Economía
Los viveros perderán el 75 por ciento de su facturación por el coronavirus
“Nos tocará tirarlo todo a la basura”, explica la propietaria de un vivero
Primero se anularon las Fallas, y el sector de la venta de flores perdió millones de euros. Luego llegó el estado de alarma, y se acabaron las bodas, las comuniones, y cualquier tipo de evento en el que pueda estar presente este ornamento. La crisis del covid-19 ha llegado justamente en los dos meses del año en los que los viveros dedicados a la planta con flor venden el 75 por ciento de su producción anual, una producción que perderán si no empiezan a vender ya.
Así lo explica a Efe María Borrás, que regenta el vivero familiar que su padre fundó hace más de 30 años en la localidad valenciana de Algemesí y que asegura que “estamos en una situación muy crítica” porque, si no empiezan a vender, ya “nos tocará tirarlo todo a la basura”.
A la mayor parte de las plantas con flor que tienen en este vivero valenciano les queda como plazo máximo un mes “y ya tenemos algunas que no son aptas para la comercialización”, señala Borrás, quien confiesa que tiene “una sensación de impotencia” aunque por otro lado le queda “una pequeña esperanza para que haya una solución y podamos vender algo”.
Hortensias y geranios, son de las variedades más afectadas por este parón en las ventas y de las “más vendidas” para el Día de la Madre el primero de mayo.
María Borrás reivindica el poder terapéutico de las flores, que consiguen que haya “más calidad de vida en el interior de las casas” durante el confinamiento", señala. Una solución que podría suavizar un poco las pérdidas en este sector con un producto con fecha de caducidad pasaría por “permitir” la venta en las floristerías y los centros de jardinería.
“Si se abriesen, empezarían a venderse plantas y flores”. Cuenta que en algunos países europeos, a pesar del coronavirus, se permite la venta de flores y plantas en los supermercados y, aunque “no sería una solución definitiva, ayudaría”, explica.
Mientras que la solución llega, María pasa horas quitando, una a una, las flores de los geranios “para que puedan aguantar algunos días más”, confiesa a EFE mientras sostiene en la mano algunas de las flores que acaba de retirar “y que terminarán en la basura”.
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