Fútbol
Manolo “el del Bombo” se jubila: “No pienso reabrir mi bar”
Medita subastar alguno de sus míticos bombos para poder vivir: “Necesito dinero para comer”
A Manolo Cáceres todos le conocen como Manolo ‘El del bombo’, pero este apodo podría estar a punto de desaparecer, literalmente, porque a sus 71 años se va a jubilar, su bar está cerrado, no piensa abrirlo más y medita subastar alguno de sus bombos porque, con sólo “cuatro cientos y pico euros” que ingresa ahora al mes, necesita dinero para comer.
“Han venido muchas veces a comprarme el bombo y siempre decía que no lo vendería por nada en el mundo, pero ahora estoy dispuesto a hacerlo”, señaló a EFE Manolo en una conversación que arrancó entre lágrimas y que acabó con una rotunda declaración: “Me jubilo. Si puede ser el mes que viene, mejor”.
A Manolo, que lleva 45 años animando con su inseparable bombo a la selección española, le jubilan un virus y la crisis. “Había invertido en género para estos tres meses porque venían las Fallas y quedaban partidos de Liga. Estoy en números rojos y el bar ya no lo abro más. En junio acabo el contrato de alquiler porque iría a peor”, explicó.
El bar de Manolo está ubicado a cien metros de la fachada principal de Mestalla, en Valencia, ciudad en la que se afincó hace más de tres décadas y desde donde ha viajado por todo el mundo para apoyar a la selección y a varios clubes del fútbol español.
Las cuentas no le salen. “Gano cuatrocientos euros y pico, que es lo que pago de hipoteca, más los gastos del piso. Con la jubilación ingresaré ochocientos. No sé qué vamos a hacer, pero tengo que comer y no sé si subastar el bombo", indicó el seguidor más conocido del fútbol español, que quiso agradecer a la propietaria del local que le haya perdonado los meses de alquiler.
Lo que todavía no sabe Manolo es cómo encontrará el dinero para seguir viajando junto a la selección española porque su intención es estar en dos mundiales más para llegar al número doce que lleva en la camiseta”.
Manolo tiene, como si de una obra de arte se tratara, colgados en su bar, situado en la plaza de la afición del Valencia CF, los bombos con los que animó a la España de los títulos, en la Eurocopa de 2008 y 2012, y su bien más preciado, el del Mundial de Sudáfrica de 2010.
“Ya veremos qué hago”, insistió. La llamada recibida en la tarde del viernes por parte del ex jugador Ricardo Arias, uno de los embajadores del Valencia CF, le animó tanto o más como los ingresos que le han hecho algunos amigos.
“Arias me ha dicho que él también lo ha pasado mal. Yo creo que el Valencia también me ayudará”, precisó Manolo, que sin embargo no se arrepiente de nada de lo hecho. “Me he gastado todo mi dinero en el fútbol y por el fútbol, pero estoy muy orgulloso de todo”, recordó Manolo, quien por encima de todos sus viajes recordó su odisea para ver levantar a Iker Casillas el título de 2010.
“En México 86 todos los españoles lo pasamos muy bien, pero lo de Sudáfrica fue superior, porque me puse enfermo, volví a España y luego regresé para las semifinales y la final. También lo pasé muy bien en Venezuela. Me llamaron para que animara a la selección española sub,16 en la que estaban Iván de la Peña e Iván Pérez, el hermano de Alfonso”, comentó.
También rememoró con nostalgia su estancia en diez campeonatos del Mundo y los 15.000 kilómetros que hizo en autostop en el Mundial de España de 1982 para ver los mejores partidos. “De Alicante a Valencia fui en una ambulancia con un muerto”, lamentó Manolo, cuya peor pesadilla fue la final de la Recopa de 1980 en la que el Valencia ganó al Arsenal en la tanda de penaltis y que estuvo marcada por las agresiones de seguidores ingleses a valencianistas en Bruselas y señaló que el Huesca, el Zaragoza y el Valencia son los tres equipos que lleva en el corazón.
A Manolo, sin embargo, le cambia el tono de voz cuando explica su homenaje diario al personal sanitario. “Todos los días a las ocho salgo al balcón con mis cinco banderas de España y toco el bombo con todos los que vienen a tocar conmigo. Este fin de semana será especial”, remató en alusión al domingo, último día con aplausos programados.
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