Amamantando la vida

¿Cómo contribuye la lactancia a la salud mental de la madre?

La lactancia materna funciona como un antidepresivo natural, puede ayudar a sanar y mejorar el bienestar

La lactancia funciona como un antidepresivo natural
La lactancia funciona como un antidepresivo naturalLa Razón

El posparto hace que la mujer se sienta más vulnerable física y emocionalmente. El recién nacido trae consigo una serie de desafíos para la madre, quien debe enfrentar miedos, dudas y situaciones nuevas que requieren tomar decisiones y aceptar responsabilidades, que en semanas seguro que parecerán simples, pero que ahora son un mundo. El cuerpo cambia interna y externamente, no vuelve a ser «el cuerpo» de antes del embarazo, pero tampoco es el de una mujer gestante. Durante este periodo, las mujeres pueden experimentar una pérdida temporal de su imagen corporal, lo que a veces puede causar angustia y afectar a su autoestima. Afronta una montaña rusa de emociones intensas.

La madre empieza a dudar de su capacidad para afrontar esta etapa y se pregunta si está haciendo las cosas bien. En algunas situaciones se siente muy dependiente y suele dejar que los demás tomen ciertas decisiones por ella, se deja llevar. Sus emociones son como un cóctel de bebidas afrutadas y coloridas, en donde los colores pueden volverse sepia, ocre y negro.

Durante este periodo es posible que algunas mujeres experimenten síntomas leves, comunes y temporales de depresión, ansiedad y estrés, o cuadros más graves.

El día 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Salud Mental Materna, por lo que deseamos resaltar los beneficios que tiene la lactancia materna en este aspecto. Investigaciones actuales han demostrado que amamantar tiene un poder extraordinariamente preventivo y terapéutico a nivel emocional, mental y en situaciones difíciles. La lactancia materna funciona como un antidepresivo natural, una herramienta que puede ayudar a sanar y mejorar el bienestar.

En el amamantamiento están involucradas principalmente dos hormonas, la prolactina y la oxitocina. Ambas actúan sobre los circuitos cerebrales de la madre que están relacionados con el vínculo y el apego, reforzándolos. La prolactina, aparte de su intervención directa en la producción láctea, tiene un papel central en la adaptación del cerebro de la madre. Provoca cambios que dan lugar a la conducta maternal, en otras palabras, la hormona prolactina ayuda en el proceso de maternidad. Da mucha tranquilidad a las madres y hace que los niveles de ansiedad y estrés bajen cuando están muy altos. La crianza puede ser más fácil y sencilla para las que tienen niveles altos de prolactina debido a la lactancia. Las madres que amamantan obtienen puntuaciones menores en las escalas de estrés, ansiedad y depresión en comparación con las que no lo hacen. Este impacto ansiolítico de la lactancia materna se ha descrito como especialmente importante en madres con trastornos afectivos.

La prolactina también favorece que la madre desarrolle conductas de protección. Por ejemplo, la sensibilidad auditiva materna se afina, lo que permite una mejor vigilancia del recién nacido. Por otro lado, la oxitocina además de facilitar la eyección de la leche materna, genera sentimientos amorosos en las madres.

La confianza, autoestima y bienestar en la madre aumentan, favoreciendo el vínculo madre-hijo/a. Cada descarga de oxitocina produce un sentimiento amoroso, lo que lleva a la madre a querer estar cerca de su bebé. Además, posee un poder ansiolítico destacado, mejora la memoria social y fomenta el interés por las relaciones sociales. De esta manera, se previene la soledad durante el puerperio y en general se contribuye a un mejor humor. En definitiva, la lactancia induce serenidad y calma en ambos integrantes de la díada. Asimismo, tiene importantes efectos en el neurodesarrollo del lactante, también mejora el vínculo afectivo y disminuye el riesgo de abandono y maltrato infantil.

En resumen, ante una madre que está amamantando, tenemos que saber que la lactancia facilita la crianza y tiene un efecto ansiolítico. Por otro lado, el destete temprano injustificado podría dificultar el vínculo y empeorar el malestar emocional.

En el período de lactancia, algunos de estos trastornos afectivos y psicosis puerperales pueden requerir tratamiento farmacológico. En ocasiones las madres que amamantan tienen miedo a que se les sugiera el destete para poder recibir tratamiento farmacológico. Un hecho que va unido al desconocimiento de los beneficios de la lactancia y de los estudios recientes sobre la farmacocinética en la lactancia, haciendo que algunos galenos recomienden el destete temprano para poder iniciar el tratamiento psicofarmacológico.

Una excesiva cautela que motiva muchos destetes que se podrían evitar, ya que estudios recientes, indican que la mayoría de los psicofármacos son seguros para la lactancia. Nos queda mucho por estudiar y aprender, pero siempre apoyándonos en la evidencia científica, se puede conocer la compatibilidad actual de un fármaco en https://www.e-lactancia.org/

Muchos son los desafíos que debemos afrontar con respecto a la lactancia materna y a la salud mental materna. Las mujeres son las protagonistas de su maternidad y como profesionales de la salud y expertos en lactancia debemos ofrecer nuestra escucha y apoyo, respetando a la madre que elige tanto continuar como a la que escoge no dar el pecho o piensa en un destete temprano, acompañándola en este proceso sin cuestionarla, ofreciéndole la mejor vinculación con su bebé.

«Favorecer el vínculo entre madre y bebé es: la forma más económica (y menos dolorosa) para promover la salud mental y prevenir tratamientos en la edad adulta… es de una simplicidad asombrosa». (Gerhardt S., 2004)

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