Gastronomía
Cerrado en agosto, querencias comprometidas
Los bares descubiertos en agosto son como una hiedra; una vez visitados y sembrados no paran de crecer y aprovechan todas las oportunidades
El presente en agosto se convierte en huérfano, incierto y distanciado al buscar bares y restaurantes que permanezcan abiertos para honrarlos con la visita. Reescribir el pasado con los paladares de hoy será una nueva aventura.
El éxodo vacacional y la continuidad de las restricciones horarias, cuya profundidad todavía se desconoce, seguido del cerrado por vacaciones pondrá a prueba la solidez de los clientes para resistir los desequilibrios de oferta.
Lucharán a contracorriente, en busca de alguna persiana abierta. Todo tiene una lógica aplastante, según avancen las semanas del mes de agosto empeorarán las expectativas de una buena parte de estos robinsones de bar, mientras se confiesan al borde del colapso comensal con esa sensación agobiante de no encontrar abierto los locales de referencia.
El despliegue explorador en busca de un restaurante en el centro de la ciudad se pondrá en marcha. Para entender algo mejor lo que está ocurriendo habrá que recapitular, tras el cerrado por vacaciones, surgen nuevas oportunidades de conocer otros locales. La congruencia argumental de los locales que permanecerán abiertos en agosto logrará la confianza de los nuevos clientes. Ya se sabe lo que ha unido el cerrado por vacaciones que no lo separa nadie.
Surgirán las comparaciones, se desharán en una carretada de aprecios superlativos y nacerán los piropos espasmódicos con sin par (des)acierto alguno y absolutamente (im)prescindibles los otros. Habrá oferta para todos y motivo más que suficiente que lo justifique.
La orfandad comensal no asigna adjetivos de debilidad, pero la vulnerabilidad puede derivar en decepción y el miedo puede engordar la ansiedad. Al final habrá establecimientos, sin duda, que explotarán las debilidades de los clientes huérfanos para reivindicarse mientras las circunstancias formarán parte de una causa colectiva.
Los clientes llevarán el duelo, con valentía. Situación compungida o melancólica. Larga espera para quien espera la reapertura de su local favorito. Basta con fijarse en la mirada perdida de los protagonistas para captar la penosa melancolía que destilan.
Un error de cálculo, está cerrado, la segunda opción se dinamita también, sin libro de ruta, los nervios comienzan a aflorar, no hay guion establecido ni fondo de agenda que confirme que restaurante estará abierto.
Cada vez que se topen con el cartel cerrado por vacaciones o con cualquiera de sus derivados en una denominación oficial, original y graciosa, que de todo hay o en los labios de algún cliente amigo que advierte de la noticia a escasas metros de la puerta del establecimiento, los clientes se pondrán en guardia, no pueden evitarlo, mientras se solazarán en el movimiento okupa de terrazas desconocidas con incierto tardeo.
La combinación de infortunio y oportunismo será evidente. El desnorte del cliente habitual tiene fácil solución con una abstracta cobertura de los establecimientos que quedan abiertos para buscar vías alternativas.
El cliente con fama de reservón, sin ganas de experimentar, hace que se le demande un último pellizco de arrojo y busque otras oportunidades. Aventura selectiva no dependencia.
Los locales que permanecen envuelven la figura del cliente huérfano, acogen al comensal perdido, cubren sus necesidades, esa adopción temporal, en algunos casos, se traducirá en un ahijamiento del nuevo cliente de manera permanente, sin traicionar al titular anterior.
Más allá de los cierres habituales, ciertos bares y restaurantes seguirán abiertos, hoy como ayer y, apuesten también sin temores por el mañana del caluroso agosto y lo que sea menester. Serán jornadas bonitas, de esas que forjan amistades para siempre y hacen que los recuerdos se queden en un rincón de nuestro paladar. Poco ruido y mucho duende para los que se quedan al pie del cañón.
Los nuevos bares y restaurantes conocidos durante el mes agosto son como una hiedra; una vez visitados y sembrados no paran de crecer y cubren toda la superficie de querencias gustativas sobre la que se asentará la nueva clientela.
Aunque el viento de la incertidumbre en la restauración es racheado e incontrolable, la singularidad del cerrado por vacaciones es genuina como fenómeno natural y espejismo efímero. Agradecidos y emocionados solamente podemos decir gracias por abrir o resistir. Paciencia amigos y mucha suerte. Cerrado por vacaciones, que no se les olvide, volvemos en Fallas.
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