Prevención
El cáncer de ovario, un tumor poco común pero difícil de detectar
El cáncer de ovario representa la primera causa de mortalidad por cáncer ginecológico
Como en la mayoría de los tumores, el riesgo de desarrollar cáncer de ovario aumenta con la edad, siendo más frecuente su diagnóstico en mujeres mayores de 63 años y raramente detectado en pacientes menores de 40 años. A pesar de representar solo el 3% de todos los tumores femeninos, este cáncer se sitúa como la quinta causa de muerte por cáncer en mujeres. Se estima que en 2024 más de 3.716 mujeres serán diagnosticadas con esta enfermedad. De ellas, cerca de 300 en la Comunitat Valenciana.
La detección temprana enfrenta múltiples desafíos, entre ellos la falta de pruebas de detección efectivas y la naturaleza inespecífica de sus síntomas
Aunque el cáncer de ovario no es uno de los tumores más comunes, representa la primera causa de mortalidad por cáncer ginecológico, por lo que detectarlo en fases tempranas, cuando su tasa de curación se sitúa en torno al 90%, es uno de los principales retos a los que se enfrentan la oncología. Sin embargo, y como explica el Dr. Josep Sanchís, jefe clínico del Servicio de Ginecología de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO), a diferencia de otro tipo de tumores, en la actualidad “no existen ningún método eficaz para la detección precoz del cáncer de ovarios, lo que explica que el 70-80% de casos se diagnostiquen en un estadio avanzado”.
Asimismo, la naturaleza inespecífica de sus síntomas, que pueden confundirse con otras dolencias por ejemplo de tipo digestivas, es otra de las grandes dificultades que se presentan a la hora de poder diagnosticarlo a tiempo. El doctor Ignacio Romero, médico adjunto del Servicio de Oncología Médica del IVO repasa algunos de los síntomas ante los que hay que estar alerta como son “el hinchazón abdominal por la acumulación de líquidos, la sensación de ‘empacho’ con comidas ligeras, que puede ir acompañado de molestias en la zona pélvica, cambios en el ritmo intestinal y, en pocas ocasiones la aparición de hemorragias vaginales entre ciclos menstruales o en mujeres menopáusicas. Ante cualquiera de ellos los expertos aconsejan acudir a un especialista para realizar las pruebas pertinentes.
“Los casos detectados en estadios tempranos tienen buen pronóstico y en torno al 90% de las pacientes conseguirá curarse. Para ello, las revisiones ginecológicas rutinarias mediante examen pélvico y ecografía vaginal tienen un papel fundamental” señalan desde el IVO.
Factores de riesgo
Además de la sintomatología, también es importante conocer qué otros factores de riesgo pueden predisponer a padecer cáncer de ovarios: “La edad, la ausencia de embarazos, el consumo de estrógenos en postmenopausia, o la herencia genética”, son algunos de los factores de riesgo asociados al desarrollo de este tumor”, asevera el doctor Ignacio Romero, quien explica que en el momento en que se identifica una carga familiar o genética, se desarrollan programas de detección precoz e incluso cirugías profilácticas.
Por su parte el uso de anticonceptivos en periodos superiores a cinco años, la lactancia, el embarazo, o la alimentación saludable, “son algunos factores que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecerlo”.
Abordaje multidisciplinar
Centro de referencia internacional en el diagnóstico y abordaje del cáncer, el IVO fue pionero hace más de 45 años, en ofrecer en España un enfoque integral a través de sus Comités de Tumores, tal y como explica el doctor Romero: “La complejidad de esta enfermedad hace que sea fundamental individualizar el tratamiento de cada paciente y esto es posible gracias a los comités multidisciplinares donde participan especialistas como ginecólogos, oncólogos médicos, oncólogos radioterápicos, radiólogos, patólogos, biólogos moleculares, psicólogos y médicos nucleares, que examinan el historial del paciente y toman decisiones conjuntas”. Un organismo que resulta “clave por ofrecer una visión muy completa de cada paciente”, subrayan desde el IVO.
Avances y nuevas líneas de investigación
La identificación de los diferentes tumores de ovario, las causas genéticas y la búsqueda de biomarcadores predictivos de respuesta a fármacos centran las investigaciones de los últimos años en torno a esta enfermedad. “Los avances más importantes en el tratamiento del cáncer pasan por los progresos en la identificación de los diferentes tumores de ovario a un nivel profundo, con mejoras sustanciales a nivel molecular. Esto nos ha permitido disponer de herramientas para conocer en cada caso mejor el pronóstico y los tratamientos que se van a aplicar”, afirma el doctor Ignacio Romero, que destaca que los avances van de la mano de la identificación de las causas genéticas como son, entre otros, los genes BRCA1 y BRCA2. “Hoy en día se realiza de forma rutinaria, en conjunto con las unidades de Consejo Genético y el laboratorio de Biología Molecular, el despistaje de los casos de predisposición genética en prácticamente todos los tumores malignos de ovario. Y esto junto con el desarrollo de los tratamientos dirigidos como lo inhibidores de la enzima PARP, en cuyo desarrollo clínico hemos participado, permite que los utilicemos en el día a día”.
En este sentido, Raquel López Reig, investigadora del servicio de Biología Molecular del IVO, asegura que el cáncer de ovario constituye una de las líneas prioritarias de investigación de su laboratorio y están centrados en buscar biomarcadores predictivos de respuesta a fármacos. Hay dos líneas de investigación principales en el LBM del IVO. Por una parte, el estudio de la inestabilidad genómica como biomarcador de respuesta a inhibidores de PARP. Para ello, y basado en estudios previos del grupo, se está poniendo a punto una tecnología llamada secuenciación de baja cobertura. “Esta nueva aproximación nos permite obtener un mayor rendimiento de los datos de secuenciación. Así, mediante esta novedosa técnica no solo obtendremos el estatus de inestabilidad genómica del tumor, sino también los distintos marcadores genómicos disponibles, como carga mutacional del tumor (TMB por sus siglas en inglés) o firmas mutacionales”.
La otra línea principal del laboratorio está enfocada en la búsqueda de biomarcadores y modelos de respuesta a inmunoterapia basados en el análisis transcriptómico y metagenómico del tumor y su microambiente, mediante el uso de técnicas de Machine Learning.
¿Cómo se trata el cáncer de ovario?
Tal y como explica el doctor Josep Sanchís, “la cirugía sigue siendo el pilar fundamental del tratamiento de estas pacientes, aunque nuevas terapias biológicas conocidas como terapias diana se están desarrollando en los últimos años, y han aportado resultados esperanzadores”. También destaca la evolución de la cirugía gracias a los avances tecnológicos. “Aunque algunas técnicas como la laparoscopia han permitido obtener mayor precisión y una mejor conservación de órganos, los grandes avances quirúrgicos han llegado de la mano de la cirugía robótica. Este procedimiento quirúrgico permite realizar las intervenciones ginecológicas más complicadas, en situaciones concretas, con una mayor tasa de éxito. Actualmente la cirugía robótica o mínimamente invasiva se puede aplicar con seguridad en la mayoría de los casos tempranos de cáncer de ovario y de forma específica, en algunos casos seleccionados de estadios avanzados”.
Así, el tratamiento consiste en una cirugía de citorreducción primaria para resecar la mayor parte de tejido tumoral posible seguida de quimioterapia basada en platino. En los casos en estadio temprano la cirugía consistirá en la extirpación del tumor para su diagnóstico y en la toma de biopsias para descartar la presencia de metástasis ocultas. En los estadios avanzados, el objetivo será la eliminación completa del tumor, por lo que se precisará de un conjunto de procedimientos quirúrgicos a nivel ginecológico, urológico, intestinal y/o torácico.
Tras la cirugía, en la mayoría de los casos es necesario un tratamiento sistémico adyuvante con quimioterapia intravenosa convencional seguido de otros fármacos diana de mantenimiento que ayudan a reducir el riesgo de recaída. “La radioterapia es eficaz en tumores ginecológicos sobre volúmenes limitados como la pelvis, pero el cáncer de ovario puede diseminarse por todo el abdomen, con lo que la irradiación no es parte del tratamiento postoperatorio inicial, y es la quimioterapia la que es capaz de eliminar la enfermedad residual microscópica tras la cirugía”, comenta el doctor José Luis Guinot, jefe clínico de la Unidad de Braquiterapia, del servicio de Oncología Radioterápica del IVO.
Por su parte la radioterapia puede contribuir a controlar la enfermedad en casos de recaídas en ganglios o en zonas que vuelven a recaer tras una segunda cirugía en áreas limitadas. “Si es posible se utiliza la radioterapia estereotáctica corporal o SBRT, que permite dar dosis elevadas en zonas muy reducidas evitando los órganos de riesgo cercanos como el intestino, el recto, la vejiga o los riñones. También es útil la irradiación de metástasis en huesos, pulmón o cerebro, que reducen el crecimiento tumoral y mejoran los síntomas. En estos casos la radioterapia se administra en una o dos semanas, con mínimos efectos secundarios”.
La importancia de la colaboración
Además, están desarrollando una colección de líneas celulares primarias, establecidas a partir de tejido tumoral de pacientes, que se utilizará como plataforma de screening de tratamientos disponibles y en desarrollo, con el objetivo de seleccionar el fármaco que mejor se adapte a las características del tumor analizado. “De esta manera somos capaces de comprender mejor la biología de los tumores y diseñar y elegir terapias personalizadas”, apunta la investigadora Raquel López Reig, que destaca que el desarrollo de este tipo de proyectos es posible gracias a las colaboraciones nacionales e internacionales con otros grupos de investigación especializados en el campo.
Una colaboración en la que también hace hincapié el doctor Ignacio Romero: “está en nuestro ADN, con la participación en ensayos clínicos internacionales, muchos de ellos en colaboración con GEICO, el grupo español de investigación en cáncer ginecológico. Existe trabajo por realizar para identificar nuevas vulnerabilidades del cáncer de ovario y esto pasa por mirar más allá de lo que hoy hacemos y en el desarrollo de nuevas estrategias. Por eso ir de la mano del conocimiento básico es clave, integrar y participar en el desarrollo de los nuevos fármacos como los nuevos anticuerpos con una quimioterapia adherida”.
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