Investigación científica
Diseñan un motor de combustión interna que no emite gases nocivos
Tiene un depósito de CO2 que se puede valorizar
Investigadores de la Universitat Politècnica de València (UPV) han diseñado un nuevo motor de combustión interna que no genera gases nocivos para la salud ni dióxido de carbono (CO2), y que además destaca por su alta eficiencia y cumple con la normativa sobre emisiones prevista para 2040.
Se trata de un motor “revolucionario”, según aseguran sus creadores, y los dos primeros prototipos de este motor verán la luz en los próximos meses gracias a la financiación de la Agencia Valenciana de la Innovación.
La tecnología empleada para conseguir este hito se basa en la utilización de membranas cerámicas MIEC, patentadas por el Instituto de Tecnología Química, centro mixto de la UPV y el CSIC, que eliminan todos los gases contaminantes y nocivos para la salud (NOx), capturando el CO2 propio y atmosférico y licuándolo.
"Estas membranas, incluidas en el motor del vehículo, permiten la separación selectiva de oxígeno del aire para producir la oxicombustión y de este modo, se genera un gas de combustión puro, compuesto de agua y CO2, que se puede capturar en el interior del propio vehículo y almacenarlo, sin que salga expulsado por el escape", explica José Manuel Serra, investigador del ITQ (UPV-CSIC).
De este modo, la tecnología desarrollada por este equipo de investigadores permitiría disponer de un motor con la autonomía y capacidad de repostaje que puede tener uno convencional hoy en día, "pero con la ventaja de que es completamente limpio, sin ningún tipo de emisión contaminante o de efecto invernadero, igual que pasa con los eléctricos", añade el investigador del CMT-Motores Térmicos de la UPV, Luis Miguel García-Cuevas.
Así, precisa, se ofrece al sector una tecnología que combina lo mejor de ambos motores, los eléctricos y los de combustión, y permite además que el vehículo se convierta en suministrador de CO2.
Según explican los investigadores, en un motor convencional, después de la oxicombustión, se genera una gran cantidad de nitrógeno y óxidos de nitrógeno en el escape, mientras que en este caso solo se genera CO2 en muy alta concentración y agua, que se puede separar de forma muy fácil del CO2, simplemente condensándola.
Dicho CO2, además, se comprime en el interior del propio motor y se almacena en un depósito a presión, pudiendo retornarse como un subproducto, directamente como CO2 puro, de alta calidad en una estación de servicio, para su posterior uso industrial.
"De este modo, dentro del vehículo tendríamos además del depósito de combustible, otro con el CO2 que se genera después de quemar el combustible y del que podemos sacar partido, valorizar", añade García-Cuevas.
Esta tecnología se dirige principalmente a fabricantes de vehículos de gran tamaño de transporte de viajeros y mercancías tanto terrestres como marítimos y para aviación hasta un determinado nivel de potencia, y podría emplearse también para adaptar los actuales motores diésel en vehículos especiales.
En el caso de vehículos más pequeños, otro de los investigadores del CMT-Motores Térmicos de la UPV, Francisco José Arnau, apunta que "podría aplicarse también secuestrando solo parte del CO2 en el escape".
El equipo de la UPV está construyendo dos prototipos a escala de laboratorio, para lo que contará con la financiación de la Agencia Valenciana de la Innovación, ya que este proyecto ha sido uno de los seleccionados en la convocatoria de ayudas del Programa de Valorización y Transferencia de Resultados de Investigación a las Empresas.
"Contar con la valoración positiva y la financiación de la Agencia Valenciana de la Innovación supone poder llevar el concepto a niveles de desarrollo tecnológicos suficientemente altos", señala el investigador José Ramón Serrano, que ha participado también en el proyecto.
Asimismo, permitirá atraer la atención de inversores privados que quieran licenciar la patente o financiar empresas filiales para hacer realidad estos motores, “que cambiarían el paradigma de la lucha contra el cambio climático desde el punto de vista del transporte”, concluye Serrano.
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