Efemérides
Nino Bravo, la voz igual que un niño: Se cumplen 78 años del nacimiento del artista valenciano
El temprano fallecimiento de la voz más reconocible de la música valenciana conmocionó a la sociedad española
“Dejaré mi tierra por ti, dejaré mis campos y me iré lejos de aquí”. Parecía que, en ese 1972 en que cantaba Un beso y una flor, Nino Bravo aún era Luis Manuel Ferri Llopis, un aprendiz de joyero nacido en la localidad valenciana de Aielo de Malferit que soñaba con triunfar en la música. Se prometía volver, pero para conseguirlo tenía que partir. Hoy se cumplen 78 años de su nacimiento y de un sueño cumplido.
Su primer éxito llegó en 1969 con la canción “Te quiero, te quiero”, que había sido compuesta inicialmente para Lola Flores y habían interpretado Carmen Sevilla y Raphael sin que funcionara en el mercado musical. En la voz del valenciano, los versos compuestos por Augusto Algueró serían el primer impulso de cinco álbumes de estudio, 62 canciones y tres años en lo más alto.
La vida por delante
La vida de Nino Bravo acabó trágicamente el 16 de abril de 1973, en un accidente de tráfico en la N-III que cubría la ruta Valencia-Madrid. El intérprete viajaba con su guitarrista, José Juesas, y con un dúo de cantantes que daba por entonces sus primeros pasos en el mundo de la música y a quienes Bravo representaba y acompañaba a grabar en la capital.
El próximo abril se cumplirá medio siglo de su fallecimiento, momento en el que tenía 28 años. Dicen que, cuando vas a morir, ves pasar la vida por delante de tus ojos. ¿Qué debió de ver Nino Bravo? Vería a su mujer, María Amparo Martínez Gil, y a su hija mayor, del mismo nombre. La pequeña, Eva, nació en noviembre de 1973, y padre e hija nunca llegarían a conocerse.
Vería también las dos preselecciones a Eurovisión en las que participó, en 1970 y 1971, y en las que finalmente representaron a España Julio Iglesias con Gwendolyne y Karina con En un mundo nuevo. Pero llegar hasta ahí le había costado mucho trabajo, como él mismo decía en las entrevistas.
Empezó a cantar con dos amigos del pueblo con los que formó el grupo “Los Hispánicos”, que estuvo dos años en activo. Después de cumplir el servicio militar entró en otro grupo, “Los Superson”. Ellos serían sus músicos durante el resto de su carrera. A partir de 1969, tras cuatro años de idas y venidas por los escenarios de las comarcas valencianas, la carrera de Nino Bravo empezó a pisar el acelerador.
Después de “Te quiero, te quiero”, que daría nombre a su primer álbum, llegarían éxitos como “Noelia”, “Un beso y una flor”, “Libre” y, póstumamente, “América, América”. Participó en numerosos festivales de la canción tanto en Europa como en Latinoamérica y planeaba un viaje a Tokio, para dar a conocer su música cada vez un poco más lejos.
Quería ayudar a los jóvenes talentos valencianos y montó una agencia para representarlos, para “tener lo que él no había tenido a lo largo de su carrera”, según cuenta Darío Ledesma de Castro, su biógrafo. También se propuso abrir una discoteca inspirada en las historias de Julio Verne, su escritor favorito.
Un jardín como homenaje en Valencia
Son muchos los homenajes que, a lo largo de los años, se han hecho al intérprete desde todos los ámbitos: conciertos, álbumes recopilatorios, calles, plazas... El último es un proyecto de ampliación del jardín de Nino Bravo, junto a la calle Sagunto, para crear un espacio verde y peatonalizado en la ciudad de Valencia.
Poco se puede añadir sobre la figura de uno de los más grandes cantantes de la música valenciana, cuyas canciones siguen siendo dueñas de auriculares, verbenas y karaokes. Ojalá, como decía él, más allá del mar haya un lugar donde el sol cada mañana brille más, y donde descanse Nino Bravo.
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