Medio Ambiente

“Esto es un horno”

Los vecinos de Azuébar (Castellón) permanecen evacuados en un municipio vecino mientras el fuego sigue su curso

Imagen tras el incendio forestal declarado a última hora del sábado pasado en Azuébar (Castellón)
Imagen tras el incendio forestal declarado a última hora del sábado pasado en Azuébar (Castellón)Domenech CastelloAgencia EFE

Las viviendas del municipio de Azuébar (Castellón), desalojadas esta madrugada por el incendio declarado anoche en el término municipal, no se han visto afectadas por el fuego, según algunos de los vecinos evacuados, que han constatado que en el pueblo no hay humo pero parece “un horno”.

En declaraciones a EFE, algunos de estos vecinos, que han pasado la noche en la vecina localidad de Soneja, han explicado que les indicaron por megafonía que tenían que abandonar sus casas sobre las 3.30 horas y que están a la espera de que en una reunión a partir de las 19 horas, les digan si pueden volver a sus casas.

Esmeralada Miravete ha contado que “sabía que había un foco de incendio pero no hasta qué extremo” y que “por megafonía” les dijeron “que había que desalojar el pueblo; vino la Guardia Civil y cogimos el coche para venir a Soneja y estamos desde la cinco pero otros vecinos vinieron antes”.

Ha contado que un vecino ha tenido que acercarse al pueblo para “dar de comer a unos animalitos que tiene” y les ha dicho que en Azuébar, “no hay nadie, ni hay humo pero el pueblo es un horno”.

La mujer que dicho que no tuvo miedo porque veía el fuego de lejos y ha agradecido el trato que les están dando en Soneja: “En el desayuno había madalenas, tortas, zumos y de todo, y a mediodía nos han dado bien de comer”.

“Nos han dicho que a ver si a las 19 horas nos pueden decir si podemos volver pero no lo saben”, ha apuntado.

Antonio ha contado que habían ido a ver el fuego y que, por el calor, se refrescaron antes de irse a dormir hasta que una vecina les avisó de que había que salir.

“Fue un sobresalto y creo que aún me dura el tembleque. Una vecina empezó a pegar golpes en la puerta, me desperté, me asome y la policía estaba diciendo que teníamos que desalojar y salimos tan corriendo y el cargador del móvil te lo dejas”, ha lamentado.

Ha asegurado que el miedo que sintió era más por “no saber qué pasaba” que por el fuego y ha reconocido que después de tantas horas “la fuerza te falla” y aflora el “cansancio” aunque ha agradecido también lo “maravillosamente bien” que se han portado con ellos en Soneja.

Además, ha recordado que hicieron una caravana grande de coches en dirección a Soneja y ha contado que esta tarde, a las 19 horas “parece que van a tomar una decisión” sobre si podrán volver a casa aunque “depende de cómo controlan el fuego y el humo”.

Manoli Piñas ha reconocido a EFE que vivió el desalojo con “nervios”, a pesar de que la alcaldesa ya les había informado de que la situación se podía complicar y que estuvieran “atentos por si tenían que desalojar”.

“Nos fueron informando por el guasap del Ayuntamiento y dijeron que sin agobiarnos fuéramos saliendo de las casas y yendo a Soneja; la Guardia Civil se portó muy bien, fueron por las viviendas avisando y ayudando a la gente mayor”.

“Estamos aquí desde las tres y media esperando que mejore la situación. Nos están atendiendo muy bien. Hace unos años, ellos tuvieron un desalojo y hubo mucha hermandad de Azuébar”, ha relatado.

Ha asegurado que cuando avisaron para salir estaban “vestidos, con el monedero y el DNI” y que el miedo le sobrevino al ver el fuego desde la caravana de coches que iban hacia Soneja.

Según esta vecina, “en el pueblo parece que no ha pasado nada en las casas” y ha confiado en que esta tarde les digan que pueden volver a sus viviendas, además de valorar el esfuerzo del dueño del supermercado, la ambulancia para la gente mayor y que les ofrecieran también comida para los animales.

Para Jorge Colas, vecino de Soneja, pero que lleva un par de meses en Azuébar, el desalojo no le pilló en la localidad pero reconoce que lo pasó mal y tuvo miedo cuanto intentaba llamar a su padre y a su tía, que sí estaban en el municipio desalojado, y “nadie” le cogía el móvil.

Ha reconocido que ha sido “bastante difícil” porque la situación le ha recordado al desalojo de Soneja hace unos años y lo ha “revivido todo”.