Sociedad
Lactancia y farmacéuticas, David contra Goliat
“Nadie desembolsa tanto dinero en campañas publicitarias como las multinacionales de leche de fórmula infantil, que con sus engaños instan a las madres a no instaurar la lactancia”
Si existiera un alimento que fuese la panacea para proteger la salud física y mental de los más pequeños, los profesionales, las madres y toda la sociedad en su conjunto velaría para que los bebés lo tomaran. Ese alimento existe y la sociedad lo está desaprovechando, ya que está al alcance de todas las madres, porque tan solo un ínfimo porcentaje de mujeres no pueden dar leche materna a sus bebés. No obstante, basta con mirar las cifras de la Encuesta Nacional de Salud, para darse cuenta de que algo estamos haciendo mal, si el 74% de los bebés son amamantados a las 6 semanas de vida, ¿por qué solo el 39% continúan siendo amamantados a los 6 meses?
Antes que nada me gustaría decir que amamantar o no, es una elección que incumbe a cada mujer y que la determinación de cada madre debe ser respetada. Las madres no deben de sentirse ni juzgadas ni culpables, entre otras cosas, no conocemos los motivos por los cuales ese lactante toma leche artificial. Necesariamente las madres que optan por alimentar con leche de fórmula deberían recibir la mejor información para que puedan hacerlo de forma correcta y segura. Normalizar la lactancia ha sido y sigue siendo un trabajo arduo, la lucha por subsanar presiones, dificultades, y un sinfín de incongruencias que dificultan que un hecho tan natural como amamantar pueda ser normalizado es una tarea en la que todos tenemos competencias y de la que somos parte activa para lograr conseguirlo.
Y aquí es donde me gustaría resaltar que nos estamos equivocando en rentabilizar los beneficios y ventajas de un acto tan natural como alimentar con leche de la propia especie. Quizás deberíamos cambiar el enfoque e informar de las desventajas y perjuicios de alimentar a un bebé humano con leche de otro especie. Pero claro, a quién le puede interesar dar este tipo de información, que atenta contra los beneficios de las grandes multinacionales de leche de fórmula infantil, que con sus engaños y manipulaciones publicitarias instan a las madres a no instaurar o abandonar la lactancia materna en favor del uso de sus leches artificiales.
El negocio está servido, nadie desembolsa tanto dinero en campañas publicitarias como estas empresas, que gastan más dinero en un día en promocionar sus leches de fórmula que lo que invierten los gobiernos en sus presupuestos anuales para promocionar la lactancia materna. Según revela el último informe «Save the Children», las seis principales multinacionales de leches de formula gastan cada año 5.600 millones de euros en publicidad, es decir emplean una media de 40 euros por cada bebé nacido en el mundo. Siempre hablo de la importancia de que los profesionales sanitarios estén bien formados en lactancia materna, pero también deberían estarlo en lo referente a la promoción comercial desleal de los sucedáneos de leche materna que tanto daño causan a las madres como al propio profesional, quien debería estar más sensibilizado a los intentos que hace la industria de leches de fórmula para, de forma sutil, influir sobre nosotros y utilizarnos para promover la alimentación artificial. No debemos consentir que las compañías de leches de fórmula nos conviertan en agentes publicitarios de sus productos.
Estas campañas de marketing para promocionar sus productos, violan el Código de Comercialización de Sucedáneos de leche Materna, documento creado por la OMS para frenar las publicaciones engañosas de este tipo de industrias. En España está regulado por el RD 867/2008, el cual prohíbe hacer publicidad de la leche de inicio, y hacer llegar a través del personal sanitario muestras de leche artificial al público. Sin embargo, a pesar de estas y otras prohibiciones, la industria utiliza de forma sutil al sector sanitario para promocionar y exhibir sus productos en los centros. A pesar de ser ilegal, es habitual entrar en las consultas y ver cajas de muestras de leche en las estanterías, posters, calendarios, y lo más curioso es que la ignorancia, en algunos casos, llega a hacer creer que basta con recortar el nombre comercial de ese bonito poster o calendario que tan generosamente nos han regalado, creyendo que nadie reconocerá de qué marca comercial estamos hablando.
Qué inocentes podemos llegar a ser, con estos gigantes que emplean ingeniosas estrategias de marketing, en donde no hay mortal que no reconozca los símbolos de identidad de sus productos. La lactancia materna no necesita de publicidad, sino de apoyo, no es necesario gritar a los cuatro vientos que es el mejor instrumento de salud pública para proteger, promocionar y fomentar una salud óptima. Lo natural no necesita manifestar sus beneficios, sino subsanar presiones, dificultades, incongruencias, que dificultan que un hecho fisiológicamente natural como amamantar pueda ser normalizado. Imaginemos que recomendamos a nuestros pacientes, que es mucho mejor o igual de natural, para mantener nuestras células fuertes y sanas, pasear por las calles con una bombona de oxígeno que respirar treinta minutos al día aire puro y fresco. Parece incoherente, ¿verdad? Y no digo yo que no haya personas que necesiten el empleo de oxigenoterapia, por qué, les falta oxígeno en sangre, pero de ahí a recomendar que eso sea el patrón natural, porque nuestro organismo es por si incompetente, hay un abismo.
Pues en la lactancia materna pasa lo mismo, no necesitamos proclamar a los cuatro vientos, sus ventajas por pasiva y por activa, para convencer a las madres, porque aquí es donde radica parte del error. Recomendamos a las madres que la lactancia materna es la mejor opción de alimentación infantil, pero no protegemos esa lactancia si se presentan problemas, no orientamos apropiadamente a esa madre a la que hemos motivado a amamantar, la asustamos con que no tiene suficiente leche y que tendrá que utilizar leche de fórmula, no la guiamos ni la enseñamos cómo hacerlo, y lo peor es que las madres que deciden amamantar más allá de los dos años, todavía se ven juzgadas. El problema radica en que, a pesar de que cada vez son más los profesionales formados, siguen siendo insuficientes, tal como revelan esas cifras tan poco alentadoras. Me reitero en el dato: únicamente el 39% de los bebés siguen siendo amamantados a los 6 meses de edad.
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