Gastronomía
Todos los Santos, más allá de la gastronomía
Rendir homenaje es una forma de gratitud; se silencian las personas, pero no sus vidas
Un día como hoy sobrevuela en la memoria como un acontecimiento reposado que abandera el repaso a eternos encuentros gastronómicos. La jornada se convierte en una sobremesa importadora de sentimientos que mantiene unilateralmente el recuerdo pendular de idas y venidas. La conversación del café custodia el fuego sagrado de lo que alguna vez fueron experiencias irrepetibles.
Han debido pasar varios meses desde su marcha para que el recuerdo nos devuelva todo esto a la memoria que se convierte en un refugio para recordar a los amigos: camareros, hosteleros, cocineros, gastrónomos y proveedores que han fallecido este último año. Rendir homenaje es una forma de gratitud. Y estas deudas nunca terminan de pagarse. Se silencian las personas, pero no sus vidas.
En definitiva, gastrónomos, camareros, restauradores y proveedores apasionados, de paladar oceánico, con un horizonte gustativo infinito desde el que catalizaban experiencias hosteleras de cualquier índole, sin agotar el entusiasmo gourmet, mientras otros buscaban la autenticidad de la comida sin abrazar el excesivo detallismo. Pero por encima de todo, aderezaban su vida cotidiana con el mejor condimento: su entrañable amistad, lo que facilitaba el triunfo pleno de las sobremesas.
Los recuerdos suenan en total consonancia con el ambiente de especial emotividad. El metraje gustativo no se termina, cada una de las imágenes se sucede en la película gastrónoma grabada en la memoria culinaria cotidiana.
Hay profesionales y establecimientos que forman parte de nuestra vida. Ni el tiempo ni la ausencia, pueden hacer olvidar aquellas personas que han marcado de manera sublime nuestro camino para siempre y a los que debemos un recuerdo.
El presente más inmediato nos devuelve al pasado y la nostalgia avanza con credenciales inmortales en busca del recuerdo. No hay jornada que no soñemos con volver a deslizar los ojos por las legendarias mesas donde hemos disfrutado con su compañía y buen hacer.
Sobremesas de antaño surgidas por la inmediatez del Día de Todos los Santos donde los obligados títulos de crédito de este relato recogen el recuerdo a todos los que nos han dejado. El vínculo entre la gastronomía y la amistad es, sin duda, uno de los más fecundos.
La sobremesa de un día como hoy se convierte en un menú de emociones mientras las vivencias pretéritas se descomponen en sentimientos para volver a reunirse. «Flashback» nostálgico para recordar platos, cócteles y detalles. Fotogramas de clientes y camareros con la amistad más allá del horizonte de la barra. Desenlaces inesperados, con final abierto a varias posibilidades, donde los tristes fundidos en negro y la transición entre sobremesas dispara las anécdotas.
La duración del recuerdo no es un tiempo de fuga, ni un escape de la realidad actual, es una sesión continua, con la memoria acelerada entre clientes y profesionales cuando disfrutar y charlar era algo común.
Basta recordar su presencia para dar por terminada la reflexión. Acuden con notable celeridad a la deseada cita de la nostalgia experiencias que siguen creciendo en cada nueva visión, con inmarchitable poder de veneración.
Todo ello, con la gastronomía como hilo conductor y los bares y restaurantes como telón de fondo, la capacidad de atrapar el pasado y dotarlo de una forma de existencia en la restauración es irrenunciable un día como hoy que va más allá de la gastronomía.
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