Incendios

Las lluvias de junio y la ausencia de viento de poniente evitaron grandes incendios este verano en la Comunitat Valenciana

Tres fuegos por tormenta eléctrica se desencadenaron por la tarde y las brigadas llegaron pronto y con numerosos efectivos

Se declara un incendio forestal en la localidad alicantina de Monóvar
Medios aéreos trabajan en la extinción de un incendio forestal en la Comunitat ValencianaPep MorellAgencia EFE

Las lluvias del mes de junio, la ausencia de vientos de poniente, la mejora en los servicios de vigilancia y extinción de incendios y el menor impacto de las imprudencias humanas explican por qué este verano se han registrado menos incendios de grandes dimensiones en la Comunitat Valenciana.

Según el informe de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, hasta septiembre de 2024 se habían quemado 43.655 hectáreas en incendios forestales, una cantidad significativamente inferior a 2023, ya que suponen casi 36.000 hectáreas menos calcinadas.

Una cifra que es llamativa también si se compara con la serie histórica, ya que han ardido un 47 % menos que la media de los últimos diez años.

Se han producido, también según los datos publicados por Protección civil, un total de 4.961 fuegos, de los cuales 71 % han sido conatos, es decir, se pudieron extinguir sin llegar a afectar a una hectárea.

La meteorología ha jugado un papel clave a la hora de cómo se han desarrollado los incendios, ya que ninguno de los fuegos estivales ha devenido en un gran incendio, como sí se vivieron en años anteriores en la Comunitat Valenciana, especialmente en la provincia de Castellón.

Así lo han indicado a EFE el catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante (UA) y responsable del Laboratorio de Climatología de la UA, Jorge Olcina y el jefe de la Sección Forestal del Consorcio Provincial de Bomberos de Castellón, Fernando Pérez, quienes apuntan a las características climatológicas del pasado verano para explicar el desarrollo de los incendios estivales.

Olcina ha señalado que en el verano de 2024 han influido mucho las lluvias que se dieron en el final de la primavera y durante el mes de junio, que dejaron humedad en el suelo y que dificulta la propagación de grandes incendios.

Además, indica el experto, "el calor ha estado muy centrado, en apenas un mes, del 15 de julio al 15 de agosto con jornadas de calor fuerte" en la que "por suerte no se han desarrollado grandes fuegos". Y tampoco ha habido muchos días de poniente lo que ha restado "otro factor de riesgo para la montaña mediterránea".

También influye, ha agregado, que cada vez "se cuente con mejores medios de vigilancia y extinción de incendios", aunque hace hincapié en que "lo que queda por hacer es una buena planificación previa a los incendios como la limpieza de montes o las talas selectivas".

Fernando Pérez asegura que a nivel global hay una tendencia a climas más extremos, tanto a nivel de calor como de frío, lo que lleva a una tendencia de episodios más cálidos en verano y en invierno más nevadas y heladas.

La media general en el Mediterráneo es hacia un clima tropical con inviernos suaves y estaciones cada vez más parecidas pero "con picos por arriba y por abajo".

En este sentido, el jefe de la Sección Forestal indica que en los últimos dos años "hemos arrastrado temperaturas un grado y medio o dos por encima de la media". Esto es "muchísimo" en cuanto a su afección para la naturaleza, ya que ese aumento de temperatura "cambia mucho sus ciclos, los movimientos de las masas de aire y los fenómenos atmosféricos".

En el anterior año meteorológico se arrastraba una sequía severa en la vegetación y en el suelo, de hecho, apunta Pérez "en el pasado invierno no llegamos a sacar las palas quitanieves". Hubo "menos agua, más estrés para la vegetación de ladera y bosques de árboles secos que iban muriendo" lo que supone a nivel de incendios "mucho más combustible en el monte".

Se creaban así unas condiciones "malísimas" para el verano en cuanto a incendios, que se vieron mitigadas con una semana y media de lluvias en junio que "calmó las herbáceas".

Además, señala Pérez, para que haya un incendio, hace falta que se inicie, una "chispa" que lo desencadene y pese a haber tenido "peligros", este año no ha habido un gran número de fuegos que se hayan extendido en exceso.

"Peligros hemos tenido", aclara el responsable, ya que "ha habido tormentas eléctricas -al rededor de un 20% de los fuegos de la provincia de Castellón se iniciaron por rayos- pero pese a haber habido tres episodios de rayos se han producido a primera hora de la tarde y hemos llegado con prontitud y con muchos medios".

Pese a haber vivido una "época tranquila", ha agregado, "tenemos aún temperaturas altas y el suelo vuelve a estar muy seco porque no ha habido apenas precipitaciones".

También pone el foco en la limitación de las quemas, otro factor de riesgo, que ha impedido que se pudiera producir una imprudencia humana, como podría ser las quemas en parcelas o casas de campo particulares -que han dado lugar anteriormente a grandes incendios-.

Fernando Pérez ha señalado que hay otros factores que han provocado alguno de los peores incendios de este verano, como los accidentes de tráfico que han hecho arder la vegetación y se han extendido a masa forestal o una "nueva modalidad" que se ha producido este verano, cuando una bicicleta eléctrica estaba en la montaña y su batería se incendió dando inicio a un incendio.

También señala que los medios se han visto reforzados, y la Generalitat adelantó este año la incorporación de efectivos de los bomberos forestales, que seguirán hasta el 31 de diciembre. Además, se añadió otro helicóptero, que continúa disponible, y se reforzaron las guardias y el personal de presencia física en los parques del Consorcio.