Cultura

Adiós al sueño del centro Bombas Gens en Valencia

El pasado 1 de enero el recinto, que albergaba obras de José Luis Soler, cerró sus puertas para ser adaptado a un nuevo concepto

Fachada de Bombas Gens
Fachada de Bombas GensLa Razón

El arte contemporáneo no vende. Al menos en la ciudad de València, donde las instituciones relacionadas con la Cultura no han mostrado el más mínimo interés por conservar en la Administración pública una importante colección de arte contemporáneo formada por más de 2.500 piezas, en su mayoría fotografías de sobresalientes artistas de todo el mundo.

Se trata de todas las obras que a lo largo de su vida ha adquirido José Luis Soler Vila, el presidente de la Fundació Per Amor a L’ Art, que quiso mostrar a la sociedad a través de su exposición en un museo en el que nadie ha de pagar para contemplarla.

Asesorada por el también valenciano, Vicent Todolí, quien dirigió la Tate Modern de Londres y fue director artístico del IVAM, la Fundación comenzó a adquirir obras de diferentes artistas contemporáneos. Además de 2.000 fotografías, han logrado reunir una de las colecciones de arte abstracto más singulares de España para hacerlas llegar, según palabras de la vicepresidenta de la Fundación y esposa del fundador, al mayor número posible de personas.

El sueño de Soler se cumplió el 8 de julio de 2017 cuando el Centro de Arte Bombas Gens abrió sus puertas en un edificio industrial construido en 1930 por el arquitecto Cayetano Borso di Caminati para fabricar bombas hidráulicas. Las obras de restauración del edificio, de más de 4.000 metros cuadrados, se realizaron bajo la dirección de los arquitectos Annabelle Seldorf, Eduardo de Miguel y Ramón Esteve. La iniciativa privada logró así recuperar una antigua fábrica y devolver su fisonomía original al edificio, convirtiéndolo en un icono del barrio de Marxalenes.

El sueño se estaba haciendo realidad. Incluso se llegó a decir que la trascendencia del museo podría hacer sobra al IVAM, cuyo edificio se sitúa a escasos 500 metros de Bombas Gens. No era esa la intención de su creador. En su idea inicial se llegó a plantear la colaboración entre ambas instituciones, la pública y la privada. Hubiera sido una oportunidad para establecer sinergias complementarias e incluso una ruta de arte contemporáneo por la ciudad en la que se incorporaría también el Centre Cultural del Carmen.

Inma Femenia, artista de la colección, llegó a escribir en la Memoria de la Fundació que el Centre D’Arts Bombas Gens marcó un hito en la comunidad artística de la ciudad de València convirtiéndose en una pieza fundamental de su vida cultural. Y añadió que sus salas transmiten a la ciudad la misma pasión que José Luis Soler manifestaba por la colección que estaba construyendo, al tiempo que crea un vinculo cercano entre el arte y sus habitantes.

De nada sirvieron estas ideas, ni tampoco los convenios con las universidades para dinamizar el espacio, ni la apertura de sus salas y espacios a empresas para la organización de eventos. Solo dos años después de la apertura del Centre D’Art Bombas Gens, su impulsor sufrió un ictus y las cosas empezaron a cambiar.

La primera directora, Nuria Enguita, abandonó su puesto para dirigir el IVAM. En septiembre de 2020 le sustituyó la portuguesa Sandra Guimaráes cuyo objetivo, marcado desde la vicepresidencia de la Fundació era conseguir que el Centro fuera un lugar de visita obligada en València.

La rentabilidad

Pero, además, empezó a hablarse de rentabilidad. Debía sostenerse con sus propios fondos. La fórmula era conectar con nuevos públicos y abrir horizontes. Un objetivo que debía cumplir la nueva directora a través de desarrollar proyectos ambiciosos para consolidar y expandir el trabajo hecho. Un museo, según dijo tras el nombramiento, que brinde experiencias transformativas, inclusivo y centrado en el artista.

Su entusiasmo duró poco. Solo dos años más tarde optó por un nuevo trabajo. En mayo de 2023 dimitió para convertirse en la directora del Museo Helga Alvear con la misión de proyectarlo a nivel internacional. Desde entonces nadie ha ocupado su puesto en el Centro valenciano.

En ese momento trascendió el interés de los responsables de la Fundació por ceder la colección José Luis Soler a las instituciones valencianas, concretamente al IVAM, pero las elecciones paralizaron las negociaciones.

Hoy, tras el cambio del Consell, los responsables de Cultura han confirmado a LA RAZÓN que no tienen prevista ninguna reunión con la Fundació Per Amor a L’Art y tampoco han manifestado interés alguno por una colección de arte que quedó paralizada tras la enfermedad del empresario que la reunió.

También sus propietarios guardan silencio sobre el futuro de las 2.500 piezas. Lo único que ha trascendido es que en unas semanas darán a conocer el destino de los fondos. Ni siquiera han querido adelantar si se quedarán en València o no, como ya ocurriera con la Colección Inelcom del también empresario valenciano Javier Quilis, que cuenta con 355 obras de Arte Contemporáneo que se expone en Torrejón por los problemas que tuvo con la Administración para hacerlo en Xàtiva, a pesar de que la inversión inicial superaba los 20 millones de euros.

El declive del que fuera considerado un auténtico tesoro para València y testimonio vivo de la importancia del arte en la vida de las personas ha culminado con la transformación del espacio en un centro en el que se ofrecerán experiencias inmersivas y de realidad virtual que parece llama más la atención de los espectadores y que se ha puesto de moda en algunos centros culturales para atraer a un público mayoritario y familiar. El pasado 1 de enero el centro Bombas Gens cerró sus puertas para adaptar sus instalaciones al nuevo formato expositivo.

El encargado de rentabilizar Bombas Gens es el estudio de producción Layers os Reality que ya trabaja en el Centre D’Arts Digital IDEAL en Barcelona y en el MAD ubicado en el centro de creación contemporánea Matadero de Madrid.

La primera muestra será sobre Dalí y está previsto que se inaugure a final del mes de febrero.

Lo que pase con la colección José Luis Soler es hoy una incógnita, aunque el propósito de su inspirador era que se destinara a devolverle a la sociedad una parte de lo mucho que le había dado. El IVAM sería el lugar adecuado.