las amenazas del Sol.

Su investigación, publicada este jueves en la revista Space Weather, podría allanar el camino para que las agencias dedicadas al clima espacialpudiesen ofrecer predicciones con mayor antelación.

Creen que el uso de esta nueva técnica, junto con las próximas misiones espaciales, permitirá mejores previsiones. Por ejemplo, en breve la Agencia Espacial Europea (ESA) pondrá en marcha la misión “Vigil”, dedicada a controlar la actividad solar potencialmente peligrosa. Junto a ésta, esperan ser capaces de mejorar su método de previsión meteorológica espaciales, ganando en precisión y tiempo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La Tierra está en constante interacción con estas corrientes solares. Aunque, cuando no tienen implicaciones dañinas, pueden resultar un atractivo reclamo turístico. Hablamos de las auroras, tanto boreales como australes. En una tormenta solar, las auroras serían visibles en latitudes más bajas.
  • No es la primera vez que la Tierra se enfrenta a una amenaza así. En 1859, una tormenta solar dejó a Europa y América del Norte sin telégrafo, cortando una de las vías de comunicación más importantes por aquel entonces. Se estima que, si una tormenta así alcanzase hoy nuestro planeta, las consecuencias económicas a nivel mundial superarían los efectos de la crisis de la Covid-19.

REFERENCIAS (MLA):