El cepillo de pelo que ha cambiado mis mañanas

Soy consciente de que el titular es radical y también de que suena extremadamente frívolo (más aún en estos tiempos de coronavirus). Me justifico alegando que me lavo el pelo a diario antes de las seis de la mañana y que desenredar los nudos de mi melena me llevaba más minutos de los que me puedo permitir. Os explico: pelo largo, mucha cantidad y muy muy fino. Resultado: parte de mi melena moría en esa batalla diaria (bronca asegurada en mi visita semestral a la peluquería).

Hace un mes puse fin a la tortura sin realmente aspirar a ello con la sustitución de mi viejo cepillo. Sí, pedía a gritos y desde hace tiempo una jubilación exhibiendo sus púas dispersándose en todos los sentidos.

Yo no soy de aquellas personas organizadas y metódicas que hacen un estudio de mercado antes de realizar una compra. Yo soy más de realizar entre tarea y tarea una simple búsqueda rápida, una lectura en diagonal a un par de comentarios de anteriores compradores y, sin más, lanzo despreocupadamente a mi ratón a hacer ¡click! al botón de compra que lleve el artículo elegido a la cesta.

Y así fue cómo dos días después de ese acto impulsivo cambiaron mis mañanas. Con un cepillo con nombre y apellido que nunca logro recordar: Tangle Teezer. En cuanto lo probé, me olvidé del cargo de conciencia que me suponía haber gastado casi diez euros en un cepillo. Para mí, es magia. En apenas cuatro pasadas y sin tirones ni dramas, tengo el pelo desenredado. Sé que hay otras versiones de la misma marca que son más conocidas, y quizá más útiles para llevar en el bolso por su tamaño, pero para mí resulta mucho más práctico con mango.

Insisto en que no debo ser la única que piensa que este cepillo hace milagros, leyendo, esta vez sí, con detenimiento, los comentarios. Hay quien lo califica de “regalo de los dioses”... no digo más.