Tribunales

El testigo protegido: el sucesor del alcalde de Polop me encargó el crimen

El exalcalde tuvo una disputa por una cuestión urbanística

Comienza el juicio por el asesinato en 2007 del exalcalde de Polop (Alicante)
El juicio se celebrará en la Audiencia de AlicanteJoaquín ReinaEuropa Press

El testigo protegido del juicio por el crimen a tiros del alcalde de Polop (Alicante) Alejandro Ponsoda, del PP, ha afirmado que el sucesor de éste en la alcaldía, el también popular Juan Cano, le encargó a él mismo en una reunión con otras personas el asesinato, un tiempo antes de que ocurriera a manos de otros. Así lo ha asegurado el testigo protegido que involucra a los siete acusados, entre ellos el referido Cano, en la tercera sesión del juicio con jurado popular que se sigue en la Audiencia Provincial de Alicante por el crimen, donde ha estado separado de los acusados por dos biombos.

Ha apuntado que la reunión tuvo lugar en uno de los reservados del club de alterne Mesalina, donde ha dicho que trabajaba de portero por 70 euros diarios, y ha añadido que también estaban el empresario del calzado Salvador Ros, el dueño del prostíbulo, Pedro Hermosilla, el gerente del establecimiento, Ariel Alberto Gatto, y una pareja más de los que no recuerda la identidad porque, además, no hablaron.

El testigo protegido ha relatado que contestó que “no estaba interesado” en materializar este encargo y ha aclarado que no fue por dinero, los 35.000 euros que le ofrecieron, sino porque quería abandonar el “inframundo” en el que vivía, con trabajos en clubes nocturnos de Benidorm y La Cala de Finestrat. Ha indicado que Cano y las otras personas le preguntaron si sabía el procedimiento de efectuar el crimen y el pago, y ha continuado que lo explicó y que ofreció los nombres de dos amigos que también eran porteros de clubes de alterne, los acusados checos Radim Rakowski y Robert Franek, aunque ha insistido en que desconoce si éstos realizaron finalmente el trabajo.

Ha manifestado que planteó los nombres de Radim y Robert porque, “aunque suene mal”, eran sus amigos y les quería dar trabajo y los consiguientes ingresos.También ha comentado a los seis hombres y tres mujeres del jurado popular que el procedimiento de pago de un encargo de estas características es dar un anticipo para, tras el crimen, abonar 999 euros en 15 cuentas bancarias diferentes a favor de los sicarios.Entre las personas que le encargaron el crimen estaba al que se le conocía en el club “el director”, en referencia al oficio de Cano de antes de ser concejal y alcalde como director de una oficina de la extinta Caja Mediterráneo (CAM) en Polop.

Y ha explicitado que el encargo era “para matar a una persona que era el alcalde de Polop” y que entre los que tomaba la palabra era Cano, de quien sabía que era un cliente importante “porque le llamaban ‘el director’ y entraba en la sala VIP”, donde los dueños del club le proveían de droga.El testigo protegido ha asegurado que la ley de protección de la que disfruta no le ha beneficiado sino todo lo contrario, ya que su vida es un “caos” ya que en los últimos doce años ha tenido que cambiar ocho veces de domicilio y varias veces de ciudad, hasta vivir actualmente en un destino que no ha querido concretar.

Ha relatado que vive bajo la protección de la Guardia Civil por las amenazas de muerte que tiene “de por vida” (“llevo una diana a la espalda”), y ha agregado que hace años le intentaron sobornar por una cantidad indeterminada de dinero, lo que rechazó."Me han desterrado de Benidorm, donde he perdido mis amigos. Mi vida es un caos y saldré de aquí (del juicio) sin dinero ni nada y con", ha repetido, “una diana en la espalda”.La declaración de este testigo protegido es crucial en el caso porque su testimonio incriminó a Cano y al resto de acusados, a los que se pide 25 años de cárcel en el caso del político, del empresario y los responsables del Mesalina, mientras que para los tres supuestos sicarios (los dos checos y Raúl Montero) la petición es de 27 por tenencia de armas.

Disputa urbanística

Los dos vecinos que atendieron a Ponsoda inmediatamente después de que le dispararan han declarado que el padre de la víctima, al que alojaron en su casa hasta que llegaron los servicios de emergencia, atribuyó en un primer momento el crimen a “un matrimonio de franceses” de quienes Ponsoda “había recibido amenazas” por una disputa referente a permisos urbanísticos.

Ambos testigos han relatado que la noche de autos estaban cenando y que escucharon “tres petardazos” que achacaron a juegos de niños, tras los que oyeron “pasos de dos o tres personas” que salían huyendo. Ambos han negado que escucharan algún vehículo.Posteriormente, han manifestado, el padre de la víctima llamó a su puerta para pedir ayuda y, mientras la vecina llamaba al 112, su marido acudió junto al padre de Ponsoda al vehículo en el que se hallaba, donde permanecía “lleno de sangre, en la frente y en el pecho”.En ese momento, sigue el mismo relato de los hechos, Ponsoda “dejó de pisar el freno del coche”, que comenzó a moverse por la pendiente del aparcamiento en el que se encontraba. Mientras los dos hombres detenían el coche, la mujer procedió a “echar el freno de mano”.A preguntas de un letrado, la pareja de vecinos ha recordado que aquel día vieron a una persona desconocida “alto, rubio y con el pelo largo y con bigote y barba” que preguntó por lo que pasó y que permaneció en la pedanía de Xirles, en la que vivía Ponsoda, durante una semana. Y “nunca más apareció” por allí.