Agricultura
¿Cuánto nos va a costar el cambio climático a los valencianos?
Los efectos del aumento de las temperaturas en nuestro entorno natural son, sin lugar a dudas, el factor más importante pero, además, este fenómeno climatológico que está cada día más presente tiene un coste económico.
El cambio climático no es una moda pasajera, ni una obsesión de los políticos o los medios de comunicación para ganar titulares. La desaparición de especies animales y vegetales, el incremento de las temperaturas y de los temporales, o el aumento de los incendios forestales y de su agresividad, son fenómenos que no necesitan ya de ninguna presentación. Pero además de estas consecuencias más que palpables, de las que la Comunitat Valenciana por supuesto no se libra, existen otras que van más allá, como las económicas. Estas, entre otras muchas, han sido recogidas en la Estrategia contra el Cambio Climático 2030 elaborada por la Conselleria de Agricultura de la Generalitat y que está previsto que sea aprobada este año. Según el documento, el impacto del cambio climático es negativo en todos los sectores analizados: el turístico, el agrario y el sanitario, debido a los costes que provocará el aumento de las enfermedades y muertes causadas por la subida de las temperaturas. Seguramente este último punto es del que menos se habla normalmente, pero no es un asunto menor. Tal y como se especifica en la Estrategia, según los resultados del proyecto Euroheat, en el que participaron investigadores valencianos, los días en los que se produjo una ola de calor en la ciudad de Valencia se experimentó un incremento de la mortalidad de personas mayores de 65 años del 8,5 por ciento. Además, debido al aumento de las temperaturas se produce un incremento de la concentración de algunos contaminantes atmosféricos que provocan enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Crecen también las enfermedades de transmisión hídrica y alimentaria, así como las toxiinfecciones alimentarias por el incremento de la presencia de microorganismos vegetales.
Pero más allá de los costes para la sanidad pública, hay otros perjuicios que afectarán directamente a otros sectores valencianos, como la agricultura. El efecto más claro e inmediato es que la falta de agua provocada por el cambio climático conllevará una salinización más elevada de las aguas dulces que se utilizan para el riego en las zonas cultivadas de la Comunitat. Esto provocará una mayor volatilidad de los precios de los productos agrícolas, lo cual añadirá más inestabilidad financiera y precariedad al trabajo en el campo. Tal y como recoge el documento de la Conselleria, este empobrecimiento de las tierras cultivables agravará el problema del abandono de las zonas rurales valencianas, un hecho que ya se ha consolidado en la Comunitat. Como consecuencia de esta evolución del entorno climático, las zonas agrícolas valencianas deberán especializarse en la producción de cultivos que tradicionalmente se cultivaban en las zonas más cálidas del planeta. Este fenómeno, conocido como «desplazamiento de cultivos» conllevará, lógicamente, un gasto para los agricultores.
El turismo es otro de los sectores afectados de manera más directa. La Estrategia de la Generalitat advierte de que, como consecuencia del cambio climático, la Comunitat Valenciana dejará de ser tan atractiva, lo cual puede conllevar la pérdida de un número considerable de puestos de trabajo, especialmente en las zonas costeras, donde el turismo es una de las principales fuentes de ingresos. Según el estudio «Actividad turística y cambio climático en la Comunitat Valenciana», elaborado en 2017 por la Universidad de Alicante, la región deberá tener en cuenta algunos factores para que este sector siga creciendo en el futuro, como por ejemplo, los cambios en el confort climático estacional; la evolución de las precipitaciones, con el objetivo de contar con una planificación hidrológica; el incremento de los acontecimientos atmosféricos extremos y la subida del nivel del mar en la zona de costa de la región. Además, habrá que considerar la posibilidad de desplazar la temporada alta, así como contar con sistemas de aprovisionamiento de agua en el ámbito regional y local.
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