Opinión

Gil Albert: de Alcoy a la Caja de las Letras

La cultura es lo que hace rica a una comunidad, lo que devuelve sentido a nuestra existencia y reubica y reordena los valores en su escala

Acto en el que el legado de Juan Gil-Albert se introdujo en uno de los depósitos de La Caja de las Letras del Instituto Cervantes
Acto en el que el legado de Juan Gil-Albert se introdujo en uno de los depósitos de La Caja de las Letras del Instituto CervantesLa Razón

Para tener una escala de valores, sin duda, hay que saber en primer lugar qué son los valores y en segundo, fijar un orden de prioridades. Ante un impacto emocional del calibre de los atentados del 11M en Madrid, del confinamiento causado por el Covid, o de la dana del 29 de octubre en Valencia, sí o sí el suelo que pisamos se mueve bajo nuestros pies e incluso se abre.

Y la escala de valores se descoloca, siempre y cuando uno tenga unos principios éticos y morales por los que regirse y a los que anclarse.

En este mundo de prisas, de estar todos hiperconectados de manera irreal a través de la tecnología, y de individualismo atroz -casi tan atroz como ese mal que se llama soledad- visito y descubro un reducto de paz en una gran ciudad, Madrid.

Un templo de la cultura en plena calle Alcalá. Es la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, un búnker que, a modo de cápsula del tiempo, atesora los legados de los nombres más importantes de la cultura en habla hispana. Entre los 2.000 elegidos que forman parte de esa cámara acorazada está el escritor alcoyanoJuan Gil-Albert, todo un orgullo y honor para Alicante, sin duda. Su depósito es el 1.601. Decía Gil-Albert que no son los acontecimientos los que cambian a los hombres, sino nosotros mismos.

En días de casi matarnos por vivir a cien por hora, hay momentos en que el reloj se detiene, y da tiempo para reflexionar sobre si los acontecimientos cambian o no a los hombres; porque cuando nuestro mundo se resquebraja, como ocurrió el 29 de octubre, sí o sí los acontecimientos nos cambian. Pues eso, que la cultura es lo que hace rica a una comunidad, lo que devuelve sentido a nuestra existencia y reubica y reordena los valores en su escala, ya sea con Gil-Albert o con cualquier otro escritor de la Caja de las Letras como lectura de cabecera.