Sociedad
El incierto futuro de los migrantes desalojados de Aldaia con machetes y pitbulls, "trabajan en el campo por 30 euros"
La Conselleria de Servicios Sociales ha conseguido plazas en un albergue para una docena de los 30 afectados
Ha pasado casi una semana desde que un grupo de hombres armados desalojaran a machetazos, porras y cargados con pistolas a un grupo de 30 personas migrantes que estaban alojados en una nave en el término municipal de Alaquàs. La mayoría de ellos sigue sin hogar. La Conselleria pudo alojar poco después en albergues a 12 , pero el resto siguen sin recursos durmiendo "en la tierra al ras y en la calle, donde pueden", explica un testigo que estuvo presente cuando fueron expulsados de la nave.
Así lo confirma la Conselleria de Servicios Sociales, que asegura que han podido asistir "con las plazas que había" y gracias a un procedimiento de urgencia, pero aseguran que no hay más espacio. Recuerdan que los servicios sociales para estas cuestiones son municipales y la competencia de inmigración es nacional. El Ayuntamiento de Aldaia, municipio colindante a la nave, que se encuentra a las afueras de los términos de Alaquàs, Aldaia y Xirivella, asegura que "es un problema que no puede resolver un municipio por sí solo". "Si Conselleria no tiene capacidad imagínate un municipio como Aldaia y menos después de la dana", explican fuentes del consistorio.
El testigo asegura que ese mismo día dos técnicos del Ayuntamiento de Xirivella se personaron allí, hicieron las llamadas oportunas, pero solo consiguieron una docena de plazas.
Treinta euros al día
El testigo del desalojo había trabajado con oenegés y conocía a los chicos. "Había 30 viviendo ahí, llevaban cuatro años algunos y jamás habían montado ningún numero", afirma a LA RAZÓN. Asegura que a pesar de los rumores de que causaban disturbios, los trabajadores de naves vecinas defendían que "en la vida ha entrado ninguno a robarles ni a insultarles, pasaban por delante y jamás habían tenido problemas".
El cambio de propiedad de la nave, que pertenecía a la ya extinta cooperativa de ferreterías de Valencia Cofedeva, ha sido lo que ha motivado su desalojo. Estaban avisados y lo habían aceptado, insiste este testigo. Es más, todos ellos habían recogido ya sus enseres y estaban listos para irse ese mismo día cuando pasadas las tres de la tarde, un grupo de hombres rapados con dos pitbulls sin bozal, machetes, palos e incluso dos de ellos haciéndose pasar por policías nacionales con chalecos y pistolas, les echaron a la fuerza. El testigo presencial afirma que los atacantes les amenazaron de muerte proliferando mensajes de odio: "Cuando venga Vox tal cual habéis venido os vais a ahogar en el mar", asegura que vociferaban. "Tenían tal odio que creo que no sabían ni a quién pegaban", asegura el testigo.
"He ido muchas veces y les decía: os tenéis que ir de aquí y decían que sí que sí, el 20 nos vamos, tenían maletas y recogidas sus cosas, pero les destrozaron todo". "Con una pala mecánica les tiraron todo, perdieron pasaportes, papeles que tenían, fue un horror. Los pobres estaban llorando porque les habían quitado los pasaportes" y afirma que si apuraron hasta el último día fue "porque no tenían donde ir". "Trabajan, van al campo todo el día y cobran 30 euros y con eso comen cuatro días".
Intentando defenderles, el testigo también sufrió heridas. "Uno que pesaba 150 kilos me pegó un guantazo que casi me rompe la cara y luego me volvieron a pegar porque iban a matarle a uno y me puse delante". Aunque ninguno ha sufrido daños graves, dos de ellos han decidido dejar el país por miedo y han emprendido ya el rumbo a Alemania.
La Guardia Civil de Xirivella investiga ahora lo sucedido, pero el testigo tiene claro que el nuevo propietario de la nave les contrató porque llevaban "una riñonera que en mi vida he visto tantos billetes juntos" y le escuchó lamentar en una llamada su actuación. "No os he pagado para esto, se os ha ido de las manos, ahora me la voy a cargar yo’, les decía".
El testigo asegura que los migrantes "van a denunciar" y están recibiendo ya el apoyo de una oenegé para ello, ya que no tienen medios para hacerlo. "Todos quieren denunciar, les da igual dar la cara, dicen que fue tan horrible". Solo piden que se haga justicia: "Tengo el corazón roto".